“Le voy a pedir a la ministra que priorice la vida sobre el negocio, es decir que modificando las vigencias futuras, es decir, la inversión de aquí hacia adelante, en 10 años por lo menos o 15, podamos decirle a Colombia que, si esa norma se aplica y se respeta y se cuida, podamos solucionar completamente el problema de agua potable para la población y el saneamiento básico para devolverle a la naturaleza el agua de la de que tomamos de ella, que eso vale 100 billones de pesos".
Bogotá D.C., 23 de julio de 2024
El cambio que hemos tenido en el gobierno, obviamente, tiene algunas causas, tiene unos porqués, los ministros, las ministras que salen hicieron una labor intensa, dura, de choque, porque cuando se trata de cambiar, indudablemente, es más difícil que cambiar que continuar lo que se hace que la inercia, la inercia, siempre es más fácil, el cambio es muy difícil, el cambio, trae enemigos, trae sanciones, trae persecuciones, trae discusiones muy interesadas, no tan a lo Habermas, donde el cálculo no se hace presente, eso no existe, la discusión racional sigue siendo una quimera alcanzable, a veces por pedazos en momentos se consigue. La democracia necesita de la discusión racional, no de la decisión calculada.
El cálculo siempre está articulado, en el fondo, al interés particular y muchísimo de este interés particular a la codicia, la discusión racional está más articulada al interés general y el interés general al bienestar y al derecho de la sociedad.
En la política y en la discusión pública administrativa, se da más, lamentablemente sobre todo en países como Colombia, la discusión calculada que la discusión racional.
Tanto en los espacios de esa discusión pública, el Parlamento o la prensa, las conferencias, la Universidad, incluso, como en los espacios internos, ya en la sociedad, ya en los salones fríos de este palacio etcétera, prima el diálogo calculado.
Vivienda y hábitat
En vivienda indudablemente hay dos grandes hechos que hay que cambiar. Una es el interés del gran empresario en la vivienda, que no es que no ayude en la solución de una parte de este problema, que es la ausencia en calidad y la ausencia en cantidad de un hábitat, no solamente de la vivienda que sola no sirve para solucionar los problemas de hábitat de una persona.
El hábitat necesita el parque, el árbol, la escuela, el sitio donde ir a comprar, el sitio espiritual incluso donde reflexionar, etcétera y la vivienda sola es simplemente unas paredes con unas ventanas.
Es cambiar la visión de viviendas y hábitat es todo un esfuerzo, en los gobiernos distritales Bogotá, Medellín y algunas otras ciudades logrado ya, en el gobierno nacional no se ha logrado. En el gobierno nacional se habla de vivienda y no de hábitat y dentro de la vivienda hay otro criterio muy recortado y es que no mira el tema calidad de la vivienda, que es donde más déficit tenemos sino el de cantidad de la vivienda, que es el que intentan disminuir, nunca logran disminuirlo por completo.
En calidad de la vivienda, la mitad de las grandes ciudades de Colombia y buena parte de la vivienda rural son faltas de calidad, medio construidas, medio derruidas, medio incompletas, medio sin servicios públicos, en lugares sin hábitats, de calles sin pavimentar y estrechas con materiales que pueden ser derruibles, vulnerables, etcétera, etcétera.
Por lo menos la mitad de esa vivienda tiene problemas, no es sino que mirar la ciudad de Bogotá, salir un poco del centro, incluso antes del centro y encontramos el déficit de calidad de la vivienda en Colombia y del hábitat, aires contaminados, aguas que no son potables, etcétera.
Ese trabajo está por hacer, nunca se ha encaminado desde el gobierno nacional y no se ha encaminado desde el gobierno nacional porque importa muchísimo más el otro tema que es la cantidad de vivienda.
En realidad, no importa mejorar una vivienda lo que importa es hacer una nueva, una nueva obviamente no es para todas las personas, la mayoría no quiere salir de su lugar, la vivienda nueva es para la pareja nueva, para el joven que se va de su casa a vivir independiente o porque se acabó una o porque una familia tiene la posibilidad económica de cambiar de hábitat, que no sucede en la mayoría de las familias.
Esa vivienda nueva se hace a escala industrial, se hace en las ciudades más grandes, se hace donde hay terrenos disponibles y siempre habrá una búsqueda de terrenos que ocupan áreas que no deberían ocuparse, sea por el riesgo de vivir ahí, pasa en Bogotá, sea porque se está destruyendo un territorio que es muy importante para el agua y para el medio ambiente, eso no importa.
