“La selva amazónica se quema porque las chimeneas de las industrias de los Estados Unidos, de Europa y de China siguen expulsando gas carbónico”.
“Nos están quitando la base misma de la vida en nuestra propia Colombia, el país de la belleza, la tercera potencia mundial de biodiversidad”.
Palabras del presidente Gustavo Petro en la inauguración de la Zona Verde de la COP16
Cali, Colombia, 21 de octubre de 2024
Le agradezco a todo el pueblo del Pacífico, que sé que en muchas delegaciones han venido aquí a acompañar a los habitantes de la ciudad de Cali. En este evento que me parece puede ser, siempre habrá discusiones al respecto, el más importante que se ha realizado en la historia de este país.
Pondría dos antes, cuando se fundó la República, la Constitución de Cúcuta, no éramos un solo pueblo, éramos muchos aquí en este lado del continente y decidimos construir una nación sin coronas, sin monarquías, sin yugos, sin esclavitudes, libre y democrática. Promesa que se incumplió, incluso en estos mismos lugares.
Y después quizás allá en Panamá, cuando se trataba de realizar un congreso de todas las Américas y que terminó en la ciudad de Bogotá, finalmente, en un día aciago, el 9 de abril de 1948, la gran insurrección bogotana ante el asesinato del gran líder liberal Jorge Eliécer Gaitán.
Quería reunirse el mundo americano en nuestra ciudad capital y terminamos quizás en un día cuyo final aún no ha llegado, el día más largo de la historia de Colombia, un día en donde comenzó la violencia, decimos nosotros, y aún no ha terminado totalmente.
Este, al contrario, no es un día aciago, es un día de la vida.
Ojalá sea el primer día en donde la sociedad colombiana reconozca algo que de niños, de bebés prácticamente, de jóvenes muy intensamente, vamos sabiendo y reconociendo.
Estamos en uno de los países más hermosos del planeta Tierra. Es muy difícil cuando se sale a caminar por ahí, sea por razones económicas, sociales, políticas, y toca salir del país a cualquier lugar, por allí, en cualquier esquina, en un tren a veces ultramoderno, es muy difícil ver un paisaje tan hermoso como el que vemos aquí simplemente saliendo, abriendo la puerta de la casa, mirando el parque o simplemente respirando el aire.
Un país tan hermoso como este, el país de la belleza, en un lugar que viene a ser el más biodiverso del planeta medido por metro cuadrado. Medidas diferentes de la biodiversidad.
En la selva amazónica está la extensión más biodiversa del planeta Tierra. Con Brasil, con Venezuela, con el Ecuador, con Bolivia, con el Perú, nosotros configuramos el punto del planeta, el centro de la biodiversidad del mundo, pero medido por kilómetros, por hectáreas, por su inmensa extensión, hasta allá donde el río Amazonas, como un inmenso mar, hace poco desemboca en otro inmenso mar, que es el océano Atlántico, un punto mágico, Belén de Pará, donde se va a realizar la COP 30 del clima.
Pero no se sabe en el mundo mucho, de la selva sí, del Amazonas sí, de su importancia para el clima y para la vida de la humanidad quizás, pero no se sabe que en este Pacífico, aquí donde estamos, en su ciudad más grande, pasando la cordillera, bajando hasta el mar Pacífico, hay una enorme selva larga entre la frontera con el Ecuador y la frontera con el Panamá, en donde encontramos la zona más biodiversa del mundo, ya no medida en extensión, sino medida por metro cuadrado.
Es decir, escojan ustedes allí, un metro por un metro, y encontrarán más vida que en ningún otro lugar del planeta Tierra. Vida en diferentes formas, vegetales, animales, microscópicas o amplias, no se encuentra en la Tierra un lugar con tanta diversidad, que pareciera reflejarse, por culpa de la historia, en los seres humanos mismos,
No hay sino que ir al Palo, en el Cauca, donde estuve muchas veces, un día de mercado y ver cómo todos los colores de las pieles de los seres humanos se conjugan, color de la piel que sólo refleja la enorme variabilidad de la cultura humana, la cantidad de sangres del planeta mezclados en nuestra propia sangre.
