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Discurso

Palabras del presidente de la República, Gustavo Petro Urrego, al intervenir en la Asamblea Nacional por las Reformas Sociales, la Paz y la Unidad de Colombia

Si ellos desatan el golpe de Estado, que no es con soldados, no es con generales, como con Pinochet, es con corbatas que lo van a desatar con decisiones ilegítimas, al golpe de Estado se le responde popularmente con una revolución.

Foto: César Carrión - Presidencia

Presidente Gustavo Petro durante la Asamblea Nacional por las Reformas Sociales, la Paz y la Unidad de Colombia

Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 14 de septiembre de 2024

Bueno, les agradezco mucho la presencia en este lugar, un lugar del saber, un lugar de la reflexión, un lugar de la acción. Reflexión y acción siempre deben ir de la mano. Nunca puede estar separada la acción de la reflexión, ni la reflexión sin acción. A eso le llaman praxis. 

Hemos llegado, después de décadas de una historia que hemos vivido y de una historia que no hemos vivido, que arranca con la construcción de esta República, que arranca más atrás, con las resistencias de la gente negra, que trajeron a la fuerza y que se liberó a sí misma, que arranca con un Benkos Bioho y unos palenques, que gritaron libertad, hace mucho tiempo.  

Que arranca con una resistencia indígena, con unas civilizaciones que nunca se debieron perder, con nuestros ancestros mismos, con las raíces que bajan por la tierra hasta encontrar el agua, y más allá, para hacer una tierra sólida y hermosa. Un continente que ha visto la esclavitud, sí, que ha visto la servidumbre, sí, pero que, una y otra vez, se ha levantado bajo las banderas de la libertad, bajo las banderas de un sueño, y es construir una América de seres libres. 

Ahí en ese centro ha estado Colombia, la martirizada Colombia, porque ha sido martirizada; quizás ningún país de la Tierra o muy pocos ha sufrido lo que ha sufrido la sociedad colombiana.

Dice la Comisión de la Verdad, contando solo desde el 9 de abril de 1948 para acá, que aquí han sido asesinadas 700 mil personas, que hoy tendrían hijos, que hoy tendrían nietos, que hoy harían de este país quizás un país muchísimo más fabuloso de lo que es.

Pero que fueron asesinados, por el sectarismo, por no aguantarse la diferencia; que fueron asesinados por ser simplemente del pueblo y decir que eran rebeldes, que fueron asesinados más recientemente por la ignominia de la guerra contra las drogas, que llenó este país de sangre, y las cárceles, cuando ahora quienes propugnaron esa guerra están sujetos a un peor vicio, el del fentanilo, el del petróleo y el del carbón.

Este país ha resistido, y nosotros somos la resistencia viva, heredera de esos cinco siglos que hasta aquí llegan. 

Era difícil saber, en medio de una historia así, donde se ha exterminado a sangre y fuego un partido completo, a 5 mil militantes de la Unión Patriótica, bajo el silencio de la prensa, que lo ocultó. 

Asesinados no por líos de faldas, como decían en los titulares, una y otra vez, 5 mil, sino por una alianza entre el poder y el narcotráfico. 

Un asesinato masivo de un partido político. Cuando fue asesinado también otro partido político, el gaitanismo, cuando ha sido asesinado todo lo que signifique cambio en Colombia.  

Han querido mantenernos bajo un yugo, bajo el servilismo, bajo la esclavitud, y así han acumulado sus riquezas, con el látigo y el cepo, con el asesinato y la sangre; es una acumulación de capital y de dinero, es una acumulación de riqueza mal habida, llena de sangre y cocaína.

Surgió este movimiento de entre las piedras, casi, dentro de las rejas, en los fríos por allá y en los calores, en las persecuciones, en el exilio, salvando la vida todas las noches a veces, salvando el hambre en muchas personas a veces, salvando la comunidad del terror a veces, llenándonos de alegrías donde no había; de fiesta subversiva, sí, porque era una fiesta que cantábamos en medio de la muerte, de la cual no nos queríamos dejar coger, porque queríamos ver este momento. 

Un momento que era del triunfo de los afectos, un momento que es ilusión, que todavía es más alegre, porque no nos vamos a dejar quitar la ilusión ni la esperanza.

La politiquería tradicional traiciona al pueblo

 

Foto: César Carrión - Presidencia

No podrían faltar ellos: los que siempre han hecho trampa, los que siempre se han burlado de la gente, los que siempre para poder sentarse en una curul han tenido que comprar votos, porque, si no, no vota por ellos ni la mamá.

Los que para comprar votos han tenido que arrodillarse al contratista, han tenido que robarse los dineros del Estado. 

Claro que aquí a un dirigente lo sacaron de ser senador, porque solo han sacado las curules del Pacto Histórico del Congreso, y no en función de la justicia sino en función del sectarismo.

Como si olvidaran a aquellos que han echado a los senadores y senadoras del Congreso.  

Olvidaron cómo ha sido el origen de la violencia en Colombia, cuando sacaron a todo el Partido Liberal del Congreso de Colombia, y después desde un púlpito o desde una emisora dijeron que había que matar a los liberales a sangre y fuego, recorrer las tierras, porque no tenían derecho a vivir, porque era pecado el que vivieran, dijeron. 

Y desataron esta violencia, que aún no termina, y ahora nos echan la culpa, cuando fueron ellos los que desalojaron con sangre los campos de Colombia. Y lo hicieron durante décadas y décadas y décadas, acostumbrados, hasta que se formaron estas grandes ciudades, hasta que a punto de desalojo y violencia crecieron las grandes urbes de Colombia.

