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Discurso

Palabras del presidente Gustavo Petro durante el lanzamiento de la línea 157 Anticorrupción

“Cuando el dinero copa el espacio del valor humano, de la necesidad humana de un cambio, pues eso no es una revolución. Es simplemente una actividad codiciosa. Cambiaron revolución por codicia”: presidente Gustavo Petro.

Foto: Juan Diego Cano - Presidencia

Bogotá, 21 de enero de 2025


Se ha explicado en qué consiste la Línea 157 ya por mis antecesores en el uso de la palabra, que indudablemente abre un nuevo canal adicional a los existentes tradicionalmente farragosos, a veces peligrosos.

Denunciar es un peligro en Colombia, porque se denuncia ante unas instituciones que están cruzadas por la corrupción y el denunciante no sabe con quién habla realmente. Muchos casos en el país se han presentado en donde el denunciante muere después de denunciar o es amenazado, y esa amenaza, obviamente, proviene de una red, una red que está afuera y adentro del Estado.

​Este canal permite evadir ese peligro relativamente, creo que bien, por el ensayo que pude hacer ahora. El denunciante puede ocultar su dato personal, si así lo desea. El canal permite una línea paralela a las mismas instituciones que pueden estar incursos en la corrupción y permite rapidez, en cierto sentido, rapidez en la denuncia.

Una denuncia hecha por teléfono, por medios telemáticos. No hay que ir a la URI (Unidad de Reacción Inmediata), como es tradicional antes. Tener que desplazarse a algún sitio que es indudablemente una barrera de entrada, un pobre no puede hacerlo.

O cualquier ciudadano en general tendería a ser demorado, ya no en la línea, sino en la cola y terminaría cansado; no pondría la denuncia, perderíamos tiempos, perderíamos energías, perderíamos oportunidades de descubrir y de recuperar dineros que son públicos, en este caso. Aquí es más expedito, es simplemente una llamada, llamar al 157. Ya veremos en el tiempo si la atención es inmediata, si queda ocupada la línea, como sucede en tantas otras.

En el tiempo mismo iremos descubriendo errores en el sentido de la capacidad del sistema para recibir llamadas o para tramitarlas, incluso, para guardarlas. Habrá un informe de eso, que espero el delegado de la Presidencia en la Oficina Anticorrupción del Ejecutivo, pues lo brinde paralelamente al desarrollo de este proceso que hoy comienza.

Si hay gran capacidad en el sistema, indudablemente habrá capacidad y eficiencia y rapidez en la atención de las personas. Hay un juego que yo creo que ya en todas las tareas de construcción de este sistema se ha venido solventando la capacidad eficaz.

Ahora bien, no quisiera ponerme solamente en este tema técnico de una línea anticorrupción, que pocos países la tienen, según tengo entendido, porque aquí no solamente se puede llegar a una voz que denuncia un escrito, sino evidencias, indicios, pruebas, fotos, videos, quizás, e indicios que permitirían que estando este sistema ligado directamente a la Fiscalía —de hecho la Dijín es la unidad de la policía más ligada a la Fiscalía, es la policía judicial, la que busca las pruebas para judicializar los casos—, pues aquí prácticamente entraría directamente, dependiendo de la gravedad de los hechos, a la investigación de la Fiscalía.

Aquí también hay otro problema, porque todo el sistema puede ser muy capaz, etc., puede haberse diseñado bien, pero si el cuerpo que se dedica a la investigación por hechos de corrupción es pequeño, pues va a colapsar.

Igual va a seguir demorado, la rapidez en un lado pasa como las autopistas que llegan al puerto, la autopista puede volverse rápida, hacerles túneles, gastarse una gran cantidad de plata en mejorar la velocidad en una carretera de camiones, pero al llegar al puerto termina haciendo cola, y ese tiempo perdido en la cola del camión hace ineficaz todo el dinero invertido en la carretera.

