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Discurso

Palabras del presidente de Colombia, Gustavo Petro Urrego, en la instalación del segmento de alto nivel de la COP16 y el lanzamiento de la Coalición Mundial Paz con la Naturaleza

Foto: Juan Diego Cano - Presidencia

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Cali, Colombia, 29 de octubre de 2024


Este es el segmento más político del evento, aunque todo es político. No hay ninguna actitud pública del ser humano que no sea política y, en esa medida, quiero referirme a algunos temas muy políticos alrededor de las discusiones que yo mismo he presenciado en diferentes reuniones internacionales COP, bastantes ya, para no entender el tipo de discusiones que se adelantan en el mundo: la falta de acción, diría, que se está presentando en el mundo alrededor de, en mi opinión, el principal problema de la humanidad.

​Cuando repito, una y otra vez, que estamos comenzando el tiempo de la extinción humana, creo que no estoy diciendo una exageración; no es una visión apocalíptica, aunque lo que estamos viviendo es peor que el Apocalipsis, el libro de San Juan, el último del Nuevo Testamento.

Los tiempos de la extinción obviamente traen contraculturas, traen expresiones políticas diferentes a las que la humanidad tendría; traen una especie de cataclismo civilizatorio, una crisis de la civilización, como tal, de la cultura humana, que solo puede ser seguida si no detenemos las causas de la extinción por una barbarie inmensa.

Le he llamado a eso: 1933 global. El año 1933 fue el año en que en Alemania Hitler llegó al poder. Pero ya no es en Alemania, ya no es en Berlín, ahora es en todo el planeta Tierra. Las expresiones políticas son expresión de la crisis climática, y trataré un poco de profundizar esto.

El hecho de la COP que han visto ustedes en Cali, su forma estética, que no solamente trae la diversidad de los pueblos del mundo a este lugar, poco conocido, que no sea por las personas adictas a la salsa, porque esta es la capital de la salsa del mundo, así la salsa se haya inventado en el Caribe. Es en el Pacífico donde se construyó su capital, no sé por qué razones, pero así es. Esto no lo creen los compañeros cubanos ni dominicanos ni de otros lugares del Caribe, pero a veces bailamos un poco mejor. Hice una competencia de esto en La Habana, en así que puedo decirlo con propiedad.

El pueblo nos está rodeand​​o en nuestras reflexiones

El pueblo en las calles, el pueblo rodeándonos en nuestras reflexiones, el pueblo diverso de Colombia, que es como la diversidad del mundo, porque, por razones de la historia, hace cinco siglos, prácticamente todas las sangres del mundo cruzaron por aquí, porque éramos el puente entre el Atlántico y el Pacífico, porque podíamos unir más rápidamente que cualquier otra vía a Europa con la China y el Japón, porque podíamos unir aquí mismo la América del Norte con la América del Sur: “El corazón del mundo", dijimos en mi pasada intervención, si se mira de determinada manera histórica, no solamente por una ubicación geográfica, porque trajo tras de sí una enorme diversidad humana que ustedes ven en las calles, en los colores de la piel, en las maneras de hablar el español y otros idiomas.

Somos el cuarto país en lenguas del mundo, pero no son conocidas, no es conocida Cali, no es conocida nuestra biodiversidad, que es la segunda más grande del planeta, y solo pasando estas cordilleras tenemos la biodiversidad por metro cuadrado más grande de todo el planeta Tierra.

No se encuentran tantas especies, animales y vegetales, en un metro cuadrado que en el Litoral Pacífico colombiano, por sus lluvias, por los vapores de su océano, etcétera.

Por tanto, hacer la COP16 de biodiversidad en Cali no ha sido un acto de generosidad o de coincidencia; es que aquí está la capital de la biodiversidad del mundo.

Por eso, el que el mundo conozca esta ciudad por estas razones, no por otras, alejándonos ya de las violencias de siempre, construyendo una sociedad mucho más equitativa, tolerante, a pesar de la diferencia de los colores de la piel, ojalá económicamente mucho más justa, podremos demostrar en cierta forma que es el pueblo el que tiene que tomar las decisiones alrededor de la vida de la especie humana.

Que hay un tanto de déficit democrático, y esto tiene que ver con la política, cuando nos reunimos de COP en COP, a veces en lugares donde no llega un alma, porque pareciera que quisiéramos hacer la toma de decisiones, que tienen que ver con la vida de cada persona, que tienen que ver con la humanidad, lejos de la humanidad.