A partir de desplazados, a partir de gente que tenía que abandonar sus lugares en las noches, porque los cinco jinetes del Apocalipsis venían cortando cabezas, como las cortaron. 

Tenían que hacer trampa. Es que no saben sino del robo y del asesinato, no han conocido más, no han leído otro libro que no sea el de cómo robar y el de cómo matar.

Cuando les propusimos un Acuerdo Nacional –generosos nosotros que habíamos ganado con el voto popular diciendo: no importa que hayan sido derrotados, aquí pueden hablar con nosotros, aquí se pueden sentar en la misma mesa, de tú a tú podemos construir la democracia y el país que dibuja lejano la Constitución de Colombia–, nos respondieron con trampa.

‘No presenten los proyectos, que los vamos a discutir’. 

Y pasaron dos años y no aprobaron ninguno; es más, la ley pensional la iba a hundir un señor que se llama (Iván) Name (entonces presidente del Senado), del que dicen dizque es amigo nuestro y que recibió una plata de nosotros. ¡Mentirosos!

Escondió el proyecto 13 meses en el escritorio, calculando –como todo ser mañoso en la política tradicional–, cuándo, al sacarlo, ya no tendría tiempo para ser aprobado.  

Calculó meticulosamente el tiempo, y después, cuando ya sabía que se podía hundir, porque creyó que la Cámara iba a votar diferente que el Senado, y que por norma iba entonces a volver a la conciliación, y que él era el que tenía que convocarla en el último día del Congreso –qué bonito, qué manera de calcular la trampa–, la Cámara de Representantes decidió apoyar a los viejos y a las viejas de Colombia y no permitió la conciliación.

Porque no apoyó a Petro. Algunos, obviamente, algunas. Apoyaron a la vejez, apoyaron (para que no continúe) una de las mayores injusticias que hay en Colombia: que 3 millones de nuestros padres y de nuestras madres y de nuestros abuelos, solo por la codicia de una élite que no mira a los demás, tenga que pasearse por las calles de estas ciudades, con el frío, con el calor, vendiendo cualquier chuchería, a ver si le alcanza para tomarse un tinto, para fumarse un cigarrillo o para, quizás, tomarse un plato de sopa, sin saber dónde dormir.

Tres millones de nuestros ancestros vivos, tres millones de quienes le han dado vida a buena parte de la sociedad que hoy hay en Colombia. Tres millones que, a pesar de dar vida y de haber trabajado toda la existencia, casi como esclavos: amas de casa cuidando niños y niñas y jóvenes, aterrorizadas muchas veces de que su joven, su niño, como dicen ellas, su niña, no volviera a la casa, porque algo quizás malo le había pasado… 

Campesinos doblando la espalda, todos los días, sembrando el café, recogiendo el café, para que tuvieran salarios los congresistas, para que tuvieran salario los magistrados, para que hubiera dinero para la publicidad de la prensa, para que se pudieran formar los bancos, como el Banco Cafetero, y se pudieran crear flotas, como la Flota Mercante Grancolombiana, y pudiera haber empresas colombianas, como lo fue Avianca.

Todo ese esfuerzo construyendo una nación durante todo el siglo XX, de campesinos y campesinas cafeteras, ¿dónde hay una pensión para solo uno de ellos o de ellas? ¿Dónde? 

El agradecimiento de Colombia, a través de su Estado oligárquico, fue olvidarlos. Fue dejarlos tirados, fue dejarlos en la tristeza y la nostalgia, a veces del alcohol, o como una viejita en una plaza de mercado, en la soledad de la muerte, en el frío del cemento gris, en medio del bullicio de quienes querían comprar un pedazo de panela, un pedazo de carne o una libra de arvejas.  

Tres millones, la mayoría mujeres, que entregaron sus vidas por cuidar a sus hijos.

Y esta ciudad y este país no les pagan lo que cualquier trabajador en el mundo tendría derecho: una pensión.

‘El coronel no tiene quien le escriba’, decía García Márquez: era un coronel que había hecho las guerras y se había arriesgado y que había sido condecorado con latas, y que había salido de coronel porque no lo quisieron ascender a general, a pesar de dedicarle toda la vida a las armas, la disciplina y el Ejército.  

‘El coronel no tiene que le escriba’ era el coronel que le escribía a todos los presidentes, siendo viejo, a ver si le entregaban una pensión, y nunca se la entregaron. Ese es el libro de Gabriel García Márquez.

Hoy está a punto de ser la primera ley del Gobierno del Cambio, a punto, después de la trampa de Name, que pudimos sobrepasar. 

¿No le remorderá la conciencia, allí perseguido por la justicia? No sé si es culpable o inocente. ¿No le remorderá la conciencia haberles hecho tamaña trampa a tres millones de viejos y de viejas que no le hicieron ningún mal, que eran como su padre o como su madre, igualitos, y que no merecían su traición de congresista de la República y senador, porque se merecían su esfuerzo, se merecían el esfuerzo de un congresista de firmar una ayuda para el pueblo, que era la pensión merecida a la tercera edad de Colombia?

Decisión de la Corte


Ahora hay unos magistrados que decidirán si esa ley se aplica o no se aplica. Leerán los libros de justicia, las doctrinas jurídicas sobre si la publicidad se hizo o no se hizo -que sí se hizo-; sobre si el debate se hizo o no se hizo -y hubo dos años de debate-; sobre si es necesario o no y la Constitución lo ordena o no, y la Constitución de Colombia sí que desde el principio miró a esos viejos y a esas viejas, y por eso propuso el Estado Social de Derecho.