Por tanto, aquí deberíamos estudiar más el fortalecimiento de la Unidad Anticorrupción de la Fiscalía.

Yo he hecho propuestas porque, por razones de mi vida política, terminamos ante una sentencia muy famosa en la Corte Interamericana de Derechos Humanos, que me protegió en su momento, en mi opinión de un hecho de corrupción, pero me protegió personalmente, y demanda de una reestructuración de la Procuraduría, intentando, porque no se ha podido hacer esa reestructuración, hay una fuerte oposición contra la sentencia de la Corte Interamericana, incluso expedida desde altas instancias políticas o judiciales, que desconocen un tanto la promesa del actual presidente, y es que, dado que la Procuraduría cesa en unas funciones, pues un personal que está allí termina siendo pago sin necesidad, a menos que ese personal de todos los niveles se trasladara a la Fiscalía.

Ese mismo dinero que se dedica ya en el presupuesto podría tener una mayor eficacia si el mismo personal de la Procuraduría, que hace un trabajo paralelo, y en este momento no jurídico, buscando hechos de corrupción, investigándolos, etc., pues no reconoce que la corrupción es un delito; no es una irregularidad.

La Procuraduría está hecha para investigar irregularidades que no llegan a ese nivel, que son problemas disciplinarios, alguien llegó borracho, no cumple los horarios, no cumple el contrato laboral, etc., y tiene un código que le permite ajustar las irregularidades a sanciones específicas que no son penales. Pero cuando se llega a un delito y la corrupción es un delito, la Constitución nuestra dice que quien investiga es la Fiscalía. La Fiscalía investiga los delitos.

Además, la Policía ayuda a investigar, en el caso de la Policía Judicial aquí presente, pero está sujeta al mundo penal, jurídico penal, precisamente para intentar proteger derechos humanos.

Nadie más puede quitarle los derechos políticos a un ciudadano, incluido su derecho de libertad, sino un juez, y un juez, previa a una investigación presentada por la Fiscalía.

Y eso que es un principio universal, cuando alguien aparte del juez condena, estamos ante una dictadura. El hecho distintivo de la dictadura, fuera de ciertas formas es poderle quitar a los ciudadanos y ciudadanas sus derechos humanos, fundamentales, entre ellos los políticos. Colombia tiene una semidictadura desde tiempo.

Derechos políticos son concultados casi a diario por personas que no son jueces y que no están en el proceso penal. Eso se le dio desde hace mucho tiempo, no es reciente, pero no hemos hecho el ajuste institucional que nos permita dejar prácticas dictatoriales y ser una democracia plena. En una democracia plena el ser humano es libre, el hombre es libre, la mujer es libre, y el niño es libre, tiene sus derechos.

Las comunidades son libres, la nación es libre, pero en una dictadura eso no ocurre. Y libertad consiste en el goce, entre otras razones, no voy a explicar aquí, porque no podría, una larga discusión filosófica sobre qué es libertad. Pero algo que no es libertad es que la ciudadanía pierda sus derechos humanos fundamentales.

Cuando se le pega a un joven porque sí, cuando se le arrastra por las calles, cuando se le pinta para que no se vea su expresión, cuando se le silencia, cuando una mujer es golpeada por su marido, o en la calle, o el simple acoso sin su consentimiento, pues está perdiendo derechos como ser libre, como persona. Y así no se vive en democracia. Este es un tema que me parece fundamental —señora fiscal— porque al final la técnica es limitada frente a la política.

La técnica es simplemente un compañero, una ayuda, que aquí la estamos viendo, pero no pasa de ahí. Cuando la técnica se apropia también del ser humano, pues también tenemos una pérdida de la libertad.

Ahora hay una serie de hechos pavorosos, diría yo, de lo que uno empieza a captar de lo que viene sucediendo en los últimos días.

No tenemos aún toda la información, desde el viernes se empezó a recoger, estuvimos allí en Tibú, haciendo un consejo de seguridad con la información que teníamos en ese momento.