Nos preocupa que la humanidad proteste, nos preocupa que la humanidad quiera tomar las decisiones, nos preocupa la democracia global, cuando estamos tratando ni más ni menos que de la vida misma de la humanidad, en el comienzo de los tiempos de extinción.

Esas COPS en medio del desierto, esas COPS en medio de la nieve, esas COPS en medio del mar, sin gente, sin pueblos, donde, y discúlpenme que lo diga así, la burocracia y los que hacen la política, entre comillas, se reúnen para tomar decisiones a nombre de los demás, y los demás son miles de millones de personas, muy diferentes a ellos, no es más sino antidemocracia, no es más sino temor a que la humanidad tome en sus riendas el control de su planeta para salvar la vida del planeta.

Porque hay intereses. Y entonces la demostración de esta COP16, ojalá sea la primera, no la única; lo quisimos hacer así, en un país que queremos que sea democrático, aún no lo es; en un país que queremos que sea justo, aún es el segundo país más desigual socialmente de la Tierra; en un país que queremos que sea pacífico, aún sus niveles de violencia son altos, en un país que queremos que se reconcilie con la naturaleza, aún vive de rodillas detrás del carbón y del petróleo.

Hay que meterle​s democracia a las decisiones

Desde aquí entonces podemos, con alguna autoridad moral, decir algunas cosas: hay que meterles democracia a las decisiones; un nuevo sistema mundial tiene que ser recreado, que junte las bases de la sociedad humana y la civilización humana a la toma de decisiones fundamentales.

La intermediación burocrática, pongámosle ese término, solo tiene que ver con una razón: el que puedan predominar ante las voces de la humanidad los intereses de la codicia.

Es la codicia la que está guiando el quehacer alrededor de temas tan fundamentales como la crisis climática o la muerte de la biodiversidad, que no es más que la muerte de la vida, que no es más que sino la muerte de la humanidad, la codicia contra la vida, la codicia contra la humanidad.

Y entonces no se habla de temas que, en mi opinión, tienen que hablarse en la academia, en los libros, en las discusiones y en la política de las sociedades.

La codicia tiene un modo de producir. Hay un modo de producir que busca la ganancia y, tras la maximización de la ganancia, la maximización de la destrucción del planeta y de la vida. Uno o lo otro. A esa discusión no hemos llegado. Se necesita otra manera de producir, otro modo de producir para resguardar la vida planetaria y la vida de la humanidad.

Si esta pregunta se contesta afirmativamente, las soluciones son de la política, no de la técnica, solamente. Y si las soluciones son de la política, las soluciones son de los pueblos del mundo.

Otra manera de producir alejada de la codicia que equilibre producción, consumo, sostenibilidad de la humanidad en el planeta y no simplemente la sostenibilidad de la codicia, del ganar más.

Y aquí podríamos poner unos ejemplos concretos: el petróleo, cuya palabra casi no se pronuncia en la COP del Clima. Una de las sorpresas que yo tuve en las primeras COP a las que entré, era que había pisos de empresas petroleras como patrocinadores o que se hacían en países petroleros. No niego que se pueda discutir ahí, pero por qué con tanta insistencia.

Ahora va a comenzar, después de Azerbaiyán, a donde iré, unas COP. Esta (En Cali) es la primera en un país de la biodiversidad, que no del petróleo, así parte de la sociedad colombiana no lo sientan. Y después en Brasil, allá en Belém do Pará, la 30.

Belém do Pará es un lugar mágico, porque el gran río Amazonas, un océano de agua dulce, llega al océano de agua salada y se junta. Y gracias a esa juntura, en medio del calor, se junta el calor de las aguas con la corriente gélida que viene de la Antártida. Y eso es lo que genera la gran selva amazónica, que nos trae el agua, por ejemplo, a la ciudad capital de Colombia, Bogotá, con 8 millones de habitantes.

¿Qué pasa si se detiene la corriente gélida de la Antártida, porque se derritieron sus hielos? ¿Qué pasa si el río Amazonas se seca, como hoy? No hay selva, no hay agua en los Andes y no existe más el pulmón del planeta.

¿Qué pasará con la humanidad? Algunos creen que viviremos en burbujas artificiales, de atmósferas creadas por nosotros, en un sueño de ingenierías, de mega-ingenierías que no son reales. Con nosotros pasará que comenzaremos a morir.

Bien, esos sitios geográficos de la COP que empiezan a construirse en terrenos de la biodiversidad, me parecen que pueden ser definitivos. La COP 16 de Cali y la COP 30 de Belém do Pará deben ser definitivos, puntos de inflexión, donde no sigamos haciendo lo mismo.

