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Discurso

Palabras del presidente Gustavo Petro en el acto de graduación del curso 120 de oficiales, promoción ‘Teniente Coronel Edison Andrés González Huertas’

Foto: César Carrión - Presidencia

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“Entonces, ante la mamá del coronel Edison Andrés González, yo no puedo entregar solamente una bandera, sino abrir el camino de que no vuelva a ocurrir, de que aquí no nos matemos más, de que ya no se puede, a nombre de revoluciones, que es una carreta mentirosa".

 

Bogotá, 1° de noviembre de 2024


En esta noche fría, así todas las que nos toca vivir por aquí, podemos presentar una serie de datos que son una evaluación de lo que hasta el presente durante este Gobierno ha sido una labor en manos de la Policía Nacional, y en general de la Fuerza Pública, no sin antes felicitar al curso que se acaba de graduar. Ese curso tiene unas especificidades que es bueno recalcar.

Como siempre, hay un alto porcentaje de mujeres, esta vez no llegamos a la mitad, pero casi, casi cuarenta por ciento, 110 mujeres y 173 hombres, de 283 tres hoy subtenientes y que se graduarán como Administradores Policiales.

Aquí hay una serie de grados, pero me interesa recalcar sobre todo que, de esos 283 subtenientes, 139 son homologados en comisión de estudios, y allí 134 de 283, mucho más, bueno, algo parecido a la mitad de la cifra total, entraron a la Policía Nacional como patrulleros. De hecho, el primer puesto, acabamos de condecorar, ese primer puesto ha sido la subteniente Leydi López Delgado, fue patrullera. Queda por evaluar, de acuerdo a la cifra del señor general de la Policía, un patrullero logra mejores condiciones para ser subteniente.

Porque esto tiene que ver con una propuesta que hice, incluso en la campaña electoral, y que hoy es una realidad. No puede haber una línea, un muro social que separa la base, ni de la Policía, ni del Ejército, ni de ninguna de las armas de la Fuerza Pública, de abrir las puertas de las oportunidades de su propia carrera, su propia entidad, su propia fuerza, debe abrirles. Si hay una muralla y no pasa de abajo hacia arriba a nadie, no tenemos una Fuerza Pública democrática, tenemos una Fuerza Pública aristocrática, que es diferente.

Así ha sido antaño, muchos tiempos atrás se pudo borrar eso, si no, recuerden ustedes, entre el día en que se configuró el Ejército Nacional de Colombia, cuando estaba el general Bolívar, y el momento en que desapareció, porque lo borraron por decreto en la mediados del siglo XIX.

Ultimo general, como una y otra vez he repetido, fue el general (José María) Melo, que fue el único indígena presidente de Colombia, gracias a que los obreros de Bogotá así lo decidieron. No duró mucho, ocho meses, lo destruyeron y fue a morir, después de una larga peripecia, el último oficial general del ejército de Bolívar, en Chiapas (México), donde está enterrado, donde el presidente saliente (José Manuel) López Obrador lo buscó, desenterrando huesos de la fosa común.

Un poco me recuerdo el gran poema de Antonio Hernández, Miguel Hernández, ya me va a sacar en la portada, la de siempre, Miguel Hernández fue un poeta español, soldado, republicano él, murió casi que en la cárcel, apenas lo liberaron, murió por su situación de salud absolutamente débil después de la tortura, se salvó de ser fusilado por el dictador, dictador que es de los que más larga historia ha tenido en la historia europea, y creó ese poema que habla de cómo desentrañar la tierra para encontrar la honorable calavera de su amigo, también había buscado, y es una hermosa canción hoy, que algunos le oyen, poco ya, de alguien que homenajearon recientemente en su España, es de Cataluña, (Joan Manuel) Serrat.