Hablará su corazón -como no habló el corazón de Name-. Espero. Y ojalá sea capaz esa Corte de abrir el camino de una posibilidad entre la maleza horrible de la política tradicional que se está configurando ahora.

Ojalá sea capaz, como he visto a otras Cortes, las que llevaron el 30 por ciento del Senado a la cárcel por ser asesinos parapolíticos, que por la mañana hacían la ley y por la noche la lista de sus propios ciudadanos que iban a ser asesinados. 

Una Corte Suprema que supo levantar la luz en medio de las tinieblas y en medio del terror, y comenzó la posibilidad real de una democracia. Ojalá otra Corte levante esa misma luz, para abrir ahora las posibilidades de una democracia que quieren cerrar.

La historia política se repite

 

Foto: César Carrión - Presidencia

Porque no es cómo sacan a Petro otra vez. Cada vez que gano me quieren sacar. ¿Qué les pasará? 

Les aburre Petro. Cada vez que me elige el pueblo, ellos a tumbarme. Les aburre lo que yo digo, dicen que es una locura, dicen que es una locura la justicia social en Colombia. Tan mal han sido educados, en medio de la injusticia y del egoísmo social. 

Dicen que es una locura el que el recurso público sea sagrado y sea del pueblo y sea de los más pobres.  Tanto se habrán acostumbrado a usar el recurso público para entregárselo a los banqueros y a sus propios negocios, privatizando carreteras, privatizando hospitales, privatizando la salud, privatizando la educación, privatizando la energía eléctrica y privatizando el agua potable, que ahora ya casi no llega a Bogotá, precisamente por eso.

Negocios y negocios.

Y entonces, ¿cómo llega ese señor loco a proponer que el dinero público sea del pueblo?

Quiso Alexander López (director del Departamento Nacional de Planeación, DNP) visitar cada obra contratada con los ingresos de regalías. Y se fue.

¿Cuántas obras? 850 obras: 850 de 19.500. A eso le llaman a una auditoría. El valor de esas 850, ¿cuánto sumaba? 14 billones, no millones, sino billones, y no encontró las obras. 

Sí encontramos cómo salió la plata del presupuesto. Sí encontramos para qué era: era para acueductos, era para parques, era para pavimentar caminos de los campesinos, era para el agua potable de la gente y de los niños.

Ya sabemos dónde, qué alcaldes, qué gobierno.

Pero las obras no aparecieron: 14 billones, precisamente en los años de elecciones. 

La plata no se fue al agua potable; se fue a comprar el voto de los pobres, para mantener la misma ralea que siempre se mantiene haciendo leyes y desastres en Colombia. 

Y los encontramos, los pillamos.

Eso sí, tapen, tapen en la prensa. Porque: no, es que se equivocó en un cero; no, es que no son 14, sino dos’.

Fuimos a cada obra y no la encontramos. O encontramos a medio hacer las chambas, en vez del edificio.

¿A dónde se fue la plata? ¿Dónde se está investigando ese entuerto?

Decía una señora de la prensa: no, es que la mayor corrupción es la del gobierno de Petro.  Oigan, por favor, un poquito de matemáticas. 

El vagabundo de Olmedo (López, ex director de la UNGRD) obviamente se robó una plata, que pasa quizás de 20 mil millones. Y ya la verdad va apareciendo, porque empezaron con que el alto Gobierno, y ahora es una banda de delincuentes de la peor calaña, asociada para llevarse el dinero.

Y yo lo hice, sacarlo del sitio, y yo pedí que lo pusieran preso, negociar la libertad con la mentira.

Pero, en cambio, miren lo que está pasando. Billones de pesos de las regalías, billones de pesos de cualquier conglomerado del presupuesto público, donde se mire: se robaron la salud, endeudaron el país por billones.

¿Y para qué usaron la deuda pública nueva con que endeudaron el país? Para subsidiar la nómina de los señores de El Tiempo, para subsidiar las nóminas de las empresas de los Gilinski, para subsidiar las nóminas de los más ricos de Colombia, los súper ricos.

Porque a veces el ciudadano de clase media dice: es que yo, como me siento rico, me está insultando Petro. Súper ricos.

El dinero público que ahora toca pagarlo a todos nosotros, porque nos endeudaron en 5 mil 600 millones de dólares con el Fondo Monetario Internacional (FMI).

Y ahora nos ahorcan. Y ahora el Congreso se da la oportunidad -no todos, obvio, la mayoría de las comisiones terceras-, de decir: aquí los tenemos, no les aprobamos el presupuesto y solo pagarán nóminas y deuda, y no habrá dinero para el pueblo.

Pero, eso sí, de primeras y con un botón que se espicha automáticamente, saldrán las partidas para pagarles a los concesionarios de la carretera, las carreteras 4G y 5G, que cobran además con peajes. 

¡Si no sale el presupuesto que presentamos, discutido, claro, pero salvando las partidas para la gente más pobre de Colombia, tampoco saldrán las partidas para la gente más rica de Colombia!

Y después los pillamos, quizás en la peor de todas, de tantas que han hecho. 

Después de fusilar a 6.402 jovencitos con el presupuesto nacional, para recibir un aplauso por una seguridad que se llenaba de muertos del pueblo, engañando al pueblo, a través de los medios de comunicación, diciendo que eran guerrilleros.  

Solo la valentía de una por allí y de otro por aquí, mostrando la realidad que resultó ser peor que las primeras denuncias que hicimos.