El mercado muere​​ antes que la humanidad

¿Quién cree que, para solucionar un problema del tamaño de la crisis climática, que es la contaminación de toda la atmósfera planetaria por las fábricas de la codicia, se va a solucionar con los mismos métodos de siempre?

Por televisión, a veces, uno observa a los grandes expertos neoliberales de la economía dominante diciendo las mismas barbaridades: que el mercado va a superar por sí mismo la crisis climática si se pone una tasa carbón. Así podemos morir hasta el último ser humano pensando que el mercado nos va a salvar. El mercado muere antes de la humanidad.

Que es simplemente dejar jugar la libertad de mercados. Ayer (Mariana) Mazzucato me decía que Adam Smith nunca habló de libertad de mercados pensando en el Estado, que se debía ir, según nuestros actuales economistas, sino del mercado libre de rentas, es decir, de los máximos niveles de codicia, para que pudiera producirse una sociedad alrededor de la producción y no de la renta.

Volver a estudiar a Smith o los economistas clásicos me parece muy importante hoy; porque olvidados en las facultades de economía y oyendo a través de las facultades de economía y de televisión la misma retórica crematística, como la llamaba Aristóteles, la economía de los negociantes y no la economía científica, no sabemos cómo resolver un problema como la crisis climática. Y solo llegamos a que, si los proyectos son rentables reciben préstamo. Y para superar la crisis climática, los proyectos tienen que ser rentables.

¿Es rentable qué hacer con los habitantes de las islas del Pacífico o del Caribe que ya se hunden? ¿Es rentable qué hacer con los ocho millones de habitantes de Bogotá que hoy racionan su agua 14 horas a la semana, cuando la ciudad fue construida sobre un lago, y cuando la codicia la hizo ver como un lugar hermoso de especulación humanitaria hasta que el agua no alcanzó?

O en cualquier lugar del planeta. Cualquier ejemplo nos serviría para saber que la crisis climática no se resuelve a través de la rentabilidad ni a través de la tasa de interés, y que, si seguimos ahí obsesionados con que el mercado financiero, actuando libremente, va a resolver los mecanismos de financiación del comienzo de la extinción de la humanidad, simplemente nos estamos equivocando, cuando se nos agota el tiempo, donde no podemos perder ya ni un segundo ni una hora del tiempo humano, del tiempo vital.

Aquí están representados también los intereses petroleros. El petróleo no tiene la culpa, ni el carbón, ni el gas; no son más sino los detritos de tiempos vivos del pasado, que nos enseñan que en el pasado hubo mucha vida y se acabó.

El petróleo no es más para nosotros sino la significancia de la muerte, absorbida por el planeta y vuelto energía, combustible que nosotros usamos para la codicia, para la reproducción ampliada del capital, esa relación económica en donde unos ganan, muy pocos, y los demás trabajamos para ellos, y se nos llevan el trabajo ajeno y nosotros no vivimos bien, y ellos sí, y ellos consumen mil quinientas veces la contaminación que arrojan hacia la atmósfera, por encima de cualquier trabajador o trabajadora del mundo. Cada uno mil quinientas veces más que cualquiera de sus trabajadores o trabajadoras.

En la explotación está la explicación del fin de la humanidad, porque la otra cara de la codicia es la explotación de los seres humanos.

Petróleo sacado de las venas, decía un dirigente indígena, Roberto Cobaría, U'wa, en los límites entre Colombia y Venezuela, es sacarle la sangre y la vida al planeta, decía él, hace 25 años, más, 30, cuando todavía no hablábamos de crisis climática. Y le decían loco los periodistas: cómo se le ocurre detener el desarrollo. Porque allí en sus tierras había una posibilidad de explotación petrolera. Primero el petróleo y no pensar en que es la sangre del planeta, decía Cobaría. Y sus indígenas se opusieron con éxito a una explotación petrolera.

Tenían toda la razón del mundo. Incluso contra la ciencia de ese momento. El pensamiento indígena y el saber ancestral tenían muchísima más razón que los economistas y científicos de la empresa Oxy, creo que era, que quería explotar las tierras de la comunidad indígena.

Los países más riesgos​​os de la Tierra son los que más emiten CO2

Pues, veámoslo hoy: qué se ha hecho con los dineros del petróleo, extraído en una parte de la geografía planetaria, parte aquí; nuestros vecinos, Venezuela bloqueados hoy, una parte de la sociedad literalmente muriendo de hambre, en un suelo que es de los más ricos del mundo, si valoramos a precio de mercado el petróleo.