Algo así, algo así a veces nos toca hacer en Colombia, enterrar, y nos tocó, y aún no hemos tenido éxito, en una fosa común que le pedía al Gobierno de México, verificara de acuerdo a las normas científicas para que encuentra, ya está bajo examen varios restos, el general Melo, el último general del ejército de Bolívar, pueda ser enterrado como ex Presidente de la República en el territorio colombiano, en Chaparral, ojalá lo logre, pero aquí nos enseña esa época, esa historia, que los indígenas podían ser generales, que hace que ocurrió, si no hubiese sido así, un negro no hubiera podido ser el gran almirante de Colombia, si un indígena no hubiera podido ser el último general del ejército libertador, no hubiéramos obtenido la independencia nacional, y no seríamos la república de Colombia.

Tumbar​ muros en las instituciones

​Esa enseñanza hay que traerla al presente, obviamente las condiciones de la historia son diferentes, ha cambiado el mundo, ha cambiado de alguna manera nuestro país, pero hay lecciones de la historia que no se pueden olvidar: no hubiéramos sido independientes sin los indígenas, sin los negros. La prueba es que cuando quisimos serlo, sin los indígenas y sin los negros, en 1815, fuimos fusilados y derrocados, porque una élite blanca, hija de españoles, no podía construir una república democrática.

Fue Bolívar el que nos enseñó, Santander, los generales y coroneles de ese ejército, muchos extranjeros, los que nos enseñaron que sólo un ejército, el pueblo, sin barreras, podía construir una nación como Colombia. Y ese mensaje de la historia yo he querido restablecerlo ahora, siglo 21, que ustedes son una demostración de ello, porque 134 patrulleros, patrulleras, hoy son subtenientes, y de ellos seguro, no lo veré yo, alguno que otro, quizás decenas, vuelvan generales.

No simplemente debemos quitar los muros dentro de las instituciones nacionales, estatales, sino que esa es la señal para que la sociedad entera lo haga, porque si bien aquí y hoy lo demostramos, un general puede ser negro, vamos a tenerlo, y una patrullera puede ser el primer puesto de su grado, de su curso, y quizás pueda ser no sólo subteniente, sino que, en su vida personal lo decidirá, ascender hasta la máxima graduación.

Entonces esto no es una enseñanza entre nosotros, no es el recorderis de una historia que se olvidó, que se quiso que se olvidara, porque después de ese ejército libertador nos dedicamos, como le aconteció a Bolívar y al almirante Padilla, el almirante negro, hijo de indígena wayúu y de negro, que se liberó en La Guajira, se liberó a sí mismo, pues estamos enseñándole a la sociedad que no puede haber ese muro en la sociedad. Y existe hoy un muro que es el que nos está haciendo matar entre nosotros, es el que no permite construir una nación tal cual nos enseñaron en los orígenes de la República, nuestra propia historia, la diferencia entre 1815, 1819, 1810, yo diría 1780 y pico, ya olvidé, el día del levantamiento común.

Una sociedad desigual no es capaz de construir una nación

​Vivo cerca del Puente de El Común (a la salida de Bogotá), o vivía, y no quiero alejarme de él porque allí en ese puente traicionaron al pueblo trabajador que venía de Santander, de Boyacá y de Cundinamarca, incluso pasó por donde yo estudié en Zipaquirá y allí se quedó en su parque. Lo que hoy tenemos es algo diferente, es la segunda sociedad más desigual del mundo, y una sociedad tan desigual no puede construir una nación, se mata entre sí y se autodestruye.

Esa es la lección que nos da la historia y yo quiero repetirle, y estoy aquí para eso, no sólo para mencionarlo, sino para intentar devolver los procesos de la desigualdad para que volvamos a pensar en lo que pensamos cuando nuestros bisabuelos decidieron tomar las armas en ese ejército y construir la libertad y la independencia. Igualdad, libertad y solidaridad.

Aquí hay un ejemplo pequeño en cierta forma, pero grande, porque es una institución que decide dar esos pasos, como en general la Fuerza Pública los está dando, no sólo la entrada de la mujer al poder, sino la lucha por la igualdad y la libertad, la equidad, en donde nadie por el color de su piel pueda y deba ser excluido. Los tiempos de la esclavitud terminaron.