Yo pensé que eran 100, y eran miles de jovencitos asesinados. ¿Qué tiene la extrema derecha contra la juventud, que no la quiere viva? Le asusta.

Y no había pasado ese episodio, aún no se habían de terminar los tribunales llevando soldados presos, que se dejaron engañar de los de corbata de escritorio, que, eso sí, sin pasar por una sola declaración, hicieron el comunicado y la resolución y el decreto 039, que le entregaba bonificaciones al que entregara bajas, tal como los sanguinarios dirigentes del Estado colombiano en la violencia habían premiado por cada oreja de un liberal que le trajeran con plata.  Lo mismo.

Mediados del siglo XX, principios del siglo XXI, lo mismo. Entregar plata por matar. Y mataron a 6.402 jóvenes. Y eso no es corrupción en la prensa. Que juzguen al soldado y que juzguen al mayor y que juzguen hasta al general, pero el que escribió y firmó la resolución 039 del Ministerio de Defensa, por ahí anda en los clubes sociales, disfrutando. Los de corbata no van a la cárcel.

El golpe de Estado de las corbatas y Pegasus


Y no había pasado ese episodio, y nos encontramos con el presente. 

Entonces la prensa nos va diciendo que ‘metí las patas’, que qué pena con Colombia, porque en un club de las entidades israelíes de inteligencia, y otras, nos sacan por haber hablado. 

Es que lo decente era haberse quedado callado; el indecente es Petro por hablar, es el culpable por hablar. ‘Sapo’, dirán. ‘Qué sapo’. Por ahí me pintan así. ‘Sapo’, dirán. ‘¿Cómo se le ocurre?’.  En la televisión, que creen que es de ellos, cuando la Constitución dice que el espectro es del pueblo colombiano. ‘Cómo se le ocurre’, dicen ellos, hacernos pasar esta penota. 

Pero están pensando en los banqueros internacionales, no están pensando en el pueblo. 

¿Cómo se le ocurre haber dicho una verdad que estaba ocultada en los últimos pocos años? Hace tres o cuatro años.

Oiga, se llevaron un avión lleno de billetes y de dólares: 11 millones. Cinco millones y medio en el primer viaje y otros cinco millones y medio en el segundo, a un banco, por allá de una ciudad de Israel, y consignaron después de haber registrado ese dinero en la aduana israelí. 

Tuvieron el cuidado de registrarlo en la aduana israelí, porque si no allá sí los cogían presos. Pero no lo registraron en la aduana de Colombia, porque creían que aquí les iban a tapar el entuerto y la maniobra. 

Un funcionario público, que no registra la plata aquí, en su propio país, y sí la registra en el extranjero, porque allá le daban permiso de meter la plata en efectivo en el banco. 

Solo que el banco tuvo la decencia de hacer una alerta al Instituto de Cuidado de Lavado de Activos y de Financiación del Terrorismo de Israel, y por eso quedó registrado en esa entidad.

Y con esa plata compraron un software, que puede interferir todos los teléfonos de los que tenemos aquí, y no simplemente la voz; no solo lo guardado en el teléfono, sino todos los algoritmos de la comunicación de chat y redes.

Y lo compraron con un propósito.

El primero, interferirles los teléfonos a los muchachitos, a los jóvenes y a las jóvenes, que, con figuras en grafiti, con claves, que creían ellos, solo conocían ellos, no sabiendo que ya hay traductores del lenguaje juvenil de las paredes y de las canciones, cuyos cantantes van muriendo uno a uno.

Le voy a poner un trabajo, Gloria: averígüese de la vida de Samurái, un artista fundamental de Ciudad Bolívar, que aprendió a tocar los violines con su conjunto en la Bogotá Humana y quien, por lo que cantaba, terminó en un basurero de Ciudad Bolívar.

Fueron cayendo, uno a uno, muchos líderes en los barrios de Colombia, jóvenes, asesinados porque se habían levantado a pedir justicia. Porque se habían levantado. Porque creían que este país era de ellos. Y resulta que no. Se encontraron con que este país era de una minoría sanguinolenta, que estaba acostumbrada a matar y que era capaz de comprarse ese software para ubicarlos, casa por casa, en cada barrio, para irlos asesinando uno a uno, como ya habían matado en el pasado.

Y me vienen a decir que me tenía que callar, que qué indecencia, que el problema es Petro, por haber descubierto el entuerto y el crimen.

Así me lo dijeron, cuando descubrí que la cúpula de la Fiscalía le entregaba la lista de los próximos asesinados al DAS y a los grupos paramilitares. 

Y así descubrí que quienes estaban en la cúpula del DAS cogían la lista y hablaban con Macaco y con Jorge no sé qué y con Mancuso, para que cada uno de los entregados por la Fiscalía de Luis Camilo Osorio, que recogía de cada proceso judicial, fueran asesinados. 

Asesinados desde el Estado, asesinados desde el Estado, asesinados desde el Estado. Un Estado asesino es lo que yo he dicho que hemos construido a lo largo de este tiempo, que no es un Estado de la Constitución de Colombia, que no es un Estado Social de Derecho. 

¿Por qué la prensa quiere llenar sus páginas y sus tiempos hablando de qué crimen cometió Petro al hablar de Pegasus, y no del Pegasus? Y no del Pegasus, ni de los jóvenes muertos.

¿Habrá gente en la comunicación social de Colombia que tiene que ver con Pegasus? ¿Habrá gente de la oligarquía colombiana que tiene que ver con Pegasus? ¿Habrá gente de la política colombiana que tiene que ver con Pegasus?

