“Ahora se necesita de la justicia, una justicia que sepa que justicia es justicia social, que no se le puede arrebatar el derecho a los más débiles de Colombia, que el Estado Social de Derecho significa eso y nada más, que todas y todos los colombianos tengamos el derecho a vivir en este país para que logren tener ese derecho los más débiles de Colombia”.
Bogotá, D.C., 16 de julio de 2024
Dicen que tengo una buena oratoria, quizás por eso me volví presidente de la República. Es un don, hay gente que pinta muy bien cuadros, otros que hacen música, otros que escriben muy bien, otros que son buenos matemáticos y filósofos y poetas, etcétera, y a mí me correspondió tratar de hacer buenos discursos, dejar fluir las palabras frente a las multitudes, y el secreto está en que se le pone el corazón a la palabra. No se deja engañar, no se utiliza para la manipulación, para la traición, que la hay y mucha, sino que se usa para decir verdades y tratar de que esas verdades muevan multitudes y conquisten a partir de la palabra el poder, el poder de cambiar las cosas, de transformar las cosas que creemos que no van bien, que están mal.
Ayer hubiera querido recibir a la Selección Colombia aquí, con el pueblo, quizás un pueblo más juvenil, quizás de todas las edades, creo que se lo merecían. Son jóvenes que en cierta forma son otra ‘primera línea’, en el esfuerzo físico, en la disciplina, en estar entrenando todos los días, en sacrificar indudablemente cosas, en tener ilusiones.
De jóvenes se tienen muchísimas, a veces ilusiones que le vende a uno la televisión, tener el jet y viajar a Miami, y tener cualquier novia y descubrir después de que eso pasa, que ahí no estaba la ilusión. La ilusión está en otras intensidades, menos fútiles.
La emoción está, por ejemplo, en sentir el amor del pueblo, en sentir la fuerza popular, no todos lo sienten, pero es una forma, sentir el amor es una de las mayores intensidades. El amor no lo da sólo una mujer, unos hijos, a veces toda una sociedad, a veces las sociedades futuras que uno no conoce hoy, logran colocar ese sentimiento que hace que una persona pueda ser feliz.
Hoy estamos felices aquí, tenemos por qué celebrar. No muchos y muchas personas lo entienden y habría que explicar pues qué fue lo que pasa alrededor de un debate como el de reformar el sistema legal de las pensiones, como hemos tenido otros muchos. Yo perdí todos los debates de ley en mis 20 años de vida parlamentaria.
El país más desigual del mundo
Por ahí tengo uno o dos articulitos que pude ganar, que no fueron como otros articulitos en mi beneficio personal. Siempre pensé que el deber de un congresista es lo que dice la constitución, pero pareciera que hubiese que repetirlo una y otra vez, pensar en el interés general, no el interés propio. Se puede uno equivocar en cómo es el camino, indudablemente, pero eso está primero como un principio.
Soy congresista para hacer la ley y ¿para quién es la ley, si no es para la gente más humilde, si no es para la gente toda de Colombia?, y no como se ha acostumbrado para hacer leyes en favor de unos pocos, entre los cuales va el congresista que aprueba la ley. Eso se llama egoísmo, eso se llama codicia.
Y hay que tener presente, y el pueblo debe saberlo con claridad, que aquí se está presentando un conflicto real, social, histórico, entre el pueblo que quiere justicia y aquellos pocos, pero con poder, y aún quieren que la riqueza de Colombia vaya a manos de unos poquísimos.
Hay que decirlo con claridad, las estadísticas no mienten, los números siempre hay que tenerlos presentes, al pueblo colombiano le han creado la idea falsa de que los números son aburridos y que no hay que ver los cuadros, y que no hay que ver las estadísticas, porque ‘uy, los matemáticos’, y resulta que a través de los números se descubre muchas veces, no todas, la realidad de la sociedad.