El todo es construir vivienda nueva y permitir que quienes la hacen, que no es una familia como antaño, que no es un conjunto de amigos que se juntaban para tirar la plancha como antaño, trabajadores viene de las costumbres indígenas de la minga, sino que es una empresa grande que necesita capital generalmente a crédito, que vende con unas tasas de interés, es un negocio financiero que da ganancias si se logra capturar las rentas de la tierra que los economistas clásicos definieron muy bien, que no vamos aquí a hablar del tema porque sería otra conferencia.
Lo que sí vamos a hablar es que al quedarnos exclusivamente mirando el tema de hábitat como la construcción de vivienda nueva en escala e industrial y poner todo el Estado al servicio de ese que es un negocio, simplemente un negocio, que para poder hacerse tiene que ser rentable y que puede condenar, primero a muchísimas familias a no entrar a ese mercado porque no puede, la tasa de interés lo impide, la cuota inicial se convierte en la barrera fundamental, etcétera.
Y que aun entrando muchas familias tienen que irse, a mi casa y que me tocó el turno cuando me pusieron las multas, fueron a embargar mi casa, solo porque había tenido la prevención de volverla patrimonio familiar no me la quitan, después de haber pagado un poco de plata, entonces de interés. Eso le pasa a cualquier cantidad de personas en el país y ese es el modelo y el sistema que tenemos.
Hay que cambiarlo, no en el sentido de anularlo, sino de que es una parte y no más de toda una política pública que debe dirigirse hacia el hábitat para todos los sectores del país, tener techo hace parte de la dignidad de la vida y entonces ahí el reto, que es un cambio y que no es aceptado, porque saben que entonces el dinero público que no estira, que no es infinito, tiene que darle a una parte, una parte de ese dinero y tratar de construir una integralidad de políticas, dentro de ella, la vivienda rural, que es donde está el mayor déficit.
Pero no hay empresa capitalista que la mire, tiene que ser el Estado y tiene que ser la comunidad campesina, entre esas, la persona, la familia, generalmente la señora de la casa, porque es un tema muy femenino, que quiere arreglarla, no quiere irse de ahí, quiere es mejorarla, a mi mamá le pasa constantemente.
Y, entonces, dónde están los sistemas que permiten ayudar a una familia con escasos recursos a mejorar su vivienda, no hay crédito para eso, ahí no aparecen programas ni de crédito, ni de subsidios, ni de ayuda pública, ni nadie piensa en eso y resulta que ese problema lo tiene por lo menos la mitad de la población colombiana.
Querer mejorar la casa, es querer vivir mejor, a veces usar la plancha para hacer un piso donde el hijo o la hija viva, de mantener la familia unida o a veces simplemente arrendarla y el aumento de la oferta para arrendar también bajaría los arriendos, mejorando la vida de otras personas que aún no pueden o no quieren tener una vivienda propia.
Entonces aquí tenemos todo un campo que es el reto que ahora le dejamos a la ministra (de Vivienda) Helga (María Rivas).
El reto es el agua potable y el saneamiento básico
La otra parte del Ministerio de Vivienda es el agua potable. Aquí sí que tenemos un grave problema en Colombia. Los gobiernos, durante décadas, no han tenido como prioridad el agua potable y sin agua no hay vida, la tasa de mortalidad infantil está altamente correlacionada con el agua potable, si no se soluciona el agua potable los niños y las niñas mueren, nos lo demostró La Guajira, en donde hemos corregido y bastante el problema, ya La Guajira no es el lugar de Colombia donde más niños y niñas mueren de desnutrición, dicen, pero la desnutrición es una manera de decir por falta de calidad del agua Colombia.
La revolución del agua: un derecho fundamental para todos
Colombia necesita una revolución del agua. Voy a poner estos números, la ministra anterior hizo una evaluación a mano alzada, no es una cifra exacta, para saber cuánto deberíamos gastar, si quisiéramos que el 100% de los colombianos y colombianas tuviéramos dos servicios básicos: el agua potable de verdad potable y el saneamiento ambiental, que es volver a entregar esa agua ya sucia por nosotros a la naturaleza en una forma relativamente limpia. Esas dos cosas valen 100 billones de pesos, según la ministra.
Si tuviéramos 100 billones en un año, pues se podrían entregar para entrar en un proceso de solución integral del agua en Colombia, no lo tenemos, lo hemos tenido, no en un año, en varios sí, pero cuando uno mira el pasado de la inversión pública en 10 años, en 15 años atrás, lo que encuentra es que efectivamente hemos invertido 100 billones de pesos de inversión pública, pero no en agua potable.