Millones cruzaron por estas tierras y están aquí, millones. Los suecos se asustan de la migración siria, y son doscientos mil. Por aquí pasaron tres millones de venezolanos, y no nos asustamos, porque los consideramos nuestros hermanos. Y siguieron hacia el sur, y ahora van hacia el norte, hacia los Estados Unidos, que fue el que ideó bloquear a Venezuela.

Víctima de su propio invento, el bloqueo no es sino un bumerán que se tira contra un pueblo para matarlo y regresa al propio pueblo de quien lo tiró. Después se vuelven fascistas, porque no quieren esos migrantes, ni haitianos ni cubanos ni venezolanos ni colombianos ni latinoamericanos, en los Estados Unidos. Discriminación étnica, discriminación igual que en los tiempos de la esclavitud. Solo son buenos para trabajar forzadamente dieciocho horas, pero cuando hablan de derechos no son buenos y tienen que ser expulsados.

Bien, ¿el petróleo a dónde fue cuando es consumido en las grandes fábricas de la codicia? Una parte a la atmósfera, es el problema, ese es el problema. Mientras no asumamos ese problema, no resolvemos el problema. Si el petróleo y el carbón van a la atmósfera, morimos. Y, por tanto, en las fábricas de la codicia se está construyendo no la riqueza del mundo, no la estabilidad económica del mundo, sino que se está construyendo la muerte de nosotros mismos, de nuestros hijos, de nuestros nietos, de todos y de todas.

Y la otra parte del petróleo se vuelve dólares y euros, y va a los fondos de capital de Wall Street o de la City de Londres. Y esos fondos de capital no les prestan a nuestros países a bon marché, a altas tasas de interés, y nosotros vivimos endeudados con esos dueños de los bonos de la deuda, que además de la tasa de interés de mercado, le ponen un plus que llaman WACC o que llaman prima de riesgo.

Entonces nuestros países viven y nuestras economías y nuestra sociedad y la mayor parte de la humanidad viven pagando una prima de riesgo que no es del mercado, porque dicen que nosotros somos riesgosos. Nos ordeñan, literalmente. Nos explotan, literalmente, en una economía que está estancada y en crisis desde el año 2008, pero que consume cada vez más petróleo y más carbón.

La riqueza en dólares del petróleo se vuelve deuda de nuestros países. Y nos la cobran a tasa de interés, más prima del riesgo.

Yo me pregunto hoy quién es más riesgoso económicamente en el mundo. El riesgo no es si se pierde el dólar, el riesgo es si se pierde la vida.  ¿O no? ¿O es más valioso el dólar que la vida? A tal conclusión filosófica y cultural ha llegado el mundo de la codicia: ¿es más valioso el dólar que la vida?

Pues pareciera que en Gaza nos están demostrando, todos los días y todos los segundos, que sí, porque son capaces de arrojar bombas de millones de dólares sobre niños y niñas, solo porque son árabes o solo porque eran los verdaderos dueños del lugar y los quieren sacar a la fuerza.

Más valioso el dólar que la vida, entonces se entiende por qué en las reuniones de los dirigentes políticos del mundo no se toman las decisiones que toca tomar para salvar la vida en el planeta. No importa la vida, importa el dólar, así esos dueños del dólar vayan viendo que la muerte se acerca a sus fronteras, como el huracán del Caribe que entró a Miami, el centro del dólar para América Latina.

Yo me pregunto: ¿no son más riesgosos esos países? Si yo, en vez de colocar las unidades de medida en dólares, lo coloco en CO2 arrojado a la atmósfera, es decir en las unidades mortíferas contra la vida, no obtengo otros resultados que cualquier teórico economista debería presentarnos si fuese intelectualmente honesto: no las unidades monetarias sino las unidades de la vida que, en su contrario, son unidades de CO2 equivalente.

Los países más riesgosos de la Tierra son los que más emiten CO2, es decir, los países ricos. Y dentro de los países ricos, la parte de la sociedad más riesgosa es la que más CO2 emite, es decir, los ricos de la Tierra, los mega-ricos, los dueños de twitter y de las redes y de los medios de comunicación y los dueños de la política en los centros del poder mundial.

Son ellos los que nos están matando. Son ellos a los que no les importa ni los niños de Gaza ni los pueblos de África ni los pueblos de Latinoamérica, que no quieren que entren a sus fronteras después de que han secado sus ríos, después de que han dejado sus tierras infértiles, después de que han acabado con la alimentación básica, después de que han acabado con las condiciones de vida, porque las han chupado a través de sus enormes emisiones de CO2 a la atmósfera, produciendo la crisis y el colapso climático.

