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Discurso

Palabras del presidente Gustavo Petro durante la movilización del 1 de mayo en respaldo a la Consulta Popular

Foto: Andrea Puentes - Presidencia

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Bogotá, 1 de mayo de 2025


“La pasada concentración por la consulta popular, hermosa, enorme, dejó callados a quienes nos quieren y a quienes no nos quieren. Salió al mundo entero como la voz del pueblo colombiano. Se realizaron 200 manifestaciones en 200 municipios a lo largo y ancho del país. Eso, que recordemos, nunca había sucedido.

Van 200 manifestaciones hasta ahora al medio día en Colombia. Llegan las de la tarde y las de la noche. Y ya podemos decir con certeza esta hora, bajo el sol, que estamos realizando la mayor movilización del pueblo colombiano en toda su historia de vida independiente.

Nadie puede hoy negar que el pueblo de Colombia, el constituyente, exige que su voz se oiga en la consulta popular. Nadie. No están reunidos aquí solo los amigos y amigas del pasado, ni los del presente que lograron la victoria a la Presidencia de la República. No están aquí congregados solo los que votaron por quien habla. Aquí está congregada toda Colombia, y será cada vez más el pueblo, todo completo, porque el pueblo de Colombia quiere decidir, quiere votar por sus derechos fundamentales, por su dignidad, por sí mismo.

No entiendo por qué donde trabajé 20 años, el Congreso de Colombia, hoy está rodeado de negro. ¿Qué es eso? ¿Qué significa? ¿A quién se le ocurrió la idea? Colocar toda la fachada del Congreso como si esa institución no fuese constituida por el voto popular, como diciendo 'les damos la espalda, no los oímos, no queremos quedarnos allá, guardados, escondidos, quizás con miedo' detrás de esa gran falda negra que le han puesto como si fuera una mortaja negra. No encuentro razón.

Me gustaría que aquí alguien que está al frente mío, porque la vi, levantara esta bandera. Por ahí estaba, allá atrás, y me está poniendo cuidado. Allá está. Hay otra grandísima por acá. Pero ahí se levanta. Esa bandera no nos la enseñan mucho. Y ya dejaron de dar clases de Historia en Colombia.

Pero quiero anteponer esa bandera roja y negra frente al negro del Congreso, porque me parece simbólico. Aquí la bandera roja y negra está con el pueblo. Allá, rodeada por la mortaja negra. Están dizque 'los representantes del pueblo'.

¿Qué significa la bandera? Es bandera la hizo Simón Bolívar. La levantó en su caballo y todos sus llaneros y combatientes llevaban cabalgando la bandera por los Llanos de Colombia y Venezuela. Esa bandera tiene un significado.

La bandera de Bo​​lívar

No es la bandera Grancolombiana que las negras de Haití hicieron con amor para que llegaran a través de los mares en el barco en el que venían Simón Bolívar y Miranda y la alzaron por primera vez en los mares, en los mástiles, y llegaron a tierra firme en Venezuela, la amarillo, azul y rojo, cuyo azul y rojo es la misma bandera de Haití. Como dije ayer, la bandera más revolucionaria del siglo 19 y 18, la bandera de la libertad de los seres humanos que derrotó el ejército más poderoso del mundo, el ejército napoleónico de los franceses que se olvidaron de decir igualdad, fraternidad y libertad.

Ahora no veo un Congreso libre. ¿Cómo se les ocurre tender tantas rejas negras a su alrededor? Por eso el pueblo está levantando la bandera que levantó Bolívar aquella vez. Esa bandera él mismo la llamó 'la bandera de la guerra a muerte'.

¿Por qué roja? ¿Y por qué negra? Porque el negro es la muerte y el rojo es la libertad. Significa esta bandera libertad o muerte. El pueblo de Colombia vuelve a levantar esta bandera para que no nos tomen por pendejos. No nos escriban por ahí que es que estamos saliendo a pasear o un ratico a mirar el sol que se esconde en Bogotá.

O porque decidimos un 1 de mayo simplemente salir a todas las calles de Colombia, no. Esta bandera que yo antepongo contra estas rejas y mortajas, rejas negras que tiene el Capitolio de Colombia, significa que hoy por hoy el pueblo de Colombia en todos los rincones del país y en sus grandes ciudades, en sus campos y en sus edificios y casas, dice que llegó la hora del pueblo. ¡Ha llegado la hora del pueblo!

