“Ojalá esa cantidad de medallas que ustedes traigan sea el signo de una sociedad que está avanzando en la paz y profundizando la democracia".
“Nuestro objetivo central es que toda la niñez y la juventud colombiana pueda hacer actividad física en sus colegios a partir de clases de educación física, que forjen al ciudadano libre y a la ciudadana libre, constructora de democracia y entre esos ciudadanos y ciudadanas libres, el que va a los Juegos Olímpicos a ganar".
Bogotá, 3 de julio de 2024
La serie de disciplinas -17 tengo aquí- lo que ya se ha alcanzado en años pasados muestran un desarrollo indudablemente del deporte. Cuando era niño era muy difícil ver un triunfo de Colombia.
Ahí empezaban a sumarse varias figuras, que hoy están viejas, pues, de edad, como yo. De mi misma edad o más, y generalmente abandonados y abandonadas. Ha sido como un ciclo que hemos visto, vital, pero que muestran en cierta forma la realidad de la sociedad y del Estado colombiano, porque son héroes, heroínas, mientras está la medalla, cuando alcanzan el gol, cuando corren más rápido, cuando hacen el ciclo, el ciclismo y ganan la vuelta, etcétera.
Pero cuando llega el momento en que todos nosotros tenemos que ir abandonando esos fulgores, que nunca se olvidan -para la persona que los gana- pero son olvidados por la gente, entonces el ser humano también es olvidado. Y ahí surgen, digamos, los grandes vacíos que tenemos.
El deporte es un derecho
A veces se los encuentra uno en la calle pidiendo limosna, a veces escapándose a través de sustancias, a veces, la mayoría, en la tristeza, recordando con nostalgia el pasado. De eso, pues, no se vive, se recuerda, pero de eso no se vive, y en general en el olvido, ya no se acuerdan de él, de vez en vez de ella, y eso marca una realidad del deporte colombiano que debe cambiar, porque el deporte, tal como dice la Constitución del 91, es un derecho y un derecho es desde que se nace y antes, hasta que uno se muere y después, incluso.
El derecho al nombre, el derecho a la personalidad, el derecho a expresarse, el derecho a reunirse, el derecho a vivir, y cuando se habla del derecho a vivir, es la vida humana. No es la simple vida en general, sino el estadio más alto de esa vida que hay en este planeta que es la humanidad y la humanidad tiene inteligencia.
Esa es nuestra diferencia, la humanidad tiene cultura. Es lo que nos hace diferentes, para bien y a veces para mal, pero es la cultura, pensar en sí mismos, pensar en los demás, cambiar a través del flujo de la historia, a través de la diferencia regional de los continentes, a través de la misma diversidad cultural que aquí se expresa, no solo en el color de sus pieles, diversos, sino en la manera de pensar, de sentir, de bailar, de mirar las cosas.
No es lo mismo esa diversidad de nuestra riqueza, y entre esa diversidad de la cultura, indudablemente, las diferentes formas de la acción física. La actividad física, dice la Constitución, es el derecho. Tenemos derecho a la actividad física, no dice cuál, son diversas las formas de la actividad física. La inmensa mayoría de nosotros la tenemos y es una obligación del Estado desarrollarla.
Mente sana en cuerpo sano
Por un criterio milenario de la civilización humana, hay que moverse, hay que tener, decían los romanos, el cuerpo sano y la mente sana, o intentarlo al máximo, y uno y otro están relacionados. No es que lo físico va por una parte y lo espiritual, lo mental, lo intelectual por la otra, no. De alguna manera nosotros expresamos nuestra espiritualidad en el cuerpo y de alguna manera nuestro cuerpo se expresa en la espiritualidad, y esa expresión corporal es la actividad física.
Si se danza mirando a las estrellas, o si se corre como la gacela, o si se cruzan las montañas y se asciende hasta las cumbres, -que me gustaba hacerlo a mí-, o se camina simplemente horas y horas, porque caminando uno está pensando en el aire, en la naturaleza, en el ruido de los pájaros, en sus cantos. La intelectualidad se junta siempre con la acción física.
Y por eso es lamentable que, en Colombia, desde hace varios años, décadas quizás, a pesar de la orden de la Constitución, realmente se ha atrofiado desde parte del Estado, de sus finanzas, de la cantidad del dinero que invierte, de sus prioridades, ese desarrollo humano. El desarrollo humano no son las máquinas. Puede que ayuden, pero es una mala interpretación. A eso se le llama un fetichismo, pensar que el desarrollo está en la máquina. La máquina no es más, sino la expresión inerte del intelecto humano.