Colombia es hoy, según las estadísticas, que el mundo matemático y profesional de la estadística en todo este planeta ha descubierto como una forma para medir la desigualdad, Coeficiente Gini le dicen. Pues midiendo esas estadísticas en toda la sociedad del planeta, hemos llegado a la triste realidad de que Colombia es el país más desigual del mundo, que no hay en los más ricos, los Estados Unidos o los europeos, tienen desigualdad en la magnitud de la sociedad colombiana, que ni los más pobres, ni Haití, ni los países africanos que aún se mantienen en pobreza porque muchos de ellos ya han hecho la lucha que correspondía, incluso venciendo el Apartheid, la codicia de los blancos minoritarios que en el sur de África pensaban que a los negros se les podía seguir tratando como esclavos.
Luchas, con armas incluso, con cárcel tuvo Mandela, que hay que decirlo, fue exguerrillero y fue el hombre que construyó la paz en Sudáfrica. Aún Sudáfrica es desigual, pero ya no tanto como Colombia. En Colombia somos más desiguales que la sociedad racista y xenófoba que se construyó en Sudáfrica.
Esa es la realidad de esta estadística. Y entonces la pregunta que debería hacer un buen dirigente político, una buena dirigente política, es que hay que cambiar las cosas, porque las cosas como se han hecho hasta el momento no han funcionado para bien de toda la sociedad colombiana. Los números también están indicando que este Gobierno está acertando.
Se llenaron las páginas de la prensa diciendo que este es un Gobierno ineficaz, que no hace las cosas. Medían con los ojos de la codicia, no con los ojos del interés popular. Es en los números en donde se descubre la realidad.
Números que se pueden ocultar, claro está, que se pueden silenciar, porque no dicen los que los dueños del capital quisieran decir. Y es que el modelo que le impusieron a Colombia en su propio beneficio en estos últimos 50 años, pasándose por la faja, la construcción de un Estado Social de Derecho, como ordenó la Asamblea Nacional Constituyente de 1991, no se lo cuentan a los jóvenes de hoy. Y que la mayoría que hizo esa Constitución fue mi organización cuando fue joven.
Sacrificio nos costó, sí, y luchas como las de Mandela. Y no les gusta que nos juntemos los dos nombres, Mandela y el M-19, pero tengo que decirlo. No se ha escrito el libro aún, ningún periodista lo ha investigado, pero las fuerzas de Mandela estuvieron con nosotros entrenándose en el caliente desierto del Sahara, en las tierras de Libia.
Y nos conocimos, no personalmente, nos conocimos vitalmente, porque éramos parte de la misma lucha, como conocimos a los palestinos, como conocimos al Frente Polisario, también en el Sahara, como conocimos el Swapo (Organización del Pueblo de África del Sudeste), que nadie se acuerda qué es, de Namibia, en el sur de África, como conocimos a nuestros hermanos que lucharon en América Latina.
Algunos se arrepintieron, he visto cómo jóvenes se vuelven viejos, porque eran ya viejos de jóvenes y abandonan las banderas, se cansan, y es humano alcanzarse, se cansan y a veces la resistencia y tanta sangre y tanto miedo acobarda y paraliza. Por eso han usado tanta violencia en Colombia, por eso son centenares de miles los muertos, por eso son cien mil los desaparecidos, por eso si se hiciera bien el trabajo encontraríamos los hijos y las hijas de tantas madres que hoy los buscan, porque necesitaban esa sangre, ese dolor en tanta gente para poder acobardar a la sociedad, para poderle decir al pueblo de Colombia ‘quédese quieto, no piense, sigue mirando realities’, que no son reales, sigue perdido quizás en el alcohol o en la tristeza o en la desilusión eterna, usaban la sangre para enriquecerse, era de nuevo la codicia y era de nuevo el egoísmo social, matar al negro y a la negra porque siguen pensando ellos siendo esclavos, matar al campesino humilde y no darle la tierra sino quitársela por millones de hectáreas para tenerlas ellos, y ahora a través de sus congresistas que les sirven tratar de detener la reforma agraria en Colombia para que este Gobierno no entregue la tierra, para que no haya justicia, para que sigan las mismas cosas como están a través del engaño, a través de la mentira, a través de la sangre y de la muerte, concentrar la riqueza de este enorme país bello, tan rico pero con tanta pobreza, el egoísmo social, luchando para que las cosas sigan igual, para que no se cambien las leyes de la ignominia, para que no se callen las leyes que favorecen a los más poderosos,
La usurpación de la tierra
Y me dicen ‘Petro, no hable en contra de los ricos’. Pero cómo se puede hablar de una dirigencia política y de un poder económico cuando lo que han construido es la masacre y la sangre, cuando lo que han construido según los números que ocultan, la sociedad más desigual de todo el planeta tierra.