Ahora, aquí el nombre del curso, Teniente Coronel Edison Andrés González Huertas, que frente a mí ha llorado su madre, no se puede reemplazar un ser humano por una bandera, y yo sé que no puedo reemplazar ese ser humano que cayó en El Tarra en el año 2023 en Norte de Santander, y que nos muestra un fracaso, y yo digo fracaso, entonces vuelven a titular. Un fracaso mío, pero dura 75 años ese fracaso, antes de nacer, y es de todos los presidentes desde ahí hasta la fecha, y es un fracaso del pueblo colombiano, o de unos individuos apenas por ahí, porque estamos fracasando como sociedad en construir la paz.

La paz en concreto es que un colombiano no mate a otro colombiano o colombiana, eso es la paz. Ninguna nación grande, estemos de acuerdo o no con ella, llámese Estados Unidos o China o Alemania o Europa o Japón, ninguna sociedad grande hoy, es grande porque se maten entre ellos. Esa es la manera de ser pequeño, de autodestruir una nación, es lo que le pasó a Yugoslavia y a todas las repúblicas que nacieron allí, es lo que les pasó a muchos países del Asia Central y es lo que está pasando hoy en el Medio Oriente o al norte del Mar Negro.

Ahí no salen naciones, salen genocidios, salen depravaciones y prácticamente la decadencia de los pueblos, de la cultura, de la sociedad, que es lo que nos está pasando ante nosotros.

Porque el coronel Edison Andrés González Huerta fue muerto, asesinado por un colombiano, están presos varios, seguro relativamente jóvenes. Aquí lo he dicho en todas las ocasiones, en estas noches frías y a veces lluviosas como la pasada, si un negro joven mata a otro joven negro no hay nada que hacer en Colombia.

Si un joven indígena mata a otro joven indígena, ¿qué estamos esperando? Si un joven, cualquiera que sea el color de su piel, mata a otro por codicia, porque al final es por codicia, codicia ilusoria porque nunca llega a ser un multimillonario por el camino del narcotráfico, los narcotraficantes viven muy poco. Pues simplemente no hay República, no hay posibilidad de nación, perdemos tiempos y vidas innecesariamente.

Aume​​ntan las incautaciones de droga

​Me han entregado, no tengo aquí los datos exactos, un informe de las Naciones Unidas de una ciudad que se dedica a ese tipo de cosas.  En la COP 16 hace unos días hablé con el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, porque tengo dudas del informe. Economista (yo), pero el informe muestra una serie de cosas a las cuales hay que ponerle mucho cuidado, porque va a determinar si son ciertas o se acercan a la realidad el futuro de Colombia, y nos dice que ante la cifra que aquí tengo, del Ministerio de Defensa, el crecimiento de las incautaciones de cocaína, hemos pasado de 632.083 en el año 2023, el año en que murió asesinado, porque no, murió en combate, el Teniente Coronel Edison Andrés González Huertas, y este año hasta la fecha en que vamos, de 632.083 kilos certificados pasamos a 728 mil, de acuerdo a estas cifras, un 15 por ciento de incremento de un año para el otro. Y ya el 2023 había incrementado también respecto al primer año del anterior Gobierno.

Una cifra que uno diría positiva, no es fácil, digamos, aumentar la operatividad, el riesgo, la inteligencia, la mayor parte de esto se recoge en el mar, a veces otras fuerzas a las que se les informa que va un submarino, va una lancha, etcétera, o hace poco equivocaron hasta Francia, porque era una isla cerca de Australia francesa y entonces creyeron que era Francia.

Pero no es fácil aumentar esto, estar pendiente de que la corrupción no termine evadiendo los operativos, porque toda esta gente dueña de esta cocaína no está en los campos, no está en la montaña, no está en las trochas, ellos están en Madrid, en Miami, o en Bogotá, o en Medellín, o en otras ciudades, para no ser... ellos viven en los barrios ricos, viven en los clubes sociales, almuerzan en los restaurantes de mayor, de mayor costo, que se asusta uno al ver la carta, ¡cómo diablo se paga esto!, y ya no me... no puedo ir a los restaurantes.