Tanto miedo le tienen a la verdad. Y, sobre todo, cuando un Presidente de la República, ante su pueblo y por televisión, dice la verdad. Tan mal acostumbrados estaban a los discursos de los presidentes creyéndoles sus mentiras, que ahora les parece una bofetada que un presidente pueda decir la verdad.

Pues por eso. Por eso es. Es porque sacamos a un millón 600 mil personas de la pobreza, el año pasado, cuando ellos creían que íbamos hacia el colapso económico.  Es porque llevamos la inflación a cero, cuando creían que la íbamos a disparar. Es porque disminuimos la desigualdad en Colombia. Es porque les entregamos la tierra de los mafiosos incautada al campesino y a la campesina, y ellos querían que fuera para la mamá, para el senador y para la novia. 

Y no permitimos. Es porque se robaron ellos los bienes de los narcotraficantes. Oiga, son peores ellos que los narcotraficantes, entonces.

Es porque le hemos planteado al pueblo las reformas que se necesitan para que seamos una sociedad más próspera y más igualitaria, como ordena la Constitución Nacional. Por eso nos quieren sacar.  Ya no se aguantan a Petro en la Presidencia. 

Y entonces llegamos a lo mismo de siempre: a que no son capaces de aguantarse una democracia, a que no son capaces de que podamos caber todos. A que no son capaces de un Acuerdo Nacional. 

Quieren el Acuerdo Nacional, pero con todos ustedes arrodillados, y con ellos el látigo y la cadena.

Ese es el Acuerdo en que creen: que cómo el pueblo y ese Petro nos puede demandar, nos puede ordenar, nos puede quitar parte de los negocios. ¿Cómo? 

Les ofrecimos un Acuerdo Nacional y nos respondieron con una puñalada trapera, y la puñalada trapera consiste en dos cosas.

Plan criminal contra el Presidente

 

Foto: César Carrión - Presidencia

Por ahí hay un contrabandista que se sabe los nombres de todos los generales que le han recibido plata, para dejar entrar el contrabando por miles de millones de dólares todos los años en Colombia, mientras se quiebra la señora confeccionista en Madrid, cuando se quiebra la señora confeccionista en Medellín, en Bogotá, en el ‘Madrugón’ o en Cali o en la zona cafetera o en Ibagué.

Yo hice coger a ese contrabandista preso. Y ahí, sus amigos tratando de que no hable.

Entonces, ponen el billete para ver si Petro desaparece antes de diciembre.

Y se los voy a decir: con el billete que ponen compraron dos volquetas. Y gracias a mi amigo (Henry) Cárdenas, que tuvo que renunciar de la Fedetranscarga, no entró una volqueta. Ya debe haber entrado. 

Y la idea que tienen es llenarla de dinamita y explosivos y, con información interna de mis rutinas, hacer volar la volqueta a mi paso. Ese es el operativo de la muerte.

Y compraron los fusiles en los barrios en donde se movía antes el M-19.

Y uno de ellos le contó a un abogado gringo, que le contó a la DEA, toda la historia, y quién ponía además otra plática desde Dubái, dueño de las esmeraldas en Colombia.

Y dónde compraron los fusiles para guardarlos e incluso más o menos dónde está la casa donde los tienen guardados. 

Solo que la versión que le llegaba al Presidente no era esa. Llegó por ahí, por la DEA, vía Embajador.

La prensa: ‘Uy, es que Petro se pone botas el 20 de julio’. Las botas del Ejército me puse, porque el 20 de julio se conmemora libertad y Ejército Libertador. 

No, que se aplaquen las tensiones mientras el operativo seguía en su curso.

Y sigue hoy en su curso.

Y hay quienes tienen la información, porque otro señor salió en una cárcel pidiendo hablar, y le dijo a quienes tenían que escucharlo: es que yo escuché a tres del ‘Tren de Aragua’ diciendo que tienen un camión para volarlo a su paso. Y era la misma información.

Y dijeron: no, esa versión tampoco la podemos creer.

Y después apareció un pastor evangélico, en un aeropuerto, y le llegaron otros dirigentes religiosos, dijeron: qué susto, mire lo que escuchamos. Y otra vez lo mismo. En tres meses, o el Presidente sale de la Presidencia o se muere.

Ya hablará el pastor.

Y qué pasa entonces cuando uno encuentra a la gran prensa de Colombia diciendo: oigan, no crean, es que Petro está loco; oigan, no crean, que Petro está loco; oigan, no crean, que Petro está loco.

Cuando lo han dicho el Embajador de Estados Unidos, la DEA, el preso de la cárcel, los habitantes de barrio que eran simpatizantes hace 40 años del M-19 y se atrevieron a contarlo, porque no quieren que el único presidente del M-19 muera asesinado.

¿Qué, es que todos están locos? Tres versiones y todas son falsas. No, hermanitos y hermanitas, es que la mafia en sus diferentes versiones, incluida la política, no se aguantan a Petro y sus verdades.

No se aguantan su acción administrativa, no se aguantan que el presupuesto vaya para el que tiene hambre y para la indígena, para la mujer o el joven, que pueda abrir sedes universitarias públicas.

Hasta nos revolvieron la plata y la escondieron, debajo de nuestras narices, en el presupuesto nacional, por yo, de pendejo, meter dizque gente liberal y amiga y resultó ser traicionera.

Puñalada trapera, una y otra vez.

O Petro sale de la Presidencia, ordenaron, o lo matamos. Una de las dos, dice la orden mafiosa del poder en Colombia.