El pueblo es sober​​ano

No hay un paso atrás. Que lo oigan con toda claridad. Es la libertad y punto. La hora de la decisión. Llegó la hora de la democracia. Llegó la hora de la República y está en manos del pueblo. Por eso se esconden allá, entre la mortaja negra, y nos obligan a levantar la bandera de la libertad o muerte, la bandera del pueblo de Colombia hoy.

Y no porque nos vamos a una guerra. Ya venimos de ella, ya estamos cansados de ella. Es porque queremos que se sepa que estamos decididos, que hay un presidente de Colombia, comandante en Jefe de la Fuerza Pública de Colombia y elegido por el voto popular, que está decidido a que haya democracia en Colombia, o aquí cambiamos entonces las instituciones.

Lo quiero decir bien claro, está escrito en la Constitución de Colombia. Hay dueños de la prensa y hay senadores y hay narcotraficantes que no se leen la Constitución. La Constitución dice que los poderes que rodean esta plaza, incluido el mío, son poderes constituidos ¿por quién? Por el pueblo. Dice la Constitución con claridad, está escrito en un artículo con letras que son de nuestra propia historia nacional, que el rey no es soberano, que es el pueblo el soberano.

¿Acaso no dice el Himno Nacional de la República de Colombia que el rey ya no es soberano? ¿Entonces por qué hay senadores allá que envueltos en la mortaja negra se creen reyes, cuando el pueblo de Colombia hace dos siglos dijo que no son soberanos, que es el pueblo el soberano?

Y no son soberanos y no tienen ningún trono de oro allá, si ningún designio divino los puso allá, sino simplemente la decisión de la gente de la calle, de la gente de a pie. ¿Entonces qué son esos senadores, esos representantes y este presidente? ¿Qué somos? ¡Sirvientes y sirvientas del pueblo!

Katherin (Juvinao, representante), Cathy (Miranda, representante) Y cómo se llama, ¿Gloria? Y aquí hay más congresistas rodeándome. Nuestra líder wayúu, Marta (Peralta), etcétera, ¿que son María Fernanda (Cabal, senadora)? Sirvientas del pueblo. Y no hay que tener pena por eso. Yo soy sirviente del pueblo, ella sirvientas del pueblo.

¿Y entonces, qué hacen asustados del pueblo? ¿Por qué no salen a mirar al pueblo? Yo los invito. Les pongo todo el Batallón (Guardia) Presidencial. Pero vengan, miren el sol y miren el pueblo. Porque el pueblo es su comandante.

Aquí no los vamos a tratar tan mal como nos han tratado, aquí no los vamos a humillar como nos han humillado, aquí los trataremos con dignidad, así ellos no hayan tratado con dignidad al pueblo de Colombia.

La cons​​ulta popular

¿Cómo así que, en un país tórrido, donde pasa la línea ecuatorial, el día no termina a las 6 de la tarde? ¿Cómo así que el científico nos dijo que en Colombia el día no termina a las 6 de la tarde? ¿Por qué congresistas que no obedecen al pueblo dijeron que el día en Colombia termina a las 10 de la noche? ¿O es que acaso estamos en Suecia?

¿Y si la ciencia nos dice eso, que me diga el señor (Efraín) Cepeda, presidente del Senado, y que me diga el señor (Miguel Ángel, senador) Pinto, dizque senador de Santander, y que me digan las evangélicas que pusieron el Cristo de cabeza, que me digan si el día Colombia termina a las 6 de la tarde, como dice la ciencia, por qué les pagan migajas a las trabajadoras y los trabajadores que laboran después de las 6 de la tarde, sin recargo nocturno, como si no tuvieran el derecho a descansar.

¿Acaso es que el senador no madruga, o no se despierta temprano, o no llega temprano a la casa a besar a sus hijas? ¿Acaso es que las pastoras evangélicas después de rezar en los recinto no van a su casa temprano a besar a sus hijas? Entonces por qué le quieren imponer a su jefe el pueblo de Colombia que tenga que llegar casi a la medianoche cuando sus hijas ya están dormidas y tengan que salir a las 4 de la madrugada cuando sus hijas ya están dormidas, para ir a trabajar, para llevarle el tinto al senador Cepeda, para llevarle el tinto al senador Pinto, para llevarle el tinto a los grandes oligarcas de este país.