Pero uno se da cuenta, se meten en las oficinas del Estado y son hasta amigos de los funcionarios públicos del más alto nivel, estos señores los estamos capturando, salen afuera todos, pero por lo menos ha caído el capo de no sé qué cosas, el capo de sí sé cuándo y han resultado italianos, y mexicanos, y croatas, y rusos, y gringos, y al alemán fue uno, y colombianos obviamente, son los dueños de esta cocaína, y esperaban dinero por esta, ya ha caído.

¿Cuánto valen 728 toneladas a precios, kilos a precios, ojo, 728 toneladas a precios del internacional del kilo en Nueva York, o en Londres, o en Madrid, o en Canberra, ¿cuánto? Si uno hace la multiplicación, pues tendríamos deuda externa, la economía estaría boyante, mucha gente aquí tendría carros finísimos, Ferraris, Lamborginis, no sé qué vainas, y nosotros destruimos esto, destruimos esto para que otras sociedades no se degraden, esa sí que es una discusión científica: si se degradan o no, porque en mi experiencia aquí he observado a los Estados Unidos pasar de una droga a otra, de la cocaína que era el principal comprador, a una palabra que yo no conocía en la campaña electoral que se llama fentanilo, y el fentanilo mata a 100 mil personas, a ellos cada año, mientras la cocaína no, o sea, ¿qué saca una sociedad de pasar de la cocaína al fentanilo?, me pregunto yo, es pasar a la muerte, que nos pone a cuestionar la política contra las drogas, y ahora voy a explicar por qué.

Porque si el Teniente Coronel, como mucha otra gente, ha muerto en manos de un joven al servicio del narcotráfico, probablemente, entonces ha muerto es por conseguir estas cifras, como muchos otros, a pasar de 632 mil kilos a 728 mil kilos o 728 toneladas, él ha muerto por eso, y los jóvenes que son asesinos, pero que también caen por ahí asesinados por todas partes, sobre todo en los lugares de las rutas, el tráfico, pues mueren por esto, o sea, porque ayudaron a un narco, o sea, porque no están ayudando al narco, por cualquier razón mueren, contamos miles y decenas de miles, y si hacemos la cuenta en toda Latinoamérica, de acuerdo a una ONG dedicada a eso, ha muerto un millón de latinoamericanos, la mayoría colombianos y colombianos, cada vez somos menos, pero encabezamos la lista.

Se duplicó la productividad de la hoja de coca

​Y entonces, ¿cuál es el resultado? Porque uno diría, les estamos dificultando su negocio, era lo que yo pretendía desde el primer día de mi Gobierno, dificultar de tal manera el negocio, que ya no sea rentable, o poco rentable, o menos rentable, y otras actividades lícitas puedan instalarse en el territorio, ahí sí, en manos de los campesinos que cultivan hoja de coca.

Pero cuando llega el informe de Naciones Unidas hace dos semanas, sobre el año 2023, nos hace el informe este año, entonces nos dice que la productividad de la hoja de coca se duplicó en un año, eso es lo que me da dudas, porque no he observado ningún cultivo en el mundo que en un año duplique eso, pero solo dejo que son dudas. Como todo estudio científico, pues hay que examinarlo.

Duplicó la productividad, es decir, que la misma área sembrada, que tiene un poquito más de hectáreas, produce el doble en el 2023 que en el 2022. Entonces estas cifras, tan difíciles de conseguir, quedan en la caneca de la basura. Muerte de nuestra gente de uno u otro lado, jóvenes la mayoría, fue el sacrificio perdido, perdido.

Ese informe de Naciones Unidas me dejó bien, cierto. Ahí dijeron que la culpa es del Gobierno. No, la productividad no crece por culpa del Gobierno, porque han reemplazado una especie por otra. Es mucho más productiva, han hecho, son capaces, tienen el dinero de coger la biotecnología, la genética, y adaptar las plantas para que den más cocaína, la hoja.

Este simple crecimiento del 15 por ciento, son matemáticas de bachillerato, se creció la incautación un 15 por ciento, pero la productividad creció 100 por ciento, regla de tres, cada vez incautamos menos de lo que se produce. Cayó la incautación respecto al potencial de... cuando tenemos más toneladas incautadas.