Vasconcelos y la raza cósmica de los latinoamericanos
Vasconcelos (José, abogado y político mejicano), el ministro de Educación de Méjico, hace ya casi un siglo más, decía, es que somos la raza, pero no existen razas, la raza cósmica, decía él sobre los latinoamericanos.
Ese cruce en el camino de las especies vivas y de las especies culturales humanas, en este lugar, nos hace pensar, incluso en nosotros mismos, pero también en el mundo.
Hoy estamos en un momento difícil. Yo he asistido a numerosas COPs, como le llaman, conferencia de las partes, es decir, de las naciones, de los gobiernos en Naciones Unidas.
Son reuniones de gobernantes, de funcionarios, de ministerios, gobiernos que pueden ser de la democracia, que pueden ser de la república, que pueden ser de las monarquías, en la inmensa diversidad política de la humanidad.
Gobiernos que se reúnen una y otra vez, se reúnen aquí, en la 16 COP, es decir, se han reunido 16 veces antes para hablar de biodiversidad, y se reúnen en las otras COP del clima, que ya va para la 30, es decir, se han reunido 29 veces en diferentes lugares del mundo, todos los gobiernos del mundo, para platicar del clima y del qué hacer. Problema, nos hemos quedado platicando.
Declaraciones que no se cumplen porque países poderosos no tienen la voluntad
Hay dos tiempos diferentes, completamente, yo diría, contradictorios. La sensación amarga de salir de cada conferencia de las partes, sin que haya salido nada concreto, o a veces, a medio placer, o con declaraciones que después, al mes siguiente, no se cumplen.
Y no se cumplen porque los países más poderosos simplemente no tienen la voluntad de cumplir, o porque la humanidad, a través de sus naciones y pueblos, a veces solo se acerca con una especie de vasija para pedir una limosna, como si con limosnas pudiéramos solucionar el principal problema de la humanidad en este momento, el problema del clima y el problema de la desaparición de las especies vivas sobre el planeta Tierra, incluida la especie humana.
Estamos al borde de la muerte y aún no nos damos cuenta
Fracaso tras fracaso durante 30 años, ¿cuánto tiempo tenemos para vivir? Habría que preguntarle a los médicos, a la ciencia, y no nos queda casi nada.
Si fuésemos un solo cuerpo humano, diríamos, estamos al borde de la muerte, pero somos miles de millones y aún no nos damos cuenta, no que estamos, sino que nos están llevando al borde de la muerte, y los gobiernos del mundo no se pueden poner de acuerdo para detener esa muerte generalizada, o como alguien diría, el homicidio.
Si las COP no pueden, ¿quiénes pueden?
Las COP no pueden ¿Quiénes pueden? Hoy no es sino mirar a Colombia, no es sino hacer un recorderis por lo menos de nuestros tres principales problemas ambientales que estamos viviendo en el día de hoy.
Un listado, apenas tendríamos algunos conflictos, algunas contradicciones, pero yo pondría tres puntos. La capital de Colombia sin agua, nueve millones de habitantes con la sabana de Bogotá racionando la poca agua que le queda, porque no puede tomar agua potable todos los días.
La capital de Colombia, la que se construyó encima de un lago hermoso, por el cual un dios tuvo que romper las montañas para que pudiera salir algo de agua en el Tequendama. ¿Cómo es posible? Y no pareciera ser un problema de discusión, ni local, ni nacional, ni mundial.
La más grande ciudad que hoy conozcamos que adolece de una crisis del agua potable fue algunas como la ciudad del Cabo, por ejemplo, fue otra como Montevideo y ahora Bogotá, quedando sin agua potable.
Mi amigo Mario Mendoza escribió un escrito que hizo en cine que se llama Los Iniciados, donde muestra precisamente en la ciencia ficción la ciudad de Bogotá sin agua. Y cómo un político vagabundo y rico y poderoso encuentra por designios de los indígenas el único lugar subterráneo de agua potable que se pudiera tomar y en vez de entregársela a su ciudad, se la apropia, pero no para venderla, sino para que él sea el único que pueda vivir mientras los demás mueren de sed y de veneno.