¿Acaso eso lo escribió Jesús, o lo dijo en algún sermón? Jesús, que era un carpintero, hacía con sus manos mesas y sillas. Jesús vivía con su familia alegre. Quizás Jesús repartió sus bienes, el vino y el pan. Jesús hizo una comunidad.

Ahora tenemos un Congreso que cuando dicen “comunidad" piensan que es comunismo, y entonces se llena de mortajas negras, se encierra solitario y le da la espalda al pueblo.

No quiero las mortajas negras del Congreso de la República, sino un Congreso abierto al pueblo, porque existe exclusivamente por el pueblo. Y no levantamos tampoco más esta bandera que levantó Bolívar ante Murillo, porque un día habló durante varias horas con Murillo, el conquistador de nuevo, y dijo: 'No nos matemos más ni ustedes ni nosotros, hagamos la paz'.

Por eso no murieron más civiles españoles. Sus hijos se quedaron aquí y pudieron comprobar que lejos de España vivían en el país de la belleza.

El pueblo no es una amenaza, pero sí es una decisión. El pueblo no marcha atrás, allá en esas oficinas, rodeados de su mortaja negra. ¿Y ahora, cómo le sacamos la maleta al pueblo después de habernos metido en este rollo de hundir las reformas de los derechos del pueblo?

Allá están pensando 'Uy, de rabia no les aprobemos la consulta'. Sí, cómo no, no aprueban la consulta. Sí, cómo no…

No les vamos a hacer nada. Nosotros no somos como ellos. Yo me encontré senadores que en la mañana, tempranito, hacían con el jefe paramilitar tomándose un whisky. Porque eso sí, toman whisky desde las 5:00 de la mañana, haciendo la lista de quienes iban a ser asesinados en las horas de la noche. Varios están presos aún. El 35 % de los senadores se abrazaba incestuosamente con los paramilitares. Algunas, incluso, eran sus amantes y hacían las listas de decenas de miles de ciudadanos y ciudadanas de Colombia que iban a asesinar.

Hoy están enterrados en fosas comunes 200.000 colombianos asesinados, enterrados en fosas comunes y desaparecidos. Nosotros no le vamos a hacer lo mismo. Del presidente de Colombia siempre han tenido, ellos y sus familias, las garantías de la democracia.

Pero no nos pongan velitos negros de mortaja. Les voy a respetar las religiones, no digo nada, porque el senador y el representante a la Cámara tienen que hablar de frente al pueblo. Así que los quiero aquí, hablando entre esta manifestación. Si se les llegase a ocurrir que en aras de la libertad le quitan la libertad al pueblo, que en aras del derecho le quitan los derechos al pueblo, que en aras de creerse ungidos por designio divino, clientelismo, los dineros de la mafia o los dineros de las multinacionales de la salud o de quienes se han ganado los réditos de los ahorros del pueblo trabajador en los fondos privados de pensiones, mientras han dejado a la mayoría del pueblo de Colombia sin pensión.

Si en una sesión del Senado a medianoche votan para decir no a la consulta, el pueblo de Colombia se levanta y los revoca.

Y no crean que va a ser como ellos piensan, porque el ladrón juzga por su condición. Ellos creen que vamos a entrar como una estampida, que pudiéramos, y que vamos a llegar allá y los vamos a sacar aquí a la fuerza. No, señores, nosotros somos respetuosos de la libertad humana y de la dignidad humana y los respetamos porque son seres humanos. Pero no somos pendejos.

Cada nombre propio, votando en contra de los derechos del pueblo, debe ser mostrado y desnudado ante su propio pueblo. Vamos a ver, entonces, si ellos van a seguir en el Congreso de la República. No van a seguir, no pasarán, no pasarán, no pasarán.

¿Y cómo lograremos eso? Ellos dirán allá está el Petro echando mentiras. Y no se han dado cuenta cómo después de décadas de lucha y de mucho sacrificio, de muchas y de muchos, lo que creían imposible que un hijo del pueblo llegara a la presidencia y que ese hijo del pueblo hubiera sido un rebelde y que se hubiera enamorado de las ideas de Bolívar y de Bateman y de antaño, muchos revolucionarios pudieran llegar al palacio que está detrás la Casa de Nariño y lo estuviera vistiendo de mariposas amarillas por fuera y por dentro.

Y ahora ya no estuvieran los jerarcas blancos de la aristocracia, entre comillas, bogotana o antioqueña, que no son aristócratas. Dejen de ser mentirosos, son pueblo como el pueblo. Aquí no hay aristocracia, porque si hubiera existido un rey le hubiéramos cortado la cabeza, como en París y en Francia.