Y entonces cuántas veces he escuchado sobre mí: el Presidente de Colombia se asusta, como Alfonso López Pumarejo. Deja dividir las fuerzas, como Turbay y Gaitán, para que el fascismo ascienda el poder y genere la barbarie. 

¿Qué pasará si ellos, los que mataron a 6.400 jóvenes, los que condenaron a millones de campesinos al desplazamiento, los que hicieron una masacre tras otra, comenzando por El Aro, por El Tomate, por La Mejor Esquina y por tantos pueblos que yo denuncié, incluso como senador, como Macayepo o El Salado, etcétera, qué pasará si esa gentuza asesina llega de nuevo al poder en Colombia?

No quiero ser sectario. Y sé que las palabras de un hombre que esté en las funciones en las que yo estoy tienen que ser cuidadosas, como no las fueron las de Laureano Gómez en su tiempo, como no las fueron las de Turbay en su tiempo, como no las fueron las de Uribe en nuestro tiempo. 

Ellos podrían volver al poder.

Los acuerdos son posibles, el mundo lo demuestra


En El Salvador, el señor (Roberto) d’Aubuisson, que era un jefe paramilitar, que fundó una extrema derecha que llenó de sangre El Salvador, y que después de una guerra terrible, donde media capital quedó en manos del Frente Farabundo Martí bajo los fusiles, fueron capaces de hacer un acuerdo siguiendo el ejemplo de lo que precursoramente había hecho el M-19 en Colombia. 

No recuerdo la fecha, en 1992 o 1993, y d´Aubuisson y su partido volvió al gobierno, pero no mató más. Y el FMLN llegó al gobierno también dos o tres veces y no mató a ningún ciudadano más. 

Se pudieron alternar. Hasta Bukele, que ha sido del FMLN y ahora de la extrema derecha, está en el Gobierno.

Se pudieron entender hasta ahora, después de una guerra de décadas, de verdad, en un país así de pequeñito.

Y los franceses se pudieron entender, siempre lo digo, los que colaboraron con Hitler y ayudaron a matar judíos, y los que desde la guerrilla francesa fueron capaces de oponerse y entrar victoriosos y con las armas debajo del arco del Triunfo en París. 

Los primeros fueron los republicanos españoles, que ahora la prensa colombiana insulta diciendo que son terroristas. Como si Hitler les llamara más la atención que quienes derrotaron a Hitler.  

Claro que se pueden encontrar los acuerdos, el mundo nos lo demuestra y en cierta forma los colombianos.

Colombia no vio volver a morir un liberal por ser liberal en manos de un conservador, y viceversa.

Y entonces tenemos dos historias, como una especie de esquizofrenia colectiva. Tenemos una historia donde siempre nos matamos y tenemos otra historia donde nos reconciliamos, como en un amor apasionado de peleas, que llevan a la muerte apasionadamente y de reconciliaciones, algunas de las cuales ya se vuelven tarde.

El montaje del Consejo Nacional Electoral, CNE

 

Foto: César Carrión - Presidencia

¿Nos reconciliamos o peleamos? Esa es la decisi​​ón de hoy, que cada ciudadano colombiano, sea en la calle, sea en el poder, tiene que pensar. O nos enfrentamos de nuevo o nos reconciliamos. Pues yo pienso que hay una reconciliación posible. 

Que no es agachar la cabeza a la señora Maritza (Martínez, presidenta del CNE) al señor (Álvaro Hernán) Prada, el sindicado de haberle comprado los testigos a Uribe para tratar de salvarlo de la cárcel. 

El sindicado dirigiendo la investigación contra el Presidente de la República de origen popular. ¿Nos creen bobos? Y entonces dicen en la prensa: pero es que ese es el Estado de Derecho. 

Oigan, señores: el principio universal es que cualquier ciudadano o ciudadana de cualquier parte del mundo es juzgado por un juez natural e independiente. 

¿Cómo mi enemigo en la Cámara de Representantes, que me insultaba todos los días y pedía que desapareciera políticamente, puede ser mi juez natural e independiente? 

¿Nos creen bobos o qué? Y entonces que eso no es una trampa, sino que es el derecho. Pues con esa clase de derecho era que cogían a los jovencitos y los fusilaban en las calles y en las veredas.

Y entonces nos vienen a decir que el Consejo Nacional Electoral es un juez y que acepte su juez el Presidente. ¡Pamplinas! ¿Dónde está escrito eso?

Al Presidente de la República solo lo juzga una instancia que se debe al pueblo, la Comisión de Acusaciones, una sola, y eso que no debería tampoco.

El Presidente de la República tiene un fuero, que está escrito en las sentencias y que, por decisión constitucional y por decisión de tres sentencias de la Corte Constitucional, se ha preservado en Colombia, porque cuál hubiera sido la inestabilidad si cualquier persona puede tumbar al Presidente, y más un opositor político. 

Pero no, aquí en el caso de Petro había que quitar ese fuero de la noche a la mañana por tres magistrados que no tienen competencia para decidirlo ni competencia para decir que el CNE me puede juzgar.

Una trampa al estilo colombiano, lo que se llama una puñalada trapera.

Porque una vez digan, y sería el tema de discutirlo, pero el tiempo no nos da aquí, que con unos hechos que tienen que ver, vamos a explicarlo un poco, con que Fecode puso una plata en asamblea para apoyar la campaña y no nos la entregó a nosotros, sino a un partido político, entonces eso es sobrepasar los topes, dicen.