Bonito, bonito ese arte de Mendoza porque está dibujando precisamente la realidad de hoy. Una ciudad sin agua potable.
La selva amazónica se quema y su río se seca
Y tenemos un segundo, yo diría, la quema de la selva amazónica y la desaparición por evaporación debido al calor del río Amazonas, nuestro río más caudaloso y el más grande de América del Sur y quizás del planeta con el Nilo.
Vemos las fotos increíbles pasando de una frontera a otra, caminando cuando antes era imposible o solo lo podían hacer nadadores profesionales como nuestro viejo amigo Kápax (Alberto Rojas Lesmes, ícono del turismo, nadador y actor).
¿Qué será de la vida de Kápax si ya no puede nadar en el río Amazonas? Un río Amazonas seco y una selva amazónica que en más de 100.000 puntos empezó a quemarse, no por la acción humana, sino por el calor y la temperatura.
¿No nos está indicando estos dos hechos que algo está pasando y que no es bueno y que debemos reflexionar?
Ríos del Pacífico destruidos por minería ilegal
Podría mencionar uno tercero, cómo todos los ríos del Pacífico se están destruyendo a través de la minería ilegal, de la mano de unos codiciosos que con retroexcavadora y sin importar ni el agua, ni el pez, ni el niño que se queda sin el agua, ni la población que se queda sin el agua, destruye la base de la vida solo para sacar unos kilos de oro y venderlo clandestinamente y con esos kilos de oro comprarse tres fusiles y dispararle al prójimo.
Tres aspectos solamente, que analizados profundamente quizás nos llevan a la misma conclusión: que algo está pasando en el planeta para que Bogotá se queda sin agua, para que la selva amazónica se queme y para que los ríos del Pacífico se destruyan, que nos están quitando la base misma de la vida en nuestra propia Colombia, el país de la belleza, la tercera potencia mundial de biodiversidad, dependiendo de cómo se mida.
Tenemos que actuar ya para detener la crisis climática
Y aquí es donde a mí me parece que tenemos que actuar, porque si uno mira detrás de cada problema no solamente hay un problema general que aboca a la humanidad a la acción que es detener esa crisis climática que tiene una raíz económica dentro de los seres humanos.
Los más ricos del planeta nos están conduciendo al colapso
No es que Marte se nos acercó, ni que el sol, ni que las explosiones solares o que hay un calor porque sí. Es que hay un sistema económico que en los países más ricos está usando carbono para producir más mercancías y para poder ganar más las vende y en su consumo cada vez arroja más ese carbono vuelto gas, efecto invernadero a la atmósfera.
Cada vez más calienta la superficie, cada vez más cambian los estados del agua y cada vez más colapsa el clima llevándonos al abismo de la muerte.
La selva amazónica se quema porque las chimeneas de las industrias de los Estados Unidos, de Europa y de China siguen expulsando gas carbónico. Se echa veneno a la atmósfera y se mata la esponja que lo pudiera absorber.
Vamos indudablemente por el camino equivocado. Más CO2, más supermercados, más chucherías vendiéndose, más cosas que tienen el 1% de la humanidad concentrándolo como riquezas, más desigualdad social y más estamos al borde, todas y todos, de la muerte. Más riqueza en el 1%, más muerte en el 99% restante.
Esa enorme desigualdad social ya no se mide simplemente en dólares, se mide en vidas humanas.
Bogotá sin agua porque la selva ya no está con sus ríos voladores
Y si nos vamos a la ciudad de Bogotá y buscamos la causa de por qué no llega el agua a sus embalses, encontramos algo similar, pero aquí en nuestra propia historia colombiana y no solamente en el planeta, es que la selva que llegaba al pie de monte de la gran cordillera oriental de los Andes ya no está.
Hay que caminar 300 kilómetros hacia el oriente para encontrar los primeros árboles de esa selva magnífica.
Desde todo el borde oriental de la cordillera oriental de los Andes de Colombia hay que caminar 300 kilómetros hacia el oriente para encontrar los árboles.