Cualquiera, desde la más simple, -este lápiz-, hasta la más compleja, -los grandes data center de la inteligencia artificial-, que se cree piensan ellos mismos, esas mismas máquinas solas, no es verdad. Siempre la máquina es una expresión del trabajo vivo humano, luego el desarrollo no es la máquina, el desarrollo, es el desarrollo humano.
Y cuando se habla de esa palabreja, que a veces se repite como frase de cajón en muchísimos discursos, desarrollo sostenible, desarrollo humano, y entonces parece muy inteligente y muy moderna la persona que hace el discurso, que generalmente no es el que lo lee, -a mí me gusta, ni siquiera leer mis discursos sino inventármelos - ese desarrollo humano tiene dos grandes componentes: El intelecto y lo físico.
El intelecto, enorme, sublime, a veces terrible, diverso indudablemente, ilimitado. Si hay algo plástico y elástico es el pensamiento humano. Ni siquiera es como la tierra. En la formación de la riqueza, la tierra fértil se queda corta porque está limitada, en cambio el cerebro nunca está limitado, tiene alas, necesita de un cultivo como la tierra. Por eso cultura en latín, en nuestro español, es similar y tiene la misma raíz que cultivo. La cultura es un cultivo, no se da
per se y es un cultivo del cerebro entre otras cosas.
El pensamiento, el cuidado de sí, implica cultivar el cerebro. El descuido del cerebro es el aniquilamiento del ser humano. Su embrutecimiento es como llevan a los pueblos al rebaño, al matadero, en masa. En cambio, su cultivo, es lo que despierta la luz, la democracia, las alas y ningún ser humano cultivado se deja esclavizar. Por eso a muchos regímenes no les gusta el cerebro culto, y este es un aspecto, indudablemente fundamental del desarrollo humano.
Colombia, en lugar de hacer crecer sus presupuestos de educación, como lo más, como la prioridad, lo que hizo fue, después de aprobada la Constitución del 91, eliminar el artículo que así lo ordenaba, porque gobiernos posteriores creyeron que era mejor salvar banqueros con ese dinero, y hasta hacer la guerra con ese dinero, que en mis discursos digo ¿Cómo se nos ocurrió cambiar los libros por las armas?, pero así fue y no crecieron las universidades, sino los cuarteles, legales o ilegales. No crecieron los pensamientos, ni los poemas, ni la cultura, sino la muerte. Esa es la demostración de lo que significa no desarrollarse humanamente.
El otro aspecto es el cultivo de lo físico. Este es más limitado, y probablemente tenemos unos límites, los de nuestro cuerpo, que tratamos de sobrepasar, pero cuando nos sobrepasamos nosotros mismos, algo nos pasa. Un poco estos Juegos Olímpicos siempre en el mundo, desde que iniciaron, es ese intento de sobrepasar el límite, que se le va enseñando a toda la humanidad; claro que el límite se puede pasar en el cerebro, pero físicamente estamos limitados y, sin embargo, queremos pasar.
Queremos pasar porque así somos, porque siempre hay un más allá, un paso más adelante, un segundo menos. De eso consiste el ser humano y la humanidad, y esa actividad física también implicaba y lo ordenaba la Constitución, un desarrollo que comienza, no tanto por cuántas medallas traemos o si nos volvemos campeones mundiales o no, que empieza porque toda la sociedad colombiana, toda, incluido el que les habla, haga actividad física, se mueva, moverse, mover el músculo, mover la cadera -como dicen en la tierra- moverse, moverse porque nos desarrollamos como ser humano, porque después nos moveremos en otras cosas, y mucho. Moverse, actuar, saber que estamos vivos, entender la vida como el movimiento.
Ese es el derecho que dice la Constitución, y eso no está plenamente acatado. La actividad física, decimos, es un derecho. En Bogotá lo podemos ver los domingos, un gran invento de un conservador, hace décadas, Augusto Ramírez Ocampo se llamaba, fue alcalde, godo godo, pero hizo un invento revolucionario, que aún hoy vivimos. Ya no nos acordamos quién lo hizo. Yo no me acuerdo las críticas que le habrán hecho cuando propuso la idea hace tiempos, pero indudablemente es una marca bogotana, que incluso vienen a mirar y a imitar, porque por décadas y por generaciones, esta ciudad sale a hacer actividad física los domingos, y eso es una expresión de mente sana, de posibilidades de una ciudad que puede ser hacia adelante, que no está limitada como sociedad.