¿Un discurso más, de siempre? Quizás. Porque desde siempre ha luchado la humanidad contra la injusticia, siempre ha luchado la humanidad por la igualdad y la libertad, siempre se lo han impedido a la fuerza, pero cada vez la humanidad tiene más fuerza. Es el discurso de la humanidad luchando por la esencia del ser humano, que es ser libre y que es ser igual.

Y hoy lo tenemos de nuevo presente en nuestro planeta. ¿Por qué nos ponen una prima de riesgo si los de la prima del riesgo son los ricos del planeta, medido en CO2 equivalente?

¿Nos hemos dado acaso cuenta de que, si eliminamos la prima del riesgo, tenemos más capacidad como países para invertir en el clima y en la vida? ¿Dónde se toman esas decisiones?

La doble labor mortal ​del petróleo

Pues, veámoslo. Si el petróleo genera dólares y van a los fondos de capital y los fondos de capital prestan a los países del Tercer Mundo con prima de riesgo, pues el petróleo está haciendo una doble labor mortal, no por culpa de ese material: genera el CO2 que va a la atmósfera y produce el problema, porque lo usan para ampliar y maximizar la codicia y, al mismo tiempo, el dinero que se produce termina endeudando a toda la humanidad, empeñando, embargando el futuro de la humanidad, para pagar la prima de riesgo, y no para invertir en el clima, adaptar el país para que no muera la gente por la crisis climática y solucionar y mitigar la crisis climática.

La China es el dueño de la mayor parte de la deuda del mundo. ¿Socialistas o capitalistas? Porque yo volvería a plantear un poco los principios socialistas. Socialismo es salvar la vida colectiva, antes que la ganancia particular. Y hay que discutirlo de frente. Una alianza de China, en la alianza por la paz, implica cambios al interior de cada país.

Nosotros aquí dejamos de contratar exploración de gas y de petróleo. No saben ustedes la enorme crítica que me hacen: bobo, me dicen, porque queremos afincar la economía de Colombia, muy pequeña frente a la China, queremos afincarla en la vida: potencia mundial de la vida, dijimos aquí.

Yo creo que tenemos razón. Este país puede ser muchísimo más rico pensando en la vida que pensando en la muerte que nos ha rodeado.

Pero no es solo China. Es el FMI. Es la Europa, que no mira el bombardeo y el genocidio, como no miró en 1942. Es los Estados Unidos, que está dirimiendo si los propios nazis a los cuales combatió al lado de chinos, al lado de soviéticos, al lado de los pueblos del mundo, antaño, ahora contra los mismos ex aliados, deja subir los nazis al poder.

¿Vamos a salvar a la humanidad así? ¿Nos asustan las corrientes latinoamericanas de seres humanos llegando a la frontera con Estados Unidos? Pues se rompe, se logran dominar, si hay prosperidad en el sur, si este potencial de energías limpias que tenemos en este pedazo del planeta pueden servirles para limpiar su propia matriz energética. Ellos consumen 1.200 gigas de energía eléctrica al año, y nosotros tenemos un potencial de 1.500 gigas de energía limpia.

Entonces la codicia y la sensación de no dejar que los otros puedan ser también ricos no permite un pacto en las Américas que solucione la migración, porque si en estas tierras no hay hambre ningún latinoamericano se va de estas tierras hermosas al desierto. Ninguno. Pero hay que tener para comer en esta fertilidad. Pero tampoco tendríamos unos Estados Unidos arrojando chimeneas mortales a la atmósfera.

Un pacto de las Américas implica un pacto de los pueblos. Hemos dicho: ¿por qué no cambiamos deuda por clima? Porque si en vez de pagar dólares al dueño de los bonos, el FMI lo convirtiera en un pago también al dueño de los bonos, pero a partir de salvarles la vida a sus hijos y sus nietos, salvando la vida de toda la humanidad, cuidando la selva amazónica, cuidando el río, cuidando el Congo, cuidando que no emitamos nosotros mismos CO2, ¿entonces no sería un esquema financiero muchísimo más sostenible y eficaz, incluso dentro de la manera de producir de la codicia?