Pareciera una guerra de nunca acabar, y así ha sido, guerra no acaba, guerra no acaba por esto, porque ya no son, eso olvidémonos de eso, los viejos, antiguos, combatientes de grupos que querían cambiar un Estado por otro, pensando que era mejor cambiar. Eso no es lo de hoy, ellos no vienen a Bogotá, no están pensando en donde duermo, o donde discutimos en las reuniones, o están pensando en exportar más y más cocaína, viven de eso. A los jóvenes de fusiles no les dan sino dos o tres millones de pesos mensuales, eso es mucho más de lo que hoy un joven en cualquier lugar de ellos, de sus lugares, puede tener.

El nuevo Estado nos dijo, no le pueden dar plata sino a la extrema pobreza, yo estoy de acuerdo con eso, que en esas zonas la juventud, zonas de conflicto, la juventud que vive ahí está toda en la extrema pobreza, no había necesidad de eso, a menos que hubiera una duda ahí terrible, de que iban a utilizar los recursos de jóvenes en paz, en política, estando jóvenes de otro estrato para que voten después por quien les da la plata, ¿no?

Pero, ¿qué hacemos en esas zonas si, en realidad, el negocio de la cocaína, que subió de precio la hoja de coca, les da más a los jóvenes que lo que puede dar cualquier otra actividad?

Hay un dato peor, está en ese informe y que me parece que es cierto, porque cuando yo digo, sube el precio de la hoja de coca, luego se vuelve más rentable todo lo que de ahí sigue, pues como economista digo, o bajó la oferta, que sería lo que creía antes del informe de la ONU, o subió la demanda en el mundo, no en Colombia, en el mundo.

Entonces me pongo a ver el informe a ver cómo ha subido la demanda, no fue en Estados Unidos, subió un poquito, está reemplazando el fentanilo, a ellos les salva vidas, qué paradoja, porque el fentanilo los mata mucho más, pero donde está subiendo se llama China, un millón seiscientos mil consumidores, India, un millón cien mil consumidores, y hágame el favor: si proyectamos hacia el futuro, unas cosas una sociedad de 50 millones de habitantes, de 200, en Estados Unidos parece haberse detenido su porcentaje de consumidores, y otra es una sociedad de cada una de mil cuatrocientos millones de personas, entonces estamos en una guerra de nunca acabar.

Si no cambiamos la política, entonces estamos, no vamos a solucionar esto de frío, me gusta hacer matemáticas en la noche, pero realmente tenemos que pensar esto, si nos vamos a seguir matando entre nosotros, 70 años más, 100 años más, cuándo va a acabar eso, esto tiene que cambiar, no puede ser, la sociedad colombiana no puede ser sacrificada, porque eso es lo que nos está pasando: los muertos recorren las rutas, Haití, general, Haití, hemos hablado bastante de este tema.

Apo​yar a la Policía de Haití

​Haití es como una región nuestra, pero es una nación, fue la nación que nos ayudó a ser libres, Bolívar, nos dio barcos, nos dio armas, nos dio tropas, nos puso una condición, liberen los esclavos, pero incumplimos, y es una nación hoy de las más pobres del mundo, destruyeron su Estado, por ahí pasan las rutas del narcotráfico hacia Estados Unidos, nosotros le debemos nuestra libertad, todos negros, la mayoría que se libertaron a sí mismos recogiendo la bandera de los franceses que después le cobraron por liberarse.

Bueno, en Haití tenemos que hacer algo nosotros, he hablado también en la COP16 con el presidente transitorio de esa república, y él me dice, ¿qué podemos hacer, presidente?, le pregunté, me dice, fortalecer la Policía, antes de cualquier negociación, esto está lleno de bandas, el 50% de los niños y niñas de Haití los utilizan en las bandas de campaneros, etcétera, la mitad de la niñez.

¿Qué va a hacer de esa República?, ¿cuántos años?, pues yo creo que hay que fortalecer su policía aquí, ustedes, ahí, paraguayos, costarricenses, etcétera, uno o dos, tenemos que traer 100, 200, para que se vuelvan oficiales y puedan conducir su policía, no para venderse a las bandas que tienen plata, sino para reconstruir su nación, tal como fue el mensaje del general Petión, el que nos ayudó a hacer libres a nosotros, ahí podemos aprender cosas indudablemente y enseñar, yo voy a ir a Haití, más que ir a París.