Clases de Educación Física, de regreso
Pero eso hay que generalizarlo, eso tiene que estar en los colegios. ¿Desde hace cuánto se acabaron las clases de educación física en la mayoría de nuestros colegios? Al mismo tiempo que iban recortando el crecimiento del presupuesto a la educación, entonces decidieron que primero recortaban, y miren ustedes lo que recortaron: Historia.
Se acabaron las clases de historia ¿Cómo así?, ¿Entonces nosotros no podemos saber de dónde venimos?, ¿Cuáles son nuestros ancestros?, ¿Qué pasó en la tierra donde pisamos? ¿Qué sucedió? ¿Por qué le tienen tanto miedo a que la gente y la juventud sepa de la historia de Colombia? ¿Qué es lo terrible allí que quieren ocultar?, ¿Por qué no podemos saber qué pasó en este país? ¡Quitaron historia! Y hay que decirlo así, un pueblo que no sabe de su historia, está condenado a repetirla.
Y yo lo que veo, ya en mis más de 64 años, es que no hemos hecho sino repetir la historia, una y otra vez. Analizar no más los mensajes de las redes, pero estará lo mismo que decían antes, que los esclavos son propiedad privada, decían. Que la gente negra en Colombia era la propiedad privada de otros, que no eran negros, y que, si había que hacer una ley para liberar a los esclavos, entonces decían que era una expropiación y toda la prensa del momento se lanzaba contra los expropiadores, hasta el punto que hubo una guerra y hasta el punto que no se pudo acabar la guerra, sino indemnizando a los que decían que eran propietarios de unos esclavos que eran su propiedad privada. Varios de ustedes son descendientes de ellos y ellas, muchos en Colombia, y eso no lo podemos saber.
¿Será que entonces si descubrimos que eso pasó en Colombia, no descubrimos las nuevas esclavitudes y quizás nuestro deseo de revelarnos de nuevo ante ellas? ¿O nuestro deseo de emanciparnos, como antaño? Quitaron las clases de historia, por tanto, y quitaron las clases de arte, y quitaron las clases de educación física, nos quitaron la cultura.
Ese fue el mensaje después de la Constitución del 91, cultura no se puede quitar, resiste entre las alcantarillas, se mueve y resucita siempre. Si hay algo fuerte en el ser humano es la cultura, más, mucho más que el arma más poderosa. Pero esas clases de educación física en nuestro programa de Gobierno, defendidas en las manifestaciones de la campaña presidencial, cuando se le pide a la sociedad el voto, se escribieron y se inscribieron en la Registraduría del Estado Civil, son un voto programático, es decir, es un mandato del pueblo, y en estos dos años que han pasado, poco se ha hecho al respecto.
Escenarios deportivos, ¿Puro negocio?
Hay una tendencia, voy a hablar de esto para solo dejar el debate, la tendencia a construir escenarios deportivos, de deporte profesional, que eso tiene su marca, no, no estoy en contra de eso, sino eso es una parte de la actividad física, el deporte competitivo profesional, que por ser profesional, se ha usado así, es la dinámica moderna del deporte, pues es comercial.
La marca no sé qué, los dineros, bueno, mucha gente se dedica a eso con éxito, algunos, no lo voy a criticar, pero es una parte de la actividad física. Pero en realidad, detrás del escenario deportivo de marca profesional, hay un negocio de construcción, un contrato del Estado, con dineros públicos y detrás de esos contratos, hay contratistas, y un poder del contratista que no es propiamente deportivo, ni de la acción física, sino de la codicia.
Y entonces estamos sumidos, desde hace años para acá, en una lógica poco investigada, de obras que incluso uno ve inconclusas. A mí me gustaría saber, porque puse la primera piedra, me llevaron a eso como Presidente, ¿Qué pasó con el estadio de fútbol de Buenaventura? porque puse la primera piedra y creo que es la única que tiene, ¿Entonces qué es? Y con televisión y tal, pues chévere, pero ¿Y?, ¿Dónde está el estadio de fútbol de Buenaventura? ¿Qué pasó? ¿Qué hizo el contratista y dónde fueron a parar los dineros? ¿O cómo fue que se seleccionó el contratista?, etcétera y esto en todos.