Oiga, unas empresas constructoras le pusieron la plata a Duque, y como Duque entendió que no es permitido que una empresa jurídica done plata a una campaña, como nosotros lo sabemos, se lo donó su partido Centro Democrático, y ahí no hay crimen. El crimen es si es Fecode, no si es una constructora privada, no es si es la dueña de las EPS, de Colsanitas, eso sí no es pecado. Ahí sí no importa.  

Es decir, hay una justicia para unos y hay una justicia para otros. Es crimen si el aporte lo hace un sindicato de obreros y de obreras, y en cambio no es crimen si lo hace un banquero, como Luis Carlos Sarmiento Angulo. 

¿Nos creen bobos? ¿Y con eso quieren tumbar al Presidente? 

Y sabemos del ‘Ñeñe’ Hernández y sabemos de Odebrecht, y eso sí no fue investigado.

En cambio, el aporte del sindicato, sí, que no va a la campaña.

Y después cogen la fiesta, en donde disfrutamos por la victoria, y dicen: eso que costó, sobrepasó los topes. Y no se dan cuenta de que la ley dice en qué momento empieza una campaña y en qué momento termina.

No se dieron cuenta de que la fiesta está después de que termina la campaña.

¿Nos cree bobos?

Y después dicen que los veedores, los que cuentan los votos –que los partidos ponen, porque es el derecho de la ciudadanía, y se hace después de la campaña, porque ya los votos están en la urna, y lo que hay que hacer es que no se lo roben–, entonces nos vienen a decir que sobrepasó los topes, cuando todo conteo de votos es después de finalizar las elecciones y un día después de que se acaba por ley la campaña. ¿Entonces nos van a sumar los gastos de después y los gastos de antes?

Caracol sumó los comerciales de la consulta, en donde no soy candidato presidencial, sino busco serlo, con los comerciales de la primera vuelta, y sumó, y entonces dicen que ahí sobrepasamos los topes, cuando es un simple error de una empresa, al sumar dos fases que la contabilista no sabía que eran diferentes.  

Y se inventaron el cuento del avión: no, yo soy dueño de un avión. ¿Y para dónde voy a coger con el avión? Hay como tres que están a mi servicio. ¿Para dónde cojo con ese avión?

Que de Daily Cop, que tiene una etiqueta atrás. Pues yo me he subido en aviones que dicen Avianca, que dicen no sé qué, qué dice sí sé cuánto, y me duermo a veces. 

Daily Cop puso el que alquiló el avión mucho antes de que empezara la campaña electoral, porque lo usó para una campaña de ellos, que no era electoral, publicitaria, y nosotros fuimos y alquilamos a la empresa el avión.

 ¿Y entonces porque dice Daily Cop entonces somos culpables de Daily Cop?

Hasta un periodista de Caracol Radio dice, cuando le descubrimos la trama al ponente del Consejo Nacional Electoral, es que contaron horas de permiso de vuelo, y no contaron las horas de vuelo de nosotros. Imagínense esa trampa. 

Y permisos de vuelo. Entonces dijeron: todos los permisos que le han dado a ese avión para volar todos los días durante el periodo de la campaña, se los dieron a Petro.

¿Y quién dijo eso, si la avioneta volaba para particulares? Lo único que estaba en el contrato es que cuando nosotros voláramos no se subiera nadie más a la avioneta, que los que dijéramos, por seguridad. Y entonces nos suman todos esos viajes y dicen: sobrepasaron los topes.

Chambones, vuelvo a repetir. (Álvaro Hernán) Prada ya había demostrado su chambonería siendo representante a la Cámara. Por eso está sindicado por la justicia, esa sí, penal, de Colombia. 

Y entonces con esa jerigonza ahí puesta por el comisionado de la CNE, porque ellos no son magistrados, ellos no son jueces, ellos no son poder judicial; ellos son un simple poder administrativo de las elecciones…

Entonces con eso, Benjamín (Ortiz), que es amigo de Alex Vega, que es amigo de Thomas Greg, que no le gusta que le haya quitado el contrato, que no se lo quité, sino que no resisto que pongan pliegos sastres y se roben la plata del pueblo y acumulen los datos de la Registraduría, de la seguridad social, de los pasaportes; entonces no les gusta a Thomas Greg que sea yo el Presidente, y a su amigote Alex Vega, que le entregó licitaciones. Y su amigo del alma Benjamín, se vuelve ponente, para ver si tumba al Presidente. 

Esos son los dos ponentes, imagínense para dónde vamos.

Y entonces vienen a decir: no, es que lo está juzgando su juez natural, no va a pasar nada, tranquilos, cuál golpe de Estado, dicen; duerman, duerman, no se den cuenta.

Y si esos magistrados hacen mayoría, entonces sobrepasamos los topes, según ellos, cuando no lo hemos hecho, y menos el Presidente.

Y entonces la Comisión de Acusaciones abre el proceso, no por delito sino por indignidad y el 109, como pide la Cabal, y en una votación de mis rivales políticos, que son mayoría, adiós, Presidente, y se acabó el 2022.

Y nos vamos a dormir y todo es tranquilidad, porque volvimos a la normalidad de Colombia, es decir, a quienes gobiernen, sabiendo que fusilan a los jóvenes y desatan la masacre.

Llamado a la movilización popular cultural


Pues en este momento corresponde tomar las decisiones, y son de ustedes.

Esta Asamblea Nacional Popular es la dirección del movimiento popular de Colombia. Todos ustedes, venidos de todas las regiones, no podemos dormirnos, porque nos quieren hacer dormir. 