No, lo que vamos a hacer es usar la democracia. Ni un solo parlamentario que vote contra la Consulta Popular se vuelve a elegir en Colombia, porque nadie votará por él.

Y esto se escribirá en todas las paredes, en todos los periódicos, se dirá en todas las emisoras. No habrá colombiano o colombiana en alguna región de Colombia que eligiendo a alguien que lo ha traicionado, en lo más íntimo de su dignidad, vote por esos mismos personajes.

¿Ni que le pidan a Chiquito Malo, ni que le pidan al señor Julio Lozano, ni que le pidan al narco de allá, Antonio García, por otro lado, o que le pidan plata al Eln a ver si los ayuda, ni por 'el chiras' el pueblo de Colombia los volverá a reelegir.

Yo quiero que hagamos este pacto, entre el presidente de Colombia y el pueblo de Colombia. Hoy el presidente de Colombia no está pidiendo que voten por él. No me gusta siquiera reelegirme, cómo me van a meter en la tortura de ir a esta Casa, otra vez, de cuartos fríos, llena de fantasmas de todos los pecados que por allí han pasado. Yo no quiero esa tortura.

Aquí estamos enseñando, amigo (Álvaro) Leyva, que ya sé en qué andabas. Además. Ya sé que andabas por aquí. No queremos adictos al poder. El poder debe ser entregado al pueblo. Punto. El poder no es para mí. Ya he ganado y llenado muchas plazas de Bolívar y todo lo que había que ganar por medio del voto. Y con mucho orgullo, sin robarme un solo peso en toda mi vida de acción política. Con mucho orgullo lo digo, esta hora es del pueblo. Son ustedes los que empiezan a decidir.

Decían algunos congresistas cuando hicimos las preguntas y las pusimos en discusión ¿a qué hora, Antonio, van a entregar las preguntas al Congreso de la República? Apenas terminemos aquí una comisión, incluso con algunos representantes del pueblo, porque es una consulta popular, no muchos, porque se nos mueren de pánico allá dentro y no queremos ningún muerto aquí.

Va a ir y va a entregar el texto de preguntas de la consulta popular, pero previamente hay que hacer un pacto. Y no es amenaza. Es la voz directa de la democracia. Cuando se expresa a través del corazón y el cerebro de la gente campesina, de la gente obrera, de la mujer de la patria y del joven del barrio popular. Ningún voto, ningún voto por quien se atreva a tratar de cerrarle la boca al pueblo en la consulta. Ni un solo voto.

Minuto de silencio por Alberto​​ Peña

Antes de continuar vamos a hacer un minuto de silencio. Aquí un señor, ya de edad, campesino, se llamaba Alberto Peña Miranda, militante de la Colombia Humana de Miranda, Cauca, haciendo perifoneo, megáfono, invitando a la marcha en una moto, fue asesinado por los ejércitos del narcotráfico.

Quiero un minuto de silencio por Alberto Peña, asesinado hace unos minutos en Miranda, Cauca, allá donde estuvimos con estas banderas azules, blancas y rojas, firmando la paz con un comandante herido casi en esa misma región, el comandante Carlos Pizarro. Silencio, por favor. Por Alberto Peña, héroe de la causa popular de Colombia.

Alberto es el primer muerto, gracias a las decisiones de ese Congreso. A Alberto lo matan por Pinto, por haber negado el tránsito de la Ley de la Reforma Laboral. Y aunque no lo ordenó, la sangre de Alberto hoy la ensucia a usted y a su familia.

Mis ancestros hablan de las deudas de la sangre, porque es sangre también de mi familia, porque mi familia ya no es solo Petro, mi familia es el pueblo de Colombia.

Han derramado sangre de mi familia y de donde vinieron mis ancestros. Eso no se perdona, se devuelve, pero yo no lo voy a hacer. Al militante de Colombia Humana asesinado hoy por convocar a la Consulta Popular, no lo vamos a vengar con sangre. porque ya demasiada sangre ha corrido en Colombia. Su honor, su recuerdo, va a ser ganar la Consulta Popular en Colombia.