Había más rumor que datos, hoy todavía tenemos mucho rumor y aún no tenemos los datos concretos, cuántas personas han muerto, 32 es lo que aparece en las mornes, en el caso del Catatumbo, pero todos sabemos que aún no se llega a muchos sitios; este puede ser uno de los hechos más dramáticos. Hemos tenido muchísimos de la historia contemporánea, desde los tiempos de la violencia liberal conservadora.

La corrupción y la​ codicia

Y si uno se puede hacer un examen histórico sobre la corrupción, muchas teorías hay al respecto, pero la corrupción nace de un valor o un antivalor que no viene con el ser humano, que no nace con el ser humano, sino que se crea en la historia, que es la codicia.

Yo vengo elaborando una tesis de que la codicia desenfrenada termina acabando la vida, que el gran enemigo de la vida en toda su extensión, la naturaleza, la humanidad, el gran enemigo de la vida es la codicia, y solo cuando superemos la codicia podremos tener seguridad tanto en la naturaleza como en la humanidad. Hay quienes creen que no llegaremos a eso, que moriremos antes. Pero la codicia tiene una base concreta en la historia, que es el poder.

Las comunidades humanas cuando no tenían desarrollado el poder, salían a cazar juntos, se ayudaban, hombres y mujeres, para criar, para reproducir la especie, que es el instinto que todo ser vivo tiene, vegetal o animal, no aparecía la codicia como tal.

Por tanto, la corrupción no aparecía, no es del ser humano, es de sus formas de organizarse. Eso desapareció en el tiempo y ahora se desarrollaron formas que permiten cada vez un poder mayor sobre las personas y por tanto desarrollan la codicia y por tanto desarrollan la corrupción.

La codicia por tanto es un problema a afrontar como antivalor. Difícil en una sociedad que todos los días va reproduciendo que es necesario ser codicioso para vivir, y olvida que al ser codicioso para vivir se mata, se mata la existencia en general. Pero es un tema de cultura y es un tema de la historia.

La cultura no es simplemente una enseñanza en un colegio, aunque tiene que ver, hace parte. Si no se enseña, el joven más rápidamente o la joven más rápidamente adquiere los modos de ser de la sociedad fuera del colegio. Pero esto tiene que ver con la historia.

Y uno puede tratar de comparar por qué sociedades, cuando descubren un corrupto, termina uno viendo que el corrupto se suicida, por ejemplo, que no logra soportar la carga de ser visible como corrupto ante su propia comunidad, militares, políticos, religiosos incluso, en sociedades orientales, pero no solamente en orientales, se suicida.

Es decir, tienen un alto valor esas sociedades sobre lo público. Y entonces el individuo que se descubre como un agresor de lo público se avergüenza al extremo, al punto que es capaz de quitarse su propia existencia.

No digo que esto sea válido, sino que lo importante aquí es cómo hay sociedades que hacen de lo público sagrado. Mockus hablaba mucho de esto. Pero no es solo un discurso filosófico, es una realidad histórica.

Porque esta sociedad muestra mucha más transparencia que esta otra. Y la respuesta está en la historia, no en el gen humano. No es que ellos son y nacieron así, más transparentes y nosotros nacimos más corruptos, no.

Es que nuestra historia no ha hecho algo en función de hacer sagrado lo público. A eso le llaman revolución. Las revoluciones democráticas donde sucedieron crearon sociedades relativamente más transparentes, porque se valora lo público, que sociedades donde no ocurrió.

En nuestra sociedad casi desde el principio volvemos sagrados en lo no público. Quitar lo público se nos volvió casi que un ejercicio cotidiano. Burlarse de lo público, etc.

No tener una noción de lo público es la ausencia de una cultura democrática que tiene que ver con que no produjimos en realidad una construcción democrática en Colombia. Nos pintamos de demócratas, eso sí. Iniciamos una revolución en la independencia con ese sentido, la democracia, la república, el respeto de la ley y lo público, pero eso se nos quedó incompleto.