No nos ha interesado, a los que han gobernado aquí, sino en autopistas 4G con peajes y con negocio de concesión que le entrega un particular, muy rico, el negocio. Ahí sí se ha ido la plata.
Entonces la sociedad colombiana podría pensar esa priorización de la autopista 4G, que vemos ya muchas terminadas, ha sido mejor que priorizar el agua potable.
Hay que pensarlo, los que están detrás de la propuesta dicen es que el país se desarrolla así, es que sin carreteras no podemos, las carreteras que teníamos, pues una acordémonos, etcétera.
Que la demora, que la lentitud, que la carga no llega a tiempo, carga generalmente importada, porque importamos más que lo que exportamos y lo que exportamos no lo hacemos por carretera, porque es petróleo y carbón, lo hacemos por tren y por tubo, y entonces la carretera realmente, cree la persona que es para pasear, pero solo unos pocos pueden pasear en carretera y muy de vez en cuando, la carretera se usa cotidianamente es para la tractomula y la tractomula para cargar y la carga viene de los puertos hacia acá.
Y entonces esa priorización es válida o debemos priorizar el agua potable y el saneamiento básico, es decir, el agua. El agua es la vida, la carretera, en buena parte, el negocio.
Priorizamos la vida, priorizamos el negocio sobre la vida y yo le voy a pedir a la ministra que priorice la vida sobre el negocio, es decir que modificando las vigencias futuras, es decir, la inversión de aquí hacia adelante, en 10 años por lo menos o 15, podamos decirle a Colombia que, si esa norma se aplica y se respeta y se cuida, podamos solucionar completamente el problema de agua potable para la población y el saneamiento básico para devolverle a la naturaleza el agua de la de que tomamos de ella, que eso vale 100 billones de pesos, si el cálculo está bien hecho, y que en 10 15 años debería volverse una realidad, lo cual significa priorizar la inversión en agua potable casi que en primer orden en el presupuesto nacional.
Recuperando la Educación Pública: un camino hacia el progreso
Y salgo de ahí y entro educación que está más difícil todavía, por qué educación pública fue desfinanciada, desde que reformaron la Constitución del 91. Ahora la derecha anda diciendo que respeta la Constitución del 91, pero se la tiró, la dañó en uno de sus aspectos fundamentales, que deberíamos retomar ministro, y ahora le comento cómo, porque para eso estamos aquí para subsanar el daño hecho.
La Constitución de Colombia decía en su artículo, ya no me acuerdo el número, los ingresos para la educación pública crecerán más que proporcionalmente que los ingresos corrientes de la Nación, punto. Ingresos corrientes de la Nación son los impuestos, cómo crecen los impuestos en Colombia, en general esos son ingresos corrientes.
Crecen algo cada año, cuando hay reformas tributarias dan unos altos, pero el presupuesto de la educación pública, ni el que se descentraliza el municipio, ni en el que participa la Nación, crecen ahora más rápidamente que esos impuestos, es decir, ya no es cierto que un porcentaje cada vez más alto de los impuestos de los colombianos y colombianas se dedica a la educación pública.
Eso quería la Constitución del 91 y la Constituyente y me parece que era una razón sabia, no solo válida, sino sabia, porque es como una familia que le crece el salario a la mamá y al papá y entonces no deciden gastarlo en cerveza, sino en una mejor educación para sus hijos.
Un papá y una mamá que están pensando en el futuro de sus hijos y en lo más inteligente que es dar una buena educación. De esto sabe la mayoría de las familias de Colombia
Sin embargo, el Estado comportándose como un padre y una madre, en lugar de tomar este principio hizo dos reformas sobre la Constitución del 91, quitándolo los recursos al crecimiento financiero de la educación pública y llevándolos en el tiempo de Andrés Pastrana a salvar banqueros, para no quitarle a los bancos que estaban quebrados, en una crisis financiera que hubo en el 98, y después, de manera permanente, Álvaro Uribe que decidió que se recortaban los recursos de la educación para llevarlos al Ministerio de Defensa, con el fin de comprar armas y adelantar una guerra, que le escuché a (Paul Joseph) Goebbels en alguna conferencia que veo ahora por internet en el día de hoy que llamaba él la guerra total.
Muy, muy sintomático el tema que nosotros hablamos de paz total, Goebbels hablaba de guerra total y le propone a la sociedad alemana de dedicar el máximo de la prioridad a esa guerra, Goebbels era el jefe de comunicaciones de Hitler, de los nazis.