Y resulta que esa masa inmensa de árboles de la selva a través de la evaporación de sus aguas consumidas en las copas de los árboles formaba lo que mágicamente se ha llamado los ríos voladores, que con el aire, con los vientos, llegaba precisamente hasta donde estaban los páramos en las alturas de la cordillera oriental.
Y esa vegetación de los páramos era lo que le entregaba el agua líquida a la inmensa capital de Colombia y sus sabanas de Bogotá, la ciudad de Bogotá. Ya no llega.
No llega porque no hay selva. Y no hay selva porque allí tuvieron que llegar centenares de miles de familias campesinas huyendo desde la violencia desde hace cuatro o cinco décadas.
No al monocultivo en el Valle del Cauca porque campesinos, indígenas y comunidades negras huyen a la selva
La violencia expulsó al campesinado de donde se podía sembrar, bien sembrado. Hay que decirlo aquí porque me atrevo. Alcalde /de Cali) (Alejandro) Eder, lo hemos discutido varias veces.
Si se concentra en un solo cultivo y a veces bajo unos solos propietarios, la tierra del Valle del Cauca fértil. El tema de un pacto con el que hemos conversado, pues el campesinado, los indígenas, las comunidades negras terminan saliendo hacia donde están las selvas porque no tienen otra oportunidad para vivir.
Terminan arrumados en los barrios populares, bajo techos de cartón, como conocí a Agua Blanca, ha cambiado, en donde no hay el trabajo, en donde no hay el estudio para la juventud, donde a veces cuando se protesta le disparan una granada de gas a los ojos.
No es así como se puede solucionar la crisis climática.
A veces pensamos que es un invento mágico que el propietario de Facebook o el de Microsoft nos va a traer, como antes los sacerdotes nos podían traer los milagros de la Virgen. Pero no, esos milagros no van a pasar.
Esa generación que nace hoy verá los tiempos del final de la especie
Tenemos apenas unos años de tiempo para sobrevivir, para que las mujeres jóvenes que hoy están aquí, si lo quieren al tener sus hijos y aún si no lo quieren, puedan ver a esos bebés que hoy nacen viviendo sanos y salvos y viviendo una mejor vida que nosotros.
En la crisis climática, si no la detenemos, no va a ser así. Esa generación que nace hoy verá los tiempos del final de la especie humana en una catástrofe que no quiero ni imaginarme y que ya comenzamos a vivir.
Si eso es así, si realmente creemos en la ciencia, si no la negamos, casos como el Bogotá, casos como la selva amazónica o casos como los ríos de la zona pacífica nos deberían dar una lección. Si no hubiera esos centenares de miles de campesinos huyendo de la violencia ya el 9 de abril del 48 hasta la fecha, la selva se mantendría intacta. Y Bogotá hoy y la sabana de Bogotá hoy tendrían agua.
No hemos ligado. Los conflictos sociales y políticos de Colombia no hemos ligado la inmensa desigualdad del tercer país más desigual del mundo con el hecho de la crisis climática.
Es que entre más desigualdad, más afecta a la vida la crisis climática. Es que al mismo tiempo que somos el tercer país más poderoso del planeta en biodiversidad, no nos salva porque somos también el tercer país más desigual socialmente del mundo de unas consecuencias inmediatas de la crisis del clima en nuestra propia sociedad. Bogotá es el ejemplo.
Acciones inmediatas para salvar a Bogotá y al Amazonas
Para que el agua llegue a Bogotá, tenemos que darle tierra a los campesinos, que no sea en la selva amazónica. Tenemos que revitalizar la selva amazónica en millones de hectáreas.
Tenemos que llevar de nuevo los árboles, quizás a través de los afluentes del río Amazonas hasta la Cordillera Oriental para poder volver a ver los ríos voladores llegar a los páramos de esa cordillera y poder lograr que ese embalse del que 70% de los bogotanos toman agua potable pueda llenarse y la ciudad pueda ser.
Una Reforma Agraria
Se necesita una reforma agraria, entonces. ¿A dónde llevamos a los campesinos si deben salir voluntariamente de las selvas de Colombia, de los páramos de Colombia, de los lugares vulnerables desde el punto de vista ambiental?