Pues hay que decirlo, una parte de la clase política nacional ha fluido hacia estas ideas, pasa lo mismo que con López Pumarejo, sólo había un partido en el Congreso de Colombia de ese entonces, todo era el Partido Liberal, y como sólo había uno, pensó López que podía pasar fácilmente sus reformas que llamó La Revolución en Marcha, y se equivocó de punta a punta porque la mitad más uno del Partido Liberal en el Congreso se volvió de derechas. Incluso Gaitán tiene unas frases, él fue congresista en ese momento y usó uno de los mejores debates de la historia de Colombia, el debate sobre ‘La masacre de las bananeras’.
Mire cómo estudiar la historia nos puede hacer entender el presente, por eso quitaron la clase de Historia de los colegios, porque no quieren que los niños y los jóvenes sepan qué pasó en este país, porque les da vergüenza que la juventud y las generaciones del futuro sepan del egoísmo y sepan de la codicia que les llenó el corazón, al punto de que, en ese año, en 1922, permitieron que una multinacional usara al Ejército de Colombia para ametrallar a miles de trabajadores.
La cifra oficial en los archivos de los Estados Unidos, de donde era la multinacional, habla de 1.100 trabajadores muertos, y nuestro Nobel (Gabriel García Márquez) hablaba de un gran tren interminable, como el que existe hoy llevando el carbón negro al mundo, repleto de cadáveres que no paraban, y se nos olvidó esa historia, y se nos olvidó la historia de La Revolución en Marcha, y se nos olvidó que la mitad más uno del Congreso de Colombia se opuso a la Revolución en Marcha, excepto en la reforma constitucional que quedó como uno de los grandes triunfos sociales de Colombia cuando se permitió legalmente el sindicalismo, es decir que el pueblo trabajador pudiera defenderse, cuando se permitió la Reforma Agraria por primera vez, y se empezó a hablar de ese tema cuando se permitió la modernización de Colombia que después detuvieron con sangre que aún no termina
Lucha por la justicia social
Lo que quería López Pumarejo era un gran pacto social por la justicia y la democracia y se le impidió, y una de esas víctimas fue el mismo Jorge Eliécer Gaitán, y fue el mismo al cual le quisieron dar un golpe de Estado a López Pumarejo y que tuvo que irse un poco asustado, creo yo, y abandonó la lucha y los campos de Colombia en donde estaba la mayoría de colombianos y colombianas, se llenó de sangre y 300 mil muertos y comenzó esta manera de gobernar que yo llamo la gobernanza paramilitar.
No hemos salido aún de él aún a pesar de que la mayoría de la población colombiana decidió votar por el cambio en el año del cambio, en el 2022. A pesar de ello, aún no se le cree al pueblo de Colombia, aún no escuchan el mensaje del estallido social, creen que eso fue un episodio que no debió pasar, dicen. Condenaron a centenares de jóvenes por protestar, criminalizaron la protesta social, convirtieron aparatos de la justicia en aparatos de Hitler, contradiciendo la Constitución de Colombia y condenando a jóvenes por terroristas cuando eran simples jóvenes del barrio popular pidiendo justicia que el Estado no les daba.
Cómo se puede considerar criminal a alguien que pida justicia, el que criminaliza al joven que pide justicia es el criminal. y hay que decirlo con la verdad: Colombia tiene que ser democrática, Colombia tiene que ser justa, Colombia tiene que ser bella y vital porque ese es el camino que construye la paz, y no hay otro. Cerrar esos caminos nos va a llevar a la violencia, a la autodestrucción como sociedad, a la degradación social de Colombia.