Se nos quedó por el camino, por muchas razones que quizás investigadores, historiadores podrán proponer. Pero hubo un déficit democrático en Colombia tan grande que no pudimos construir un valor de sacralización de lo público a través de una república democrática. Esta cayó rápidamente en manos de intereses particulares, de grandes terratenientes, de esclavistas que tenían hasta sus ejércitos propios, no un ejército nacional, lo quitaron.

La policía se fue forjando, pero en esa mentalidad. Y terminamos en un país que lucha por apropiarse de lo público a través de sus gentes más codiciosas. Esa es parte de nuestra historia y viene de atrás.

No es de ahora solamente, y contra eso tenemos que combatir. Y no va a ser nada fácil, porque aquí ya tampoco se trata de un sistema, como estamos presentando hoy, sino se trata de la historia. Y la historia no está determinada por la técnica, es al revés, la técnica está determinada por la historia.

La situación crítica en el​ Catatumbo

Por eso, lo que vimos ayer, yo estuve viendo por redes, que era la máxima información, y con información de los jefes, los generales de la Policía y del Ejército, la situación del Catatumbo. Pero la situación del Catatumbo enseña en lo que va. Uno aprende también de los fracasos. Y allí hay un fracaso, un fracaso de la nación.

Lo voy a tratar de decir con palabras que siguen siendo hipotéticas, porque no tenemos toda la información. Pero ¿cómo el Eln se desplaza de Arauca a Norte de Santander? En una cantidad de hombres, pues todavía no lo sabemos, pero tiene que ser amontada.

No pueden llegar caminando simplemente por entre las montañas, porque duraría meses. Esa es una probabilidad, escondiéndose en la trocha para no ser vistos. En general, eso se puede hacer con pocas unidades.

Pero en un volumen mucho más grande, algún tipo de información debemos tener. Y no la tuvimos. ¿Por dónde caminaron, cuando vieron o se transportaron? Esa es una pregunta, como podríamos hacernos muchas otras.

¿Por qué el Eln, hoy, pocos meses de que era muy débil militarmente hablando, es fuerte? Eso tiene unas respuestas que deberíamos ahondar. ¿Cómo una organización puede saltar en fortaleza técnica, militar, en el corto plazo?

La droga, decimos, sí. Luego hay un discurso mentiroso dentro del Eln, porque el que yo escuché ayer habla de la verdadera revolución.

Eln cambió rev​olución por codicia

Dice alguien, que no sé el nombre, cómo puede haber una verdadera revolución traqueteando. Moralmente es imposible, eso no se puede. Una revolución no se hace con dinero, o con mucho dinero.

Cuando el dinero copa el espacio del valor humano, de la necesidad humana de un cambio, pues eso no es una revolución. Es simplemente una actividad codiciosa. Cambiaron revolución por codicia.

Y el número de la preparación, de la calidad de la preparación militar y de las armas es por codicia. No por hacer una revolución. Por codicia, cualquier ser humano se pone al servicio de otro, no es libre.

No quiero explicarles, pero en generalidad, en general, los revolucionarios que existen, un Bolívar en nuestro campo, habría muchos, el sacerdote Camilo Torres Restrepo, para ponerlo más encajado en la historia de quienes han actuado en estos días; un Jesús, independientemente de la creencia religiosa, son seres libres. Y para uno ser libre no puede ser codicioso, porque la codicia lo vuelve a uno esclavo de la codicia. Y entonces, pues es imposible revolución y codicia.

Cuando la codicia se apropia de la revolución, la revolución se acaba. Y creo que estamos viendo viejos, viejos, viejos revolucionarios que se volvieron lo contrario. Y sean armados o no, el arma en una revolución puede degradar la revolución.