¿A dónde los vamos a llevar? Si no es a donde está la tierra fértil. Si no es donde desde antaño nuestros ancestros, los indígenas, nos indicaron que era mejor cultivar.
Y eso fue lo que encontraron los españoles.
En el Pacífico debemos discutir la situación social
Entonces, a mí sí me parece que aquí, en el occidente de Colombia, en el Pacífico, en la zona más biodiversa del mundo, deberíamos discutir ciertos aspectos de conflicto social. Los jóvenes de Colombia en el ejército se están arriesgando en este momento, en esta noche, en el Plateado, Cauca.
Están en medio de un mar de hoja de coca. Miles de familias campesinas quisieran que se fueran. Esa es la realidad.
Porque consideran que lo normal para sus vidas es que sus hijos no vayan a la escuela, sino que sus hijos vayan al sembradío de hoja de coca para cosechar la hoja y volverla a pasta y venderla y poder sobrevivir.
Organizaciones la recogen para llevarla por el río hasta el mar y de ahí al mundo.
o será que si esos campesinos tuvieran un mejor vivir aún sin salir de sus tierras, si hubiera una Reforma Agraria en Colombia, si pudiera haber crédito barato para ellos, si la banca pusiera las posibilidades del acceso al capital y las universidades, el acceso al saber y el Estado, la compañía permanente para acompañarlos a sembrar el café, el cacao.
Y los norteamericanos que tanto se interesan por los problemas de los cultivos de hoja de coca en Colombia, los ayudaran a vender esos productos legales en California o en los Estados Unidos o los chinos allá en Shanghai o en Pekín. ¿No solucionaríamos un problema en donde los ríos del Pacífico podrían revivir y la selva con más biodiversidad por metro cuadrado podría existir en beneficio de toda la humanidad?
Soluciones del clima implica soluciones profundas de la economía del mundo
Lo que yo estoy diciendo aquí es que la crisis climática no es un problema solo de la ciencia. No es un problema de solo sembrar árboles por aquí y por allá, sino que implica unas soluciones profundas de la propia economía del mundo.
Dejar de usar petróleo, carbón y gas en las más poderosas y aquí hacer reformas agrarias y construir justicia y lograr un pacto con los que todo lo han tenido para que no nos matemos más entre nosotros y podamos construir en este, que es el paraíso que sobrevive, el país de la belleza, un lugar justo y digno para vivir.
Eso es lo que expresan las reuniones de los pueblos. Lo he visto cuando nos hemos ido a Varsovia o cuando nos hemos ido a Abu Dhabi o cuando nos hemos ido al Egipto para ver cómo se desarrollan las COP del mundo.
Y ahora que estamos en nuestra propia patria colombiana o latinoamericana, lo veremos hoy, el año entrante, en Brasil y ahora en Colombia.
Es la justicia social lo que más nos acerca a superar la crisis climática y, por tanto, si queremos detener los minutos del reloj de la existencia que marcan su final, tenemos que acometer de inmediato las tareas de la equidad, las tareas de separarnos de las energías sucias, las tareas de vivir del saber y del trabajo humano colectivo, las tareas de construir una nueva humanidad que ya no se guíe por la codicia, sino que se guíe por el saber y el sentido de la justicia.
Lo más importante de esta COP16 es que es la COP de la gente, no de la burocracia
Por eso es importante esta COP-16, porque sí han llegado aquí gobernantes, indudablemente, y se reunirán para sacar una declaración que ojalá se cumpla.
Pero lo más importante de esta COP-16 es que ha reunido pueblos del mundo, que ha reunido pueblos de Colombia, que es la COP de la gente, no de la burocracia, que ha fracasado los gobernantes. Lo dije en mi discurso de Naciones Unidas, hemos fracasado como gobernantes porque más nos hemos demorado en reuniones burocráticas y turismos planetarios que en dar soluciones efectivas.
Cuando hemos levantado la propuesta de cambiar la deuda externa de Colombia por acción climática e invertir nuestros recursos públicos que van a fondos de pensiones de ricos en Nueva York o a la banca mundial.