Hoy las estadísticas empiezan a hablar verdades: entre el año 2022, año de Duque, y el año 2023, año del cambio, sacamos -oigan bien, no lo van a repetir mucho, ojo, porque el interés va a ser que la gente piense que este es el peor Gobierno de la historia para que no vuelvan a elegir otro como éste, como pasó en la Bogotá Humana-, pues la estadística lo que dice es que entre el año de Duque y el año de Petro un millón 600 mil colombianos salieron de la pobreza monetaria y un millón 120 mil colombianos y colombianas salieron de la pobreza extrema. Esto se llama un buen Gobierno, porque justo esto se llama un Gobierno eficiente porque cumple el objetivo social del Estado, según la Constitución, no nos dejemos engañar más.
Y lo hicimos en un momento en donde la economía estaba estancada, aún la economía estancada por la alta tasa de interés que aún sigue rigiendo en Colombia, porque a la Junta Directiva (del Banco de la República) aún le da temor tratar de abrir el camino económico del Gobierno del Cambio, le da temor la inflación cuando la inflación es producto hoy en Colombia de la especulación, no de la masa monetaria, ¡ojo! La inflación que aún tenemos que ya no pega en los alimentos y por eso redujimos la pobreza, porque el primer objetivo del Gobierno fue impedir que siguieran subiendo los precios de la alimentación, que lo genera la pobreza, en primer lugar, ahora se está ubicando no en los arrendatarios sino los arrendadores, cobrando más por el arriendo que lo que crecen los precios, especulando con la propiedad inmobiliaria, y los generadores de energía eléctrica que están usando una fórmula de tarifas que creó una CREG (Comisión de Regulación de Energía y Gas) arrodillada a los intereses particulares y de la cual este Gobierno aún no ha sido capaz de cambiar su fórmula porque nos sabotean una y otra vez, intentando que las normas no cambien en beneficio del pueblo.
Ahí están las razones de la inflación, no en la tasa de interés y por eso el Gobierno a través de sus instituciones y de acuerdo a la ley tiene que cambiar la fórmula con que se paga a los generadores eléctricos y tiene que cambiar el mercado inmobiliario si sigue en el camino de la especulación.
Vivir con dignidad en Colombia
Bueno, si hemos logrado este gran éxito social aún con la economía estancada, si hemos sacado a millones de gente de la pobreza aún con la economía estancada, ¿es malo el Gobierno, no hemos cumplido sus propósitos, o estamos midiendo mal? ¿Estamos usando otros números? Yo no pienso a través del número dólar, yo pienso a través de un número gases efecto invernadero en la atmósfera. El dólar no nos salva la vida y esa cantidad de gases en la atmósfera nos puede matar a toditos en el planeta Tierra, y yo mido en términos de números de gente pobre, porque entre menos gente pobre haya en Colombia más felicidad habrá en Colombia y más paz.
La paz no es el fruto de los bombardeos, se equivocan los nostálgicos y los adictos a la sangre como los vampiros, la paz es producto de la justicia social y eso estamos demostrando aquí, porque igual que bajamos la tasa de pobreza en Colombia igual está bajando la tasa de homicidios en Colombia, que es como se mide la violencia.
Sé que hay problemas aún, pero problemas que tendrán que resolverse en la medida en que más tierra le entreguemos al campesino, en la medida en que más sustituya la hoja de coca por el maíz, el café o el cacao, y lo pueda vender y pueda vivir bien de la venta de sus cultivos, en la medida en que los jóvenes puedan abrir las puertas de la universidad.
Y en eso aún seguimos fallando porque pusimos saboteadores en el Ministerio de Educación adictos a la gran universidad privada que cobra 10 y 20 millones el semestre, adictos a que el dinero público pague ese tipo de valor de los semestres, que es un negocio, y en cambio destruyendo la universidad pública, cerrándole las posibilidades financieras, no permitiendo que se extienda a todo el territorio nacional para que la juventud pueda educarse en una universidad de calidad y gratuitamente, para que el pobre joven, la pobre muchacha, no tenga que ir a correr a la violencia, no tenga que ir a correr a la indignidad de la prostitución, sino que pueda ser como joven y poder vivir con dignidad en un país tan bello como el de Colombia.