Y entonces hoy lo que hemos concluido es que algo parecido se hizo en Colombia. Sin protesta mayor, toda la sociedad colombiana aplaudió que parte de los recursos presupuestales que debían ir a sus hijos en educación fuesen a salvar a los hombres más ricos de Colombia, los banqueros, y a hacer una guerra total, que aún sigue en nuestros campos y no hablar de paz, y entonces cambiamos los libros por las bombas y una sociedad que hace eso no le pasa más, sino lo que le pasó a la sociedad alemana de los nazis: su destrucción.
En el caso colombiano su autodestrucción, que es lo que estamos viendo en estos días.
Nosotros debemos recuperar esos recursos y debemos garantizar que haya un salto en la calidad y cantidad de la educación pública en Colombia, pública.
Por qué la educación pública, porque es la que va a dos terceras partes de la juventud y la niñez colombiana.
Si solo se piensa en una tercera parte la educación privada, que es muy mala para la mayoría, más mala que la educación pública, la educación privada solo es buena y de ahí su fama cuando educa a los niños y niñas de la clase más rica de Colombia.
Pero cuando educa a los niños y niñas de los de Bosa, de Kennedy, por hablar de Bogotá no más que el padre y la madre pensando que el colegio privado es mejor lleva a sus hijos ahí, resulta que es peor que el colegio público que está en la esquina, es la peor educación que se recibe en Colombia, es un negocio.
Y entonces, ¿qué hacer? y aquí el reto del ministro nuevo. Ministerio de Educación, tal cual el Ministerio de Vivienda, pero en un asunto todavía más sensible, está absolutamente penetrado y tomado por funcionarios del largo aliento, tienen un siglo lo que va del siglo gobernando aquí, todo destinado a proteger y fortalecer la educación privada y han descuidado por completo la educación pública en Colombia. Es la privatización de la educación.
Y usted se va a encontrar esos muros ahí y los tiene que romper completamente si queremos cambiar el horizonte de Colombia.
Eso qué implica que, por primera vez, haya un presupuesto que se invierta en sedes públicas de la Universidad, prácticamente lo que yo he destinado ahí, 3 billones 800 mil pesos no se ha gastado, y la primera parte, en el año 2023, se refundió, se fue a gastar en otras cosas, no cuidaron ese dinero y no se movieron hacer sedes públicas, el ministro (Alejandro) Gaviria nos debe eso a Colombia, que habló conmigo sobre cómo priorizar esos recursos.
Y escondieron el artículo que tenía que ser aprobado en el Congreso en donde se permitía que el fondo de construcciones del Ministerio de Educación, que por ley hace colegios de secundaria y primaria, pero no hace sedes públicas universitarias, ¿por qué? Entonces nosotros queriendo ampliar esa facultad para hacer sedes universitarias desde el Ministerio de Educación, el articulito se refundido también, nunca fue presentado al Congreso de la República.
Y entre los miedos de enfrentar una burocracia privatizadora, entonces llevamos dos años en donde el programa está detenido, y eso no puede ser en el gobierno del Cambio. Entonces usted tiene la misión central de lograr, en el poco tiempo que nos queda, que haya un resurgir de la gratuidad de la educación pública superior y de la cobertura de la educación pública superior. Yo me alargo en esto, pero es que toca.
La salud pública: un deber ético y social
Acaba de suicidarse una niña, una joven, de una universidad privada muy prestigiosa en Colombia, la Universidad Javeriana, que siendo residente, allá tiene su propia clínica privada, muy buena.
Era residente ahí, ¿no? Y se suicidó. ¿Cómo una joven puede suicidarse cuando tiene la vida por delante?
Pues llegan y aparecen, es que es culpa de ellas, que es culpa de la familia, no conozco bien los casos, ni los móviles, ni puedo hablar mucho del tema, pero indudablemente hay un aspecto ahí, que no se quiere mostrar, que no se quiere discutir, porque da pena o porque muestra una podredumbre en la política pública, y es la política de educación en el sistema de salud en Colombia.
Yo llegué aquí al FOMAG (Fondo Nacional de Prestaciones Sociales del Magisterio), que es la salud de los maestros, ellos decidieron que la manejara una aseguradora pública, que ha hecho lo mismo que las aseguradoras privadas, el dinero se esfuma con unos operadores privados, que siempre son los mismos y que manejan los políticos.