Y no le quiero poner el nombre de venganza o vendetta, como decían allá en Sicilia. No es así. Unidos y en paz y alegres, cada vez más fuertes, cada vez más poderosos. Porque esta vez el poder ya no está detrás de esa mortaja negra, ni de quien disparó sobre nuestro compañero Alberto. El poder está en sus corazones unidos. Su poder está en sus cerebros unidos. Su poder está en los puños unidos de todo el pueblo colombiano cuando conmigo, no sé si adelante o atrás, marchemos a volver realidad la democracia en Colombia.

Yo quiero ver a las mujeres de Colombia llegar de nuevo a abrazar a sus hijos y a sus hijas con amor. Yo quiero que, si hay hombre o mujer juntas en ese hogar, se abracen con el sol.

Aún no en la medianoche, en la medianoche solo hay vampiros, muchos pululan dentro de estos edificios, pero he aprendido en mi existencia y por eso estoy vivo. Que los vampiros desaparecen a la luz del sol.

Las 12 preguntas de la Co​nsulta

Cuando es la hora de que el pueblo marche a la luz del sol, se presentan 12 preguntas. Las leerán aquí, más tarde. Se han publicado, la primera la quiero leer. Ministro del Trabajo (Antonio Sanguino), si la tiene por ahí. 

La primera pregunta dice: ¿está de acuerdo con que la jornada de trabajo dure máximo ocho horas y la jornada diurna sea entre las 6 am y las 6 pm?

Dos. ¿Está de acuerdo con que se pague un recargo del 100 % –o sea, se doble el salario– por el trabajo, los días de descanso dominical o festivo?

Tres. ¿Está de acuerdo con que las micro, pequeñas y medianas empresas productivas, preferentemente asociativas, reciban tasas de interés en materia de crédito e insumos e incentivos para sus proyectos productivos?

Cuatro. ¿Está de acuerdo con que las personas puedan tener los permisos necesarios para atender citas médicas y licencias por períodos menstruales incapacitantes?

¿Está de acuerdo con que las empresas deban contratar laboralmente al menos dos personas con discapacidad por cada 100 trabajadores?

¿Está de acuerdo con que los aprendices del SENA y de instituciones similares tengan un contrato de aprendizaje de carácter laboral?

¿Está de acuerdo con que las personas trabajadoras en plataformas de reparto y transporte acuerden su tipo de contrato y se les garantice el pago de seguridad social?

¿Está de acuerdo con establecer un régimen laboral especial para que los empresarios del campo garanticen los derechos laborales y el salario justo a los trabajadores agrarios?

¿Está de acuerdo con eliminar la tercerización e intermediación laboral mediante contratos sindicales?

¿Está de acuerdo con que los trabajadores, las trabajadoras domésticas, madres comunitarias, periodistas, deportistas, artistas, conductores y demás trabajadores informales sean formalizados o tengan acceso a la seguridad social?

¿Está de acuerdo con promover la estabilidad laboral mediante contratos a término indefinido, como regla general?

¿Está de acuerdo con constituir un fondo especial destinado al reconocimiento de un bono pensional para los campesinos y las campesinas?

Tengo que decir, con franqueza, que el que vote no o no quiera estas reformas es porque es un HP esclavista. No he dicho ninguna grosería. Ojo HP -honorable parlamentario, periodista o político honorable político-, pero es honorable persona esclavista. Cuando yo era niño y me leía los primeros libros allá en el colegio, hablaban de que en el siglo 19 los trabajadores del mundo habían conquistado la jornada de 8 horas diarias.

¿Cómo es que en el siglo 21 estamos aun peleando por lo mismo?

El abuelo de Paloma Valencia, que no era uribista sino godo. Godo y muy católico. Él expidió un decreto presidencial en su gobierno hace tiempo ya. Los que trabajen el día domingo ganan tres veces su salario.

Yo le pregunto a la senadora Paloma Valencia: nosotros que apenas estamos es aprobando un recargo ¿por qué nos llama comunistas? ¿Acaso no era más comunista su abuelo?

Tres veces más. ¿Y por qué vota en contra de las propias decisiones del abuelo? Por estar de faldas detrás de Uribe y no ponerse al frente de Uribe. Su abuelo fue más importante que Uribe, Paloma, porque por lo menos pensó más en los trabajadores y no en aquel que acabó la estabilidad laboral. La jornada de ocho horas que hizo que la luz del sol llegara, como es de poderoso, hasta las 22:00 de la noche. En Colombia no es más poderoso. Eso se acabó.