Un nuevo Gobierno progresista
A esos jóvenes que conducen a la violencia y a esas jóvenes que conducen al prostíbulo, los conduce a alguien de manera premeditada, un poder, una clase política codiciosa que no piensa en los demás sino en sí mismo, y que aporta una serie de enseñanzas o mal enseñanzas que tienen que ver con el egoísmo social, a la clase media que vino aquí a esta plaza pensando que le íbamos a quitar la pensión, igual que dijeron cuando se firmó el Acuerdo de Paz que los guerrilleros se iban a quedar si dejaban las armas con la pensión de los viejos. Yo les digo desde aquí: ¡les mintieron, los engañaron, los engañaron! tal cual llevan a los viejos en los días de elecciones, de la mano de unas señoritas o de unos señores, a votar por el que les va a quitar su pensión, por quien va a ser su verdugo, engañados.
Hoy aquí estamos haciendo algo importante, no sólo dar un bono pensional, hoy aquí estamos entregando ciudadanía a la tercera edad, volviéndola sujeto político como que hay que volver a la juventud de Colombia, sujetos pensadores, en los demás sujetos en el poder de decidir las cosas en Colombia, eso es lo que se llama poder constituyente, le tienen miedo a la palabra, creen que es que me voy a reelegir: otra mentira. Aquí lo que hay que reelegir es la buena política, el buen Gobierno, el Gobierno en favor de los pobres, el Gobierno del pueblo. Si nos devuelven al pasado, si nos devuelven a ese pasado, lo que va a seguir es sucediendo lo que el pasado nos trajo humillación, desalojo, violencia, hambre, masacre y sangre.
No volver a la violencia
Colombia no debe volver a la masacre y a la sangre, Colombia tiene que ir a una era de paz, y una era de paz se llama una era de justicia social, su modelo neoliberal dueño del capital nos está llevando a la destrucción, a la violencia. Un modelo de justicia social es posible y para ello hay que reformar leyes.
Decía el expresidente (Álvaro) Uribe algo que no es cierto, que el ‘fast track’ que propongo, ‘fast track’ en inglés significa trámite rápido, que un trámite rápido, no como el de esta reforma pensional que duró dos años en el Congreso y que un egoísta social, un codicioso, escondió 13 meses en la gaveta de su escritorio usando un poder individual, un poder contra el pueblo, que temía que un nuevo Gobierno progresista surgiera.
Yo creo que el pueblo colombiano lo va a hacer surgir que no se va a dejar derrotar en las urnas porque ya esta bandera se levantó, ya la flecha fue lanzada, ya la ruta del cambio está trazada y sólo se necesita al pueblo constante para lograrlo más y más y más hasta lograr la justicia social.
Como ese codicioso de ciertos medios, porque dicen que recibió un soborno de un ladrón que entró al Gobierno, entonces que es que lo íbamos a comprar: fue el mayor opositor a las reformas políticas que el Gobierno presentó al Congreso, lo hizo con sevicia, lo hizo con maldad. Yo respeto el Congreso porque trabajé 20 años ahí y lo conozco, creo que fui un buen congresista, que la historia lo reconocerá.
Hoy la Corte Suprema de Justicia vuelve a capturar o permite que no salga en libertad un asesino, un senador asesino, fue mi primer debate sobre la parapolítica, después de mi debate sobre la Fiscalía General de la Nación. Toda la clase política de Sucre, en ese momento estaba arrodillada al paramilitarismo que asesinaba a su propio pueblo en masacres terribles como la de Macayepo.