Si ellos desatan el golpe de Estado, que no es con soldados, no es con generales, como con Pinochet, es con corbatas que lo van a desatar, con decisiones ilegítimas, ql golpe de Estado se le responde popularmente con una revolución.

Estamos en una etapa diferente de la movilización popular de Colombia.

Antes salíamos a una manifestación un Primero de Mayo, a una minga, antes. Después salíamos a llenar la Plaza de Bolívar, porque Ordóñez nos había sacado una y otra vez, y ganamos, demostramos la arbitrariedad de Ordóñez, y hay una sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, que aplica para este caso, para la misma persona, porque ninguna instancia administrativa puede quitarle derechos políticos a ningún ciudadano o ciudadana de Colombia.

Y después, nos enseñaron las juventudes barriales: aquí hay que durar un mes en las calles; no es una manifestación, como la que ustedes, Petro, hacen, eso es que se llegan a la plaza y después se van. 

Los muchachitos dijeron: así no es, esto es un mes y se necesita son dos meses de lucha popular, y nos enseñaron.

Solo que no es la barricada; son los centros del poder los que tienen que ver al pueblo de frente y tomar una decisión: o el pueblo es el dueño de Colombia o el poder se va abalanzar sobre el pueblo, una de dos.

Y entonces lo que estamos hablando es de la resurrección de un gigante de verdad, el pueblo de Colombia, vuelto multitudes permanentes, demandando y exigiendo la democracia, no sé si estaré vivo, ojalá, en ese momento.

Como Presidente constitucional de Colombia y hecho por el voto popular, le he ordenado al Ejército de Colombia y a la Policía Nacional, a la Fuerza Aérea y a la Armada, que no se levanta una sola arma contra el pueblo que exige democracia en Colombia. 

Esa orden está dada, y le pido a Laura (Sarabia, directora del DAPRE), que la escriban, porque mañana se entrega firmada y con sello oficial a cada mando de la cúpula militar y policial de Colombia. Es la orden del Presidente, y yo soy su Comandante en Jefe.

Esto no se dirimirá con armas, será pacífico, pero contundente: las corbatas y la mafia de un lado, y el pueblo colombiano todo del otro. Así será.

Y lo que se va a pedir, a exigir y a hacer es la aplicación cabal, inmediata y total de la Constitución Política de Colombia, firmada en la Asamblea Constituyente en 1991. 

La Constitución es nuestra única arma, además de la unidad y de nuestra fuerza. 

No habrá violencia, ojo, no es el ciudadano vecino, la ciudadana, el dueño del almacén. No el señor que vive mejor que nosotros, no. Esto es una hermandad del pueblo colombiano. Ninguna violencia contra un ciudadano o una ciudadana. La contundencia va a estar en lo pacífico, en lo multitudinario, en la multitud alegre, en la fiesta popular, porque alguien decía que la revolución es una fiesta, y tenía toda la razón.

Es desde nuestra serenidad contundente de multitudes rodeando al poder que definiremos esta situación: si gana la puñalada trapera o gana la democracia en Colombia. 

No será una guerra, no. Será una fiesta popular masiva, y por eso necesitamos de ustedes, como la dirección del movimiento popular en Colombia, jóvenes, mujeres, obreros, indígenas, etnias, LGBTI, todo.

Cultura, muchísima cultura. Yo le pediría a la juventud que hoy en cada video, en cada pared de Colombia, pinten un grafiti, canten un rap o lo que sea; demuestren los mensajes que hoy tienen que llenar el corazón del pueblo colombiano; tómense el arte y la calle y la pared; tómense los colores, las notas musicales; tómense la sabiduría artística para expresar el discurso que ya no sale en RCN ni en Caracol, el discurso de la democracia y de la juventud. 

Yo los convoco a ustedes. Cada uno y una de ustedes viene de una región de Colombia, muchas más difíciles, otras menos, en esta ciudad que se queda sin agua por no haber hecho caso del pueblo de Bogotá, que pedía menos negocios y más árboles y naturaleza. 

En todos esos rincones hay que constituir los Comités de Defensa del Cambio a nivel municipal, a nivel veredal, a nivel regional, esa es la tarea. 

Y ese comité no tiene para qué ponerse a pelear entre sí, ni a cerrarle el paso a nadie, porque es más joven o es más viejo o es mujer o tiene el color negro. 

Es una expresión de la democracia, y la misión de cada comité de esos es convocar a toda la población, el día que toque, los días, los meses que toque, para rodear al poder y cambiarlo y transformarlo, y poner por fin el primer día de realidad de la Constitución Política de Colombia, el primer día del Estado Social de Derecho, el primer día de una democracia multicolor en Colombia, el restablecimiento del derecho del pueblo, que es el voto popular en las elecciones del 2022, que puso su firma, su escritura. 

Las elecciones y el voto popular no son para burlarse y eso tiene que demostrarse en Colombia, no se burlan del voto popular del 2022. 

Les pido y le solicito como Presidente: abandonen esa estrategia de la trampa. Abiertos estamos al diálogo, pero no a arrodillarnos. Aquí estamos abiertos a discutir las reformas, pero las reformas siguen en favor del pueblo, no de los negocios. 

Abandonen la puñalada trapera, porque eso ya no funciona dentro de la sociedad colombiana. Esta sociedad colombiana soñó con una potencia de la vida y no se va a dejar quitar la potencia de la vida de sus manos.

Gracias, muy amables por haberme escuchado.

¡Viva Colombia, viva Colombia, viva Colombia libre y democrática!

(Fin/nmp/jr/fca)