Y entonces entra mucho dinero, pero sale muy poco para la atención de los maestros y las maestras, al punto que el 36% del magisterio que da educación pública está enfermo, las enfermedades son la diabetes, la depresión, la presión arterial alta, el cáncer.
Y qué le pasa a un país cuando casi el 40% de su fuerza educativa está enferma y grave y enfermedades que tienen que ver incluso con la mente.
Pues hay un problema de la política pública, es que no se le está entregando salud a los maestros, hay un divorcio. Cuando fui a mirar el problema y a tratar de cambiarlo, que no hemos podido, porque entonces reproduce en el modelo privatizador contra las órdenes del Presidente, de volverlo preventivo y abierto a la escogencia libre del maestro y la maestra, entonces encontramos que el Ministerio de Salud no está en el Consejo Directivo del FOMAG y si están trabajando en la salud y aquí empieza a haber un divorcio, que se ve en muchísimas partes, entonces, cómo es la educación del médico y la médica y la enfermera, primero centralizada no están todas partes de Colombia.
Entonces el que quiere estudiar medicina tiene que venir a Bogotá o a Medellín o a Cartagena o a Cali, muchos la mayoría no pueden y si logran por casi que por milagro entrar a la Facultad de Salud de la Nacional, por ejemplo.
Entonces, el tipo de educación ha venido variando de tal manera que no solamente está centralizada, sino que es de élite.
Están enseñando es hacer, cómo se hace para ser rico con la salud, cómo se especializa de tal manera en que en su vida pueda recoger recursos para vivir bien, lo cual no es ningún pecado, pero se les olvida enseñar la mayoría de las enfermedades de la gente en Colombia, que es lo que llamamos medicina general, atención primaria, sistema preventivo.
Cómo se logra educar una familia para que no coma lo que le va a enfermar, al señor a la señora, a los niños, se vuelve pecado decir no tomen gaseosa, porque la gaseosa tiene un propietario muy rico que es propietario un canal de televisión y entonces no se les puede enseñar a los niños y a las niñas que tomar gaseosas es malo porque puede generar diabetes y diabetes no es curable hasta donde sabemos, dura toda la vida, y cuánto hay que gastar en el sistema de salud para controlar el que la persona no muera por esa enfermedad.
Y entonces esa educación no se imparte, se le imparte al que va a ser médico o médica o enfermera, incluso competir, tener éxito ganando billete, si es transformando con plástico las mujeres en los barrios ricos, hacerlo, pero no se le están enseñando la salud pública, no se le está enseñando el trabajo colectivo, el querer al compañero y la compañera, el trabajar juntos, juntando los cerebros, quizás los corazones para investigar la enfermedad, no se le está enseñando ir a donde están los pobres a cuidarlos.
Uy, ¿cómo así? y resulta que ese es el deber de Hipócrates, el deber y el juramento del médico y la médica y entonces se les va a transformando en obreros y obreras de un sistema en donde unos hacen las ganancias y los demás trabajan para ellos y por eso la presión y por eso ese tipo de enseñanza y por eso esa joven quizás se suicidó.
Porque los oprimen, porque la educación es de esclavos, porque no es una educación democrática, no es una educación para un servicio público y un derecho que hay que garantizarle a toda la sociedad colombiana.
Y entonces, en esta tarea de cómo expandir las sedes públicas universitarias, hay que expandir la Facultad de Ciencias de la Salud en toda Colombia.
Cómo que hay que llevar médicos a La Guajira desde Bogotá, que no conocen la cultura, que no conocen el clima, que no están para eso. En vez de educar indígenas wayuu, y guajiros y guajiras en la medicina, en la enfermería, en las ciencias de la salud, por qué no hacerlo en todos los rincones de Colombia, que tendríamos entonces una mejor salud y quizás un derecho garantizado.
Si Colombia no llega a las fronteras del saber no es sociedad, se autodestruye en la violencia y en la barbaridad. El camino para la riqueza general de la sociedad, no para unos pocos, el camino para desarrollarse como sociedad es el camino de la educación y esa educación tiene que llegar con calidad a todos los rincones de Colombia y a cada persona, eso es lo que nos hace improductivos, eso es lo que nos hace pobres, es lo que nos hace desiguales y nos hace violentos, la mala educación que es una responsabilidad del Estado o sea de los otros.
Y entonces, he aquí los retos entre otros que tiene el nuevo ministro de Educación que romper dentro de su ministerio y que quizás romper dentro de la sociedad colombiana.
Bueno me alargue mucho. Entonces gracias por haberme escuchado muy amables felicitaciones a todas y todos.
(Fin/dme/for)