Y ahí, en esas masacres creció una resistencia popular. Sucre jamás me ha abandonado en mis luchas, pero su senador y varios otros que asesinaban opositores, que asesinaban fiscales y miembros de la justicia, que asesinaban campesinos pobres por mantenerse en el poder, por controlar el voto humillado y asesinado, por mantener el control sobre sus tierras y los malos negocios con la cocaína que sacaban por el mar, con asesinos terribles que criaron y entrenaron.
Hoy, y no me quiero burlar del hombre ya vencido, nunca lo he hecho, quizás a mí me gustaría que saliera libre y pudiera jugar con sus nietos, pero hoy la justicia de Colombia le dice ‘no puedes salir de la cárcel porque fuiste un masacrador de tu pueblo’. Y ese es un mensaje que hay que aprender, un mensaje que si no se ha entendido hay que comprender como el mensaje del estallido social, como el mensaje de las elecciones del año 2022. Es que el pueblo y la justicia están gritando que esto cambió, que no quieren más de lo mismo, que no podemos retroceder a ese pasado en donde fuimos la sociedad más desigual del planeta y la más violenta.
Un nuevo camino
Hoy tenemos otro camino, y hay que decirle al Congreso de la República desde esta plaza, sé que una mayoría en la Cámara defendió esta reforma. Los senadores siempre decían ‘es que los de la Cámara son ‘bochinchosos’, son jóvenes que no han aprendido, que nosotros tenemos que enseñarles. La Cámara de Representantes le enseñó al Senado de la República en esta historia de Colombia, y creo que puede ser un buen mensaje porque lo que dicen esos jóvenes políticos quizás es que ‘ya no vamos a ser como ustedes’.
Es que la misma dirección política del país en su gente más joven puede estar ya pensando que hay otro camino, que hay otra historia, que no es la de la codicia particular, no es la del egoísmo. Quizás están aprendiendo que eso que dicen ciertas ‘vacas sagradas’ ya es una mentira. Los expertos que sacan en televisión, que no son expertos de nada.
El simple lenguaje de los banqueros, parte de los banqueros ya quiere que estas leyes se aprueben. Parte del gran capital ya acepta que hay que vender las tierras, que hay que producir para salir de la deuda. No hay otro camino, y que por tanto hay que dirigir el ahorro del público al trabajo, a la agricultura y el surco, y a la industria y el turismo y nos está yendo bien.
Si lo hacemos mejor nos irá mucho mejor. Este país ya no es de cuatro, este país es de 55 millones de colombianas y colombianos. Ese es el cambio. Por eso las leyes empiezan a salir de otra manera. En algunas nos derrotan. Lamentable lo que sucedió con la Reforma a la Salud.
Oigan, cómo se les ocurrió hundir una reforma que traía vida al pobre, que llevaba el médico a la escuela, que llevaba el médico y la médica al corregimiento y a la vereda, sólo para defenderle el interés que, yo digo, particular y codicioso de unos intermediarios que, hoy está demostrado, se robaban el dinero público, subían el precio de las medicinas, no daban las atenciones y en cambio sí se compraban campos de golf, jets para llevar las novias a Miami, robándose el dinero de la gente pobre. Eso es ser ‘vampiro’, cómo puede haber senadores arrodillándose a esa codicia si lo que ordena la Constitución es que un senador o una senadora se arrodille ante el más humilde, es el único al que uno puede y debe arrodillarse porque ahí está para los creyentes Dios o Jesús, o para los no creyentes el verdadero rey de una sociedad que es el pueblo trabajador, es el pueblo que trabaja.
Algunos senadores han caído en esa codicia, empezando por el que guardó el proyecto de ley 13 meses y lo puso en riesgo ante la Corte Constitucional, no fuimos nosotros, ¡mentirosos! El proyecto estaba a tiempo y tenía el tiempo del debate, dos años llevaba, dos años de reflexión, pero tenían que hacer la trampa, el filibusterismo, llevarlo al borde porque soñaban que al pasar al Senado lo iban a hundir, se quedaron viendo un chispero porque la Cámara de Representantes actuó con sabiduría demostró dignidad.