Discutir esto pareciera estar prohibido, aunque cada vez más se habla de ello. Nosotros no salimos de la crisis climática con los mismos métodos de hace una década, dos, cinco, un siglo. dos siglos, cinco siglos. Este es el comienzo de la extinción y, por tanto, se necesitan métodos y políticas de urgencias inmediatas y que no habíamos visto antes.

Sí, señores, hay que hablar de poder público de nuevo, no de mercado. No digo que se quite el mercado. Digo que el poder público debe existir y regular.

Esta vez no es un poder público nacional, es un poder público global. Y un poder público global democrático, una democracia global, solo es posible si los pueblos del mundo pueden hablar todos sin bloqueos, sin diferenciaciones religiosas o políticas o de sistemas, si la humanidad puede ser y tener poder, porque una democracia global qué es sino una humanidad con poder, por encima de los intereses y la codicia particular.

Poder público mundial. Planificar, palabra también satanizada y escondida del lenguaje de la política correcta. No es el ser humano el que planifica, nos dicen, es el mercado, que como una especie de dios extraño nos planifica la vida. ¿Quién dijo eso? Nos ha planificado es la muerte. ¿O qué produce la crisis climática sino es la codicia dentro del mercado?

Entonces no podemos planificar, como humanidad, en dónde podemos invertir los dineros atesorados que hoy se invierten en deudas usureras en los generadores de la energía limpia, y en dónde se puede emitir la energía limpia, ¿no podemos planificarlo?

Ah, que es que toca en África, que es que toca en África del Sur o toca en América del Sur, que esos son los excluidos del mundo.

Bueno, y si somos potentes en la energía limpia, ¿no es la vida de cada ciudadano norteamericano o europeo o chino, que depende de que nosotros, donde está el potencial de la energía limpia, la podamos generar?

¿Y eso no significa planificar? Porque qué mercado va a hacer que se genere energía limpia en las tierras del África o en las tierras de América del Sur, si nos consideran altamente riesgosos, porque no somos del país de la codicia.

Planificar poder público, maneras de producir diferentes, relaciones entre los seres humanos diferentes, alrededor de la producción, una geopolítica diferente. Porque, claro, quien genere las energías limpias puede tener más poder, sale del petróleo y entra a los espacios de la energía limpia. Democracia global y no dominación del mundo.

La dominación del mundo no trae sino Ucrania Palestina, Siria, Libia, Irak, y nos va introduciendo ese método al interior de nuestros propios países, uno por uno, en un dominio que solo lleva a la muerte de la humanidad. Democracia global es lo que necesitamos.

Aquí esperan ge​nerosidad de ustedes

Así que esta COP16 ojalá sea un punto de inflexión, porque sí quisimos adrede, premeditadamente, que esta COP no fuese una reunión en una alta montaña llena de nieve, aislada de la humanidad, sino que pudiera sentir la carne, el calor, la generosidad, el espíritu de la alegría de una región como el Pacífico y como Cali, a donde llegaron los esclavos traídos a la fuerza por españoles y franceses y portugueses, en una de las ignominias de la humanidad, también por codicia, porque era para sacar el oro.

Aquí esas comunidades construyeron sus pueblos, su cultura, recordándola, y le colocaron ese ají, ese picante, a la alegría colombiana y latinoamericana, de la cual nos sentimos muy orgullosos.

Aquí están los sabios indígenas, arriba, en las montañas: saben qué pasa con la inteligencia artificial si consume agua irracionalmente. Saben qué pasa con la inteligencia artificial si consume petróleo y carbón irracionalmente. Nos hablan sin haber pasado por las universidades del mundo.

Aquí están los pueblos campesinos, que saben que sin su alimento moriríamos. Aquí está el pueblo de la fiesta. Aquí está el pueblo de la salsa, el pueblo de la alegría y de la cultura, rodeándonos. Aquí no hay una amenaza del pueblo contra ustedes. Hay generosidad y manos tendidas, porque esperan de ustedes que esa misma generosidad se tienda también con una mano no solo al pueblo de Cali, del Valle del Cauca, sino a la humanidad entera. Aquí nos rodean la alegría y el calor humano.

Quisimos que fuera así, quisimos que el pueblo se tomara la COP, porque los pueblos del mundo tienen que tomar las decisiones para una revolución mundial, que es lo que necesitamos en realidad.

Un viejo amigo mío, al que no conocí y murió, fundador de donde yo milité al principio, decía: la revolución es una fiesta. Es el momento de comenzar una fiesta mundial, porque si no la comenzamos nos van a llenar los pueblos y ciudades de cementerios, y eso no queremos.

Gracias por haberme escuchado, muy amables


(Fin/fca)

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