Voy a traer un recuerdo de Valencia para que haciendo honor a ese presidente por lo menos haya un recargo nocturno. Para quien trabaja el domingo. Para otros. Ahora sí, podemos decir después de leídas las preguntas que se pueden entregar al Senado de la República.

El balón en la cancha de​​l Senado

El Senado de la República pasa a decidir, por ahora. El balón se lo pateamos desde aquí. Esa tela pendeja no va a resistir la fuerza del balón, así que seguirá. Y llega al recinto del Senado. Tienen un mes para decidir, según la Constitución de Colombia.

Van a decidir y no vale la jugarreta que hizo César Gaviria. Le metemos mensaje de urgencia para darle la oportunidad de que se desnuden. A veces pienso que un presidente de Colombia debería hablar desnudo. Tanta vaina que le ponen a eso. Porque si alguien tiene que hablar con toda la desnudez del alma es el presidente de Colombia que no puede tener secretos más allá de lo que un caballero debe tener en su corazón.

Secretos nos debe haber en el alma de un sirviente del pueblo colombiano como el presidente. Por eso me parece que ahora es el Senado el que en contados minutos va a tener en sus manos un poder constituido no constituyente de decisión de su jefe. El pueblo de Colombia le manda ese mensaje para que apruebe la Consulta Popular.

Yo, como presidente de Colombia y ex congresista por 20 años, le solicito a Efraín Cepeda, hermano, quite esa mortaja negra, que eso no es de caribeños, eso es de gente melodiosa, miedosa, que no sabe hablar mirándose a los ojos y con la frente en alto.

Al Senado de la República le corresponde ahora hablar de frente y mirando a los ojos al pueblo de Colombia, que también lo mira de frente a los ojos y con la frente en alto.

Y en esa relación que comienza ahora, quien es jefe es el pueblo, es quien obedece, es el Senado de la República. Y si hay un senador o una senadora que no crea mis palabras, que se lea la Constitución, que se lea la filosofía de los padres de la democracia, liberales, burgueses o como se quieran llamar. El Senado va a observar de frente a los ojos de su jefe, el pueblo.

El pueblo le ordena aprobar la consulta y sirvo de mensajero como presidente de la República de Colombia.

Hoy todas las plazas públicas de Colombia están llenas. Hoy está llena la Plaza de Bolívar de Bogotá, al frente de la Casa del Florero del 20 de Julio y cerca del Observatorio Astronómico José Celestino Mutis, que creo que está por allá, casi nadie lo visita, pero yo abrí eso para que lo visite todo el mundo.

No fue en la Casa del Florero, cuento chimbo. Fue en el Observatorio Astronómico, oigan. Algún malabarista de la historia cree que el pueblo de Bogotá gritó independencia por un florero. No, señores, mentira.

Allá en la noche anterior se reunieron los líderes populares y los científicos en el Observatorio Astronómico, en el centro del saber que teníamos en ese entonces en Santafé de Bogotá. Y allá en la noche, con miedo, decidieron que al otro día el pueblo de Bogotá debía levantarse y crearse la Junta Revolucionaria, gritando independencia y libertad, el Grito de la Independencia del 20 de Julio.

Oigan bien eso: no fue por un adorno. Los adornos en general se pueden observar o se pueden olvidar. Fue por el cerebro de Santafé de Bogotá, en la noche anterior, en el centro, donde se miraban las estrellas. 'Ad Astra', decían los romanos. 'Ad Astra', hasta las estrellas. Ahí se miraban las estrellas. Ad Astra.

Después los romanos dijeron: 'Veni, vidi, vici' (vine, vi, vencí). Ahora al pueblo de Colombia le corresponde el momento del 'Vici'. 'Alea iacta est', también decían, me acuerdo de una frase: 'La suerte está echada' y está a favor del pueblo.

No arreamos las banderas. Que el Senado de la República ordene quitar la mortaja negra. El Congreso de Colombia no tiene que encerrarse temeroso a nada, porque el Congreso de Colombia lo que tiene es simplemente que dialogar con su propio pueblo.

No son enemigos. Simplemente hay que aceptar que el Congreso de Colombia le obedece al pueblo de Colombia.

La gente determinará si vota o no vota. Y pasado el 7 de agosto del año entrante, yo me iré. Ya es materia de otra discusión.