Ya el Senado había hundido la Reforma a la Salud y ya querían hundir la reforma pensional, y lo hacían con un propósito pequeño: el que las reformas de Petro no pasen para que el pueblo no elija otro Gobierno como el de Petro sino otro Gobierno de la sangre y de la riqueza particular.
Y hay que entender ese mensaje, contrario a la mayoría de la Cámara que han entendido que aquí puede haber un crecimiento político de Colombia, una mayor calidad, una mejor sociedad que no se mate entrando a la fuerza a un estadio, sino que aprenda a convivir en paz, que aprenda con calor a recibir una selección Colombia de gente valiente y de muchachos que se merecen el abrazo del pueblo, porque son uno de los mejores equipos del mundo.
Asimismo, un senador tiene que aprender que lo que importa es el abrazo popular que así se puede ser un gran líder, que no es traficando, que no es extorsionando, que no es con codicias particulares, que no es vendiéndose al poder de los más grandes, que es arrodillándose ante el campesino, ante la mujer pobre, ante el viejo que no tiene con qué comer. Ese es el verdadero objetivo de la política, por eso hoy tenemos que decirles ‘señores, hay que seguir luchando’.
Justicia es justicia social
La reforma está firmada pero aún falta un terreno para que se convierta en realidad. Ya comenzamos con el DPS (Departamento de Prosperidad Social) y José del Carmen (Estepa Carvajal), que se ha retirado, mi discurso muy largo, allá está en el baño, José del Carmen cumple años, es un beneficiario. Eso que parece una tontería para el que tiene, de $80 mil a $225 mil para un viejo que no tiene nada se llama comida rica, se llama un colchón amable, se llama una familia, como sé que José del Carmen tiene, que lo abrace, porque en ese abrazo va la energía de la vida.
Ese simple hecho que irá creciendo si la reforma va cogiendo raíz beneficiará a dos millones de viejos y de viejas, por eso no hay que dejar perderla, por eso le solicito a la justicia desde aquí que la mire desde los ojos, no del dólar, sino del amor, que es otra manera de medir y puede ser más eficiente y eficaz porque la Constitución de Colombia cuando dijo Estado Social de Derecho y ordenó al Estado todo en sus tres Ramas, construirlo como la salida a los problemas más graves de este país, ahora demanda esa respuesta del Estado.
Ya le ha dado el Gobierno, ya le ha dado el Congreso a pesar del intento de saboteo, ahora se necesita de la justicia, una justicia que sepa que justicia es justicia social, que no se le puede arrebatar el derecho a los más débiles de Colombia, que el Estado Social de Derecho significa eso y nada más, que todas y todos los colombianos tengamos el derecho a vivir en este país, para que logren tener ese derecho los más débiles de Colombia.
Al Senado de la República y a la Cámara les pido perseveren, claro que hay dos políticas puestas en la mesa: la vieja y la nueva, claro que el Gobierno comete errores, claro que a los ministros y ministras y directores a veces les da miedo porque siempre aparece una señora con el látigo diciendo ‘si aprueban esto quedan inhabilitados’ cuando no puede inhabilitar a ningún ciudadano y ciudadana de Colombia porque la Corte Interamericana de Derechos Humanos lo prohibió y porque la Corte Interamericana de Derechos Humanos también es una institución de la justicia colombiana, porque el Tratado de Derechos Humanos que se llama Convención Americana, según el artículo de la Constitución, es parte del bloque de constitucionalidad.
A sostener la Reforma Pensional
No podemos tener miedo. A los senadores les digo, a los congresistas, a la ciudadanía, escojamos la nueva política, no la que se arrodilla. Perseveraremos, dialogaremos todo lo que sea posible, en mi alma no hay odio ni resentimiento a pesar de lo que se me ha hecho, jamás odiaremos a nadie que se nos oponga, siempre lo respetaremos, pero es el momento de dialogar, no como se detiene el Gobierno del Cambio.