En Quibdó, fui y miré un 'Sacúdete', lejos de la ciudad, entonces hay que coger bus, o taxi, y si el deportista no tiene la plata y el niño, ¿Cómo llega? ¿Y la pobreza cómo hace? que entonces la niñez pueda disfrutar del 'Sacúdete y el 'Sacúdete' desocupado. Eso sí, una bonita obra, terminada, pero sin uso.
Primero fue el contrato que la necesidad de la gente, porque entonces ¿Cómo están los colegios de Quibdó? ¿Dónde están sus propios espacios para la actividad física de la totalidad de los niños y niñas independientemente si se van a volver campeones en una determinada disciplina o no?
Incorporar a las glorias del deporte como profesores
¿Y dónde están los profesores y las profesoras de la educación física? ¿No deberían estar ahí las viejas glorias que llamamos en la prensa, que están tirados en la calle? que son miles ¿No debería haber todo un proceso educativo en donde el intelecto y la actividad física vayan juntos de tal manera que cuando el futbolista, la corredora, el ciclista, etcétera llegan a su momento en que pueden enseñar, pero ya no van a ser campeones, pues puedan enseñar y se les abra la puerta, no de alguna entidad particular, que las habrá, sino del Estado, para que eso ocurra, para que se pueda vincular con la niñez.
Yo tuve la experiencia siendo alcalde, de poner al Pibe Valderrama a enseñar a jugar fútbol a los niñitos de los colegios públicos. ¡Y que emoción de esos niñitos, y de él también! y entonces yo digo, ¿Por qué la actividad física no fluye, también, hacia la intelectualidad, precisamente en nuestro sistema educativo? y ¿Por qué ese programa, que está escrito allí, con el voto mandatario de la gente, no se vuelve realidad?
Y es que, en cada colegio, escuela pública haya clases de educación física y por tanto miles, decenas de miles de educadoras y educadores de la Educación Física. Ese es nuestro compromiso y nos quedan dos años, Ministra. Nuestro compromiso no es el cartel de la contratación. No digo que no se hagan escenarios, porque toca, pero no es la prioridad.
Nuestro objetivo central, es que toda la niñez y la juventud colombiana pueda hacer actividad física en sus colegios a partir de clases de educación física, que forjen al ciudadano libre y a la ciudadana libre, constructora de democracia y entre esos ciudadanos y ciudadanas libres, el que va a los Juegos Olímpicos a ganar, porque va a tener más fuerza para ganar, porque entre la actividad física, además de nuestros músculos, hay una fuerza rectora que es nuestro cerebro.
Cuando uno piensa que va a ganar, cuando ese cerebro se concentra, a pesar incluso de alguna falla, de algún dolor, se gana. Se puede ganar. Esa fusión no se puede olvidar, cerebro y músculo al mismo tiempo, no niega el uno al otro, cerebro y músculo Ministra, y nuestro sistema educativo tiene que abrirse, esa es una orden dada y no solo por el pueblo, sino por el Presidente, que debe cumplirse.
En todo esto que hemos hablado, nuevamente las clases de historia, nuevamente, nuevamente no, por primera vez, clases de programación de software, matemáticas, sí, nuevamente clases de arte en toda su diversidad, porque la matemática va junto a la sensibilidad, y los colombianos, en general los latinoamericanos, somos también cerebro y corazón y en esa medida las clases de arte y en este caso particular y que le corresponde a usted como directora del deporte desde el Estado colombiano, y de la actividad física, las clases de educación física en toda Colombia, porque de ahí saldrán años adelante, quizás ustedes en mi lugar, delegaciones a los Juegos Olímpicos más grandes, 200,300, 400, y medallas por cantidades.
Aunque la medalla solo es un signo de una sociedad que avanza, y ojalá esa cantidad de medallas que ustedes traigan, sea el signo de una sociedad que está avanzando en la paz y profundizando la democracia, que, en mi opinión, muy poco se ha tenido.
Bueno, gracias, felicitaciones a todas, todos ustedes, allá en esa fría París nos veremos un rato, espero de todo corazón que les vaya muy bien y que puedan gozar de esos instantes pequeños en el tiempo, pero que son tan determinantes en la vida de una persona.
Gracias muy amables a todos y todas.
(Fin/nmp)