Le corresponde es al pueblo decidir ese 7 de agosto o antes, en marzo del año entrante, en marzo, mayo y junio, si quieren que volvamos atrás. Si quieren que volvamos a las fosas comunes. Si quieren que volvamos al fusilamiento de 6.402 jóvenes. Si quieren que el presupuesto público vaya a ser para las carreteras y los negocios de Vargas Lleras y de Luis Carlos Sarmiento, o que el dinero público vaya al agua potable de todas y todos los colombianos.

O que el dinero público en vez de la fastuosa carretera que pasa por la hacienda del oligarca, sea la carretera que pase por el campesinado productor en las regiones de paz. O si quieren que el dinero público vaya a llenar a Colombia de sedes universitarias, de universidades del pueblo.

O si quieren que nos llenemos de hospitales y puestos de salud abiertos a la gente sin necesidad de EPS, ladronas. Si quieren que haya libertad y democracia y olvidemos estos cien años de soledad. Cien años de soledad son los cien años en donde hemos vivido matándonos entre nosotros por pendejadas o por cosas grandes.

Cien años de soledad de​​ben terminar

Cien años de soledad es lo que ha condenado a través de la muerte fratricida de los colombianos, único pueblo del mundo que se mata entre sí. Nos hemos ganado la condena como estirpe por un siglo y por otro siglo.

Cien años de soledad deben terminar. Señor Cepeda, el malo, Efraín.

Cien años de soledad deben terminar, señor César Gaviria, señor Andrés Pastrana, señor Álvaro Uribe Vélez, señor Santos, señor Álvaro Uribe Vélez. Cien años de soledad deben terminar.

No porque seamos muy importantes césares de la patria, decían antes. No. Pero a mí sí me gustaría que firmáramos un papelito simple: 'Se acaban hoy los cien años de soledad de la República de Colombia'. Firmado, Álvaro Uribe Vélez, Gustavo Petro, presidente del siglo XXI de Colombia. Sí que me gustaría.

Cien años, señores senadores y senadoras de Colombia, deben terminar. Señores del pueblo de toda Colombia, en estas todas las plazas llenas de la República, cien años de soledad deben terminar.

Señor Antonio García, que vio o estudió al sacerdote católico Camilo Torres Restrepo; señor 'Chiquito Malo', ganado por la codicia en su corazón; señores de todas siglas que se han inventado.

Señores generales de la República, sean de la Policía, de la Fuerza Aérea o del Ejército; señores almirantes, que tienen que ir conmigo a sacar el Galeón San José; señores comandantes de la Aviación, no alcanza nuestro tiempo 'Ad Astra', sino a generar el espacio aéreo estratégico. Ningún territorio del Caribe puede dejar de ser alcanzado pacífica y honorablemente por nuestros aviones.

Gran Colo​​mbia

Señores trabajadores y trabajadoras de Colombia: si ganamos la consulta popular, si la consulta popular es una realidad, el presidente de Colombia enviará una carta a gobernantes y opositores, todos, de la República del Ecuador, de la República Bolivariana de Venezuela, de la República de Panamá, pidiéndoles que construyamos y empecemos a ser constructores de la Confederación de Naciones de la Gran Colombia. Solo así, solo así terminarán los cien años de soledad.

Alberto Peña, el que asesinaron hoy, ojalá sea nuestro primer muerto en esta jornada y el último, porque estas jornadas son de alegría, de paz.

Es el corazón colombiano el que se muestra en todos los colores del arco iris, y ese arco iris nos seguirá acompañando, porque la diversidad natural y cultural y étnica de Colombia es nuestra principal riqueza.

La indiamenta es nuestro poder, es la sangre que nos hace soñar. Ojalá los dueños del Club El Nogal permitan que la dirigencia indígena pueda hacer una conferencia allá con sus socios, para que los socios sepan qué es sabiduría.

Terminan los cien años de soledad entonces, y depende de nosotros, depende del Congreso de Colombia, que hagan historia, que no cierren una página más de ignominia.

Ya se llenaron antaño los bolsillos de dinero de la cocaína, ya se ganaron antaño los insultos del pueblo cuando hacían las listas para asesinar y enterrar en las fosas comunes al campesinado de Colombia, ya algunos se quedaron incluso con las tierras de seis millones de campesinos.

Esa no puede ser la historia del Congreso, que oyó los discursos del general Rafael Uribe Uribe, el paisa antioqueño más firme y digno de la historia de Antioquia.

No es posible que ese Rafael Uribe Uribe, que ahí en esas esquinas, si es que el Congreso estaba ahí en ese momento, lo mataron a hachazos, y lo mataron porque llevaba debajo del brazo el proyecto de ley por el cual se fortalecía la educación pública en Colombia.