Pero en nuestras regiones colombianas donde sufrimos lo mismo, la necesidad de la transformación del territorio se vuelve fundamental, porque si no perdemos la guerra. Aquí está, yo creo, la Policía paraguaya, comandante, aquí mataron un fiscal en su luna de miel, del Paraguay, un fiscal que tenía el caso dijo que era el Presidente que no quería que se matara, me preocupó porque ese fiscal, oficialmente, bueno, habló de mi familia el fiscal, le dijo al fiscal de Paraguay que yo era el que me oponía.

Voy a mandar este mensaje a la fiscal general, creo que ahí está la clave de un gran proceso penal, que es descubrir quién mató al fiscal. Creo que tenía ese asesino, gran narcotraficante, hemos capturado una sociedad, ahora llaman la Junta Nacional del Narcotráfico, tenía amigos en la fiscalía. Dejo eso en suspensivo.

Los nuevo​s carteles de la droga

​Cada vez que hablo de estos temas, estamos ante otros dueños del narcotráfico, y yo pongo estas cifras y comparo en los tiempos de Pablo Escobar, los mafiosos de hoy son cinco veces más poderosos que Pablo Escobar, y la mayoría no son colombianos, son multinacionales internacionales, y tienen la capacidad de comprar misiles, tanques, si quieren, fusiles obviamente, y actuar en nuestro territorio quitándonos la soberanía nacional.

Eso es El Plateado, o era, era la bolsa internacional del narcotráfico, o una de las ramas más poderosas, cocaína, y no son los únicos que venden cocaína, hubo una parte, y tenían tomado El Plateado y ahí hacían los negocios por toneladas, no por kilos. Y eran de todos los países donde se han construido mafias en una gran internacional, multinacional, que tiene sedes en Europa, en China, en el mundo árabe, obviamente, y en nuestro poder, en nuestro continente, América y Norteamérica.

Estamos ante otro mundo, las cifras nos están rebasando. Quizás tengamos que sacrificarnos más, pero los que se están sacrificando son los países donde caen los muertos, donde caen los seres humanos, y caen por montones, y uno de esos es Colombia.

Entonces, ante la mamá del coronel Edison Andrés González, yo no puedo entregar solamente una bandera, sino abrir el camino de que no vuelva a ocurrir, de que aquí no nos matemos más, de que ya no se puede a nombre de revoluciones, que es una carreta mentirosa.

Sí, pero hoy no. Recoger la bandera ya de no sé qué roja, de no sé qué, y entonces trajinar con la bandera, solo le falta envolver los kilos de cocaína en los colores de esas banderas. Incluso a las personas que fundaron eso, que nunca se les ocurrió que esto podía ocurrir, al cura Camilo Torres, por ejemplo, cuya sotana sigue estando en mi oficina.

Yo no puedo hoy concluir con un éxito, pero el nombre del curso me lleva a hablar de este problema y plantear la problemática. Si se duplicó la productividad de la cocaína, Colombia produce dos veces más. Y entonces, ¿dónde vende? Pues en China, a India, y ahí estamos hablando de 2.800 millones de personas hoy. Estamos metidos en algo que no debemos meternos. Tenemos que cambiar la estrategia, la táctica, nuestra propia lucha internacional, nuestras relaciones internacionales.

Este ya no es un problema colombiano, este es un problema americano, hablando de cocaína. Y su consumo se volvió un problema global, no norteamericano como era antes, que eran los únicos que consumían. Dejemos en punto suspensivo, porque los canso.

Y nuestros nuevos cadetes, nuestras nuevas subtenientes, la mitad, casi todos que comenzaron por ser patrulleros, merecen la pena descansar.

Y como merecen descansar, entonces, general, hay que darles vacaciones, permiso de vacaciones, dice el general almirante, que el almirante de una de esas tiene que ver con navegar el mar en el Gloria, pero entonces, vacaciones para todas y todos, porque se lo merecen.

 

Gracias por haberme escuchado y muy amables.

​(Fin/aga)​