Si somos potencia alimentaria, somos una potencia mundial de la vida: presidente Gustavo Petro
San Sebastián, Magdalena, 3 de octubre de 2024
En este mes de octubre esperamos la entrega más grande de tierras al campesinado de Colombia, yo creo que en toda la historia de este país. 50.000 hectáreas en diversos lugares. Comenzamos aquí, en el Magdalena, en una región que yo escuchaba hablar hace varios años de una persona que quedó presa conmigo, me tuvo que aguantar, que es Nelson.
Me distraía en la cárcel de Barrancabermeja, que era terrible, terrible. Me distraía porque cantaba vallenato y entonces a mí me gustaba y así se me pasó el tiempo, corto, breve, que estuvimos allí.
Él me contaba de San Vicente, de La Estrella, de una serie de lugares, de San Zenón, de la lucha campesina que había aquí, de la posibilidad que teníamos, me invitaba a venir. Hasta ahora cumplo la promesa. Yo tenía 27 años cuando eso. Entonces hace bastante tiempo.
Y ahora estamos aquí, en medio de esta entrega masiva de tierras. Entregar la tierra al campesinado es una de las mejores cosas que puede pasar en Colombia, yo diría que la mejor, porque los problemas que ha tenido nuestro país en la historia reciente y en los siglos que hemos vivido como República, tienen una fuente, que es la inmensísima desigualdad social que hay en Colombia, que a cualquier parroquiano le parece que es lo normal en la humanidad, pero resulta que es la desigualdad más grande del mundo desde el punto de vista social.
La tierra para el campesino es igualdad
Esa desigualdad la heredamos de la esclavitud, del mundo feudal de los españoles y nunca pudo ser corregida después de la muerte de Simón Bolívar. Muy cerca de estas tierras, entre otras cosas, por aquí cerca pasó, muchas veces pasó como guerrero, a veces aislado, solitario, derrotado para un lado, para el otro, iba por el río