Ha habido muchas revoluciones con armas, pero en general son complementarias desde el pueblo. Es el pueblo el que hace una revolución. La toma de La Bastilla, el cruce del Palacio del Zar en la historia, o en nuestro caso el Cabildo Abierto del 20 de Julio, esos son revoluciones. Pero no está el arma por delante, está el discurso y la voluntad del cambio del pueblo.

Podríamos llegar a la tesis de que no debe tenerlas. Gandhi hizo eso, puso eso sobre el tapete. Pero lo que estamos viendo entonces es un cuerpo armado dominado por la codicia, alejado de su discurso fundacional, alejado de sus fundadores como el padre Camilo Torres Restrepo, y en otra fase completamente diferente en la que no nos podemos equivocar.

Están al servicio de otra cosa, no solo de su codicia personal que los hace matar, para eliminar lo que creen ellos son los obstáculos para su codicia, pueden ser otros codiciosos, indudablemente, porque lo que hemos visto es guerra, guerra entre ese tipo de grupos, la mayor parte de los muertos sale de ahí.

Hablar de un conflicto armado en Colombia nos toca explicarlo, porque ya no es la guerra entre un grupo y el Estado, casi no hay acciones contra el Estado, muy de vez en vez, sino que es la guerra entre grupos, y entonces la guerra entre grupos es alrededor de qué, no es del Estado, no vienen para acá, es alrededor del territorio, del cultivo, en este caso puede ser otra economía, y se matan por ello, es decir, se matan por codicia, y entonces ya no son 10 personas, una, un desaparecido por aquí que cae en la guerra entre Estado e insurgencia, sino decenas de personas que pueden matar en una sola noche, para limpiar el territorio de lo que consideran sus enemigos, que no es el Estado propiamente.

Si el Estado no los molesta, ahí quedan, sino sus enemigos son los que se atraviesan en quitarles la ganancia, para apropiárselo ellos o por cualquier otra razón, y matan, la codicia los hace matar en masa, se convierten en señores de la guerra y asesinos en masa, y allá pues digamos la posición del Estado.

La posición del Estado puede ser, déjenlos pelear y se matan, pero terminaremos en unos hechos peores, porque esa codicia es comprable, y puede ser comprable por alguien extranjero, bajo otro tipo de lógica, que puede hacer de Colombia simplemente un objeto de uso, un medio para un fin que no es colombiano, y como sociedad nos podemos degradar entonces, y como Estado más, y ese no es el camino que se ha propuesto desde el 91.

He caminado un poco este periplo alrededor de la palabra corrupción, que no tiene que ver propiamente con la línea que estamos iniciando, sino como análisis de lo que puede pasar, porque hay políticos de la oposición que no se están dando cuenta de la gravedad.

Uno no puede estar diciendo por ahí que va a invadir otro país, porque el otro país va a reaccionar, y no necesariamente como queremos, no necesariamente por líneas democráticas, porque si ya no hay una democracia, si la democracia se está fundiendo aquí y allá, podemos entrar en la debacle, y por tanto no se trata de hacerle oposición a un presidente, que está bien que lo hagan, pero no en estos temas, sino que se trata de la unidad nacional para no dejar perder una nación o un Estado, reformarlo sí, todo lo que se quiera, pero no perder la base fundamental que somos, la República de Colombia, y eso, digamos, es lo que está sobre el tapete.

Y dejo ahí, General y Ministro, para suscitar las discusiones del caso, pero no me aguantaba las ganas de decirlo.

Entonces espero que el desarrollo de esta línea nos ayude, es una ayuda, no es el fin en sí mismo, porque al final el fin en sí mismo es que la codicia deje su poder en la sociedad colombiana, y así solucionamos de verdad muchos temas. Codicia mayor, democracia mayor, puede ser la consigna. Entre más democracia, quizás, más valor de lo público y menos seres codiciosos, por tanto, más seres libres.

Gracias, por haberme escuchado y muy amables.


(Fin/mha)