Que este Congreso de Colombia hoy escuche la voz de Alfonso López Pumarejo, que salía al balcón de la Casa de San Carlos, que es aquí al lado, y delante de las organizaciones obreras hacía este 1 de mayo y le gritaban: compañero, presidente, porque había dejado como liberal de verdad que la organización obrera prosperara y que hubiera jornadas decentes y que se modernizara la tierra en Colombia.

Y a todo ello, casi lo mismo que estoy repitiendo yo hoy, como si fuese el mismo expresidente Alfonso López Pumarejo, lo llamó la Revolución en Marcha.

Pongámosle ese nombre a esta campaña. Vamos por la Revolución en Marcha que hundieron a sangre y fuego los amigos de la violencia en Colombia.

Que este Congreso de Colombia de hoy –a muchas y muchos los conozco personalmente, por años me vieron hacer discursos y debates–, se acuerde de la voz de Jorge Eliécer Gaitán, en 1928. Allí he vuelto en la Casa de Nariño a poner su foto, sus palabras, sus afiches, al lado de Bolívar y de la sotana de Camilo Torres Restrepo y del sombrero de Carlos Pizarro y de lo que queda de cuadros del general José María Melo, el único presidente indígena de Colombia, y el cuadro del señor presidente Nieto, el único presidente negro de Colombia, que no los ponían allí.

Quiero los restos de Manuelita Sáenz. Que puedan allí, en ese primer piso de la Casa de Nariño, ya no poner simplemente estatuas griegas de una vieja aristocracia, porque ha creído la oligarquía de Colombia que es hereditaria por designio divino.

Que el Congreso de Colombia hoy no solo escuche los discursos de próceres que se dieron en el bien de Colombia, muchos asesinados, sino que escuche el corazón de cada uno de ustedes, la voz de cada una de ustedes; que escuche al pueblo, por favor; los cien años de soledad han terminado; por favor, no nos metan en otros cien años de soledad. Piensen en los hijos suyos y de todo el pueblo de Colombia y actúen bajo las órdenes del pueblo histórico y heroico de este país.

Este país es el País de la Belleza, no el país de la soledad. Leemos cien años de soledad para escribir siglos y milenios de belleza, porque estamos en el país de la belleza, porque somos el centro del corazón del mundo, como dicen los indígenas de la Sierra Nevada.

Porque nuestra fundación no fue de reyes, no fue de tiranos, no fue de dictadores, no fue de genocidas. Nuestra fundación como República fue de un hombre que nunca tuvo nada, que cabalgó en su caballo desde Bolivia hasta Panamá, que levantó su espada y su bandera, que supo hacer la guerra cuando tocaba y supo hacer la paz cuando tocó. Que supo escribir las primeras palabras de la Constitución de la República Grancolombiana, que supo enseñarnos que es derecho, que es libertad, que es pueblo, que supo enseñarnos esa palabra mágica: libertad.

Por eso, para cerrar estas palabras, quiero que sepamos en todas las plazas públicas del país; quiero que ustedes, muchachos de la patria, quiero que senadores y​ representantes de la Cámara sean senadores y representantes de la patria, que no de la ignominia.

Quiero que cada habitante de los que nos acompañaron y nos acompañarán en este día histórico sepan que el que dirige, que el que comanda no es el presidente Gustavo Petro; es la espada de Bolívar. La espada de Bolívar nos comanda y nos guía en esta lucha por los derechos y la libertad del pueblo. La espada los guía y quiero, en su honor, entregársela al pueblo.

Carta de Bo​​lívar

Quiero leerles para finalizar esta carta, cuyo original va a ser finalmente entregado al Estado de Colombia. Estaba por allí, rodando de mano en mano, quizás, una carta de Bolívar, que se depositará una vez nos la entreguen en los archivos y al público.

Carta original, cuyo texto dice así, un párrafo: “Quisiera tener una fortuna material que dar a cada colombiano, pero no tengo nada; no tengo más que un corazón para amarlos y una espada para defenderlos. Simón Bolívar".

¡Viva Colombia democrática! ¡Viva Colombia, el País de la Belleza! ¡Viva el pueblo de Colombia, digno y libre! ¡No pasarán! ¡No pasarán! ¡No pasarán!¡Que viva el triunfo popular!


(Fin/fca/jgp)