Cuando hemos dicho que nos queremos dedicar en cuidar y en sembrar esa selva amazónica para el beneficio de toda la humanidad o de cuidar esta selva del Pacífico y cuidar sus ríos para que el campesinado pueda vivir mejor sin necesidad de cortar el árbol, entonces nos responden: no.
Ya no será simplemente una concertación de gobiernos, sino que tiene que ser una concertación de los pueblos del mundo.
Pide a Susana Muhamad crear la gran red de organizaciones y pueblos del mundo contra la crisis climática
Ya no hay tiempo suficiente para esperar esta reunión y le pido a Susana (Muhamad, ministra de Ambiente y Desarrollo Sostenible) que coordine como presidenta de la COP la opción de construir la gran red mundial de organizaciones y pueblos del mundo que sea capaz de movilizarse como humanidad para detener la codicia que es la gran causante de la crisis climática del mundo y, por tanto, de la vida planetaria.
Esto no es solo con gobiernos, es con pueblos.
Las COP encerradas en desiertos para que no llegue la gente. Las COP encerradas en montañas de nieve para que no llegue la gente.
Las COP sin gente humana y solo con burócratas no va a solucionar el problema de la crisis climática. No tiene poder de decisión. Nos deja expósitos ante las inclemencias del clima como ya vimos en el Amazonas o en el huracán del Caribe. Nos toca a nosotros porque queremos tener hijos, hijas, nietos, nietas.
Queremos que esos bebés que nacen de la madre joven hoy, de la madre embarazada joven hoy, de la que quiere tener un hijo o de la que no quiere tenerlo o tenerla en honor a esa mujer joven, a esos bebés que quieren gritar y cantar y construir y abrazar la cultura y el saber y manejar por todo el mundo y verlo y disfrutarlo.
Sólo nos quedan cinco años en el mundo para construir una economía descarbonizada
Tenemos entonces que luchar hoy. No es mañana, no es en 50 años.
Tenemos apenas cinco años para provocar los cambios políticos en el mundo que permitan una nueva economía que sin utilizar el carbón y el petróleo pueda detener el envenenamiento de la atmósfera. Poco tiempo. Y por eso ya no son los gobernantes, son los pueblos.
Eso dijimos en Naciones Unidas. Y esa red interconectada por todos los métodos de interconexión actual, Susana (Muhamad), tiene que operar días de manifestaciones mundiales cada vez más.
Días de rodear el poder que se niega a la vida y que nos transmite a la muerte.
Días de rodear a quienes producen el CO2 que envenena la atmósfera, sea produciendo, sea consumiendo.
Días en que los pueblos del mundo sean capaces de rodear los espectros de la muerte y detenerlos para que nuestros bebés puedan vivir, para que nuestros nietos puedan vivir mejor que nosotros. Esos días han comenzado.
Ahora se trata de la movilización de la humanidad por su propia existencia en el planeta
Ya no se trata de declaraciones que no se cumplen. Ahora se trata de la movilización de toda la humanidad por su propia existencia en el planeta.
La gravedad de los hechos lo demandan. Y, por tanto, la acción profunda y decidida se vuelve necesaria.
Si este presidente al que quieren sacar de su curul en este país, que bien aburrida sí que es, puede ponerse al frente o detrás o donde sea, hablando o escribiendo como sea.
Este presidente de la República de Colombia tiene que decirles algo que ningún otro presidente de Colombia dijo.
Y es que llegó el tiempo de la movilización de la humanidad o nos quedamos sin humanidad.
Es que llegó el tiempo de la movilización del pueblo colombiano o nos quedamos sin democracia en Colombia o nos quedamos otra vez como antaño bajo el yugo, bajo las cadenas, bajo la esclavitud, llevados como rebaños a una muerte que esta vez no es de aquí o de allá en las masacres, sino que es la de toda la especie de la humanidad.
Detener la crisis climática, preservar la biodiversidad, es preservar la humanidad y es preservar la vida.
Gracias, muy amables, por haberme escuchado. Gracias, pueblo del Pacífico. Muy amables.
¡Viva Colombia, el país de la belleza! ¡Viva Colombia, potencia mundial de la vida! ¡Viva la vida, carajo!
(Fin/abs/cpq)