No es deteniéndonos como seremos mejores sino cómo es que construimos el cambio hacia adelante, cómo salimos del neoliberalismo, cómo nos proponemos los caminos de la Reforma Agraria, los viejos poseedores terratenientes de mi tierra, entre los cuales estuvo algún tío, hoy saben que si mantienen la tierra por codicia, sin producir, sus hijos ya no las mirarán más porque les interesa más el partido en Miami, les interesa más la discoteca en la Florida, les interesa más un apartamento en el norte de Medellín, en el norte de Barranquilla, o en el sur de Medellín, que sembrarla porque cambió la concepción, y esa tierra quedará abandonada cuando hay tanta gente con hambre en el mundo, y cuando hay tanta gente campesina que la quiera trabajar.
¿Por qué no abrimos las puertas y cumplimos el Acuerdo de Paz que hizo (Juan Manuel) Santos con la Farc? ¿Qué es eso? les dijeron que era para quitarles las pensiones, les dijeron que los hijos se iban a volver homosexuales, les dijeron que la Farc se iban a tomar a Colombia, que ya estaban en La Calera y que iban a entrar al Palacio de Nariño y al Palacio del Congreso, al Capitolio, y miren que no.
Lo único que ha entrado a esos palacios es el pueblo, y el pueblo intenta cambiar las cosas, y lo ha hecho a través del voto y sin herir a nadie. Este Gobierno no le ha lanzado un solo gas lacrimógeno al pueblo de Colombia, a ningún joven, las manifestaciones las hemos charlado, razones tienen ellos a veces, a veces la razón es de nosotros, pero no ha sido la violencia la manera de gobernar, nuestra gobernanza no es paramilitar ni dictatorial, nuestra gobernanza es democrática y pacífica y estamos enseñándole un camino a la historia de Colombia.
Por eso les pido a esos congresistas que aún no creen en nosotros por codicia, por egoísmo social, no crean más en ese cuento, la clase media de Colombia está creciendo. En este Gobierno hay un millón 600 mil más y a la clase media no le estamos quitando nada, ni un parque, al contrario, queremos sembrarlo de árboles, quisiéramos que la universidad pública fuera gratuita para que entraran sus hijos y sus hijas y no pagaran las millonadas que toca pagar.
Quisieran que se transportaran en un metro digno que el egoísmo social de la clase política de Bogotá no lo ha permitido, hoy Bogotá es la ciudad más desigual socialmente de Colombia, lo cual significa que quizás sea la ciudad más desigual del mundo.
Cuando la Bogotá Humana quiso poner otro camino y se conquistó en las cifras sacamos 500 mil bogotanos y bogotanas de la pobreza y el coeficiente Gini hizo que Bogotá no fuera la más desigual. Hoy volvimos atrás, es así como se mide si hay más pobres, si hay más hambre, si hay más desigualdad los Gobiernos son malos. Lo que quizás hay es más riqueza para unos pocos que son dueños de la forma de comunicar, pero no podemos dejarnos engañar: la Colombia Humana tiene que volverse una realidad que significa acabar el hambre, que significa disminuir la pobreza, que significa disminuir la desigualdad social, y hemos encontrado estos camino que no son improvisados, como dicen uno y otro día, son el estudio de los intelectuales del pueblo durante décadas, los movimientos sociales lo han peleado lo que es el programa de Gobierno, es el acumulado de las luchas sociales de Colombia que no se han improvisado, que se han construido a partir de la sangre y el sacrificio y que ahora deben triunfar.
A sostener la Ley de la Reforma Pensional, que la tercera edad se configure en un movimiento social, que comités de viejos y de viejas, que una de cada ocho de las viejas no se pensionaba, se organicen en los municipios, en las ciudades, en los barrios, hay que salir a marchar a pesar de la edad y enseñarle a la juventud que juntos podemos cambiar las cosas, que la desilusión y la tristeza no va más, que no nos dejamos enredar de las nostalgias, y que somos capaces de construir El País de la Belleza.
Gracias amigas y amigos, y a José del Carmen un feliz cumpleaños, que sean muchos más, y que Colombia cumpla sus objetivos del cambio y la transformación. ¡Que viva Colombia, potencia mundial de la vida!
(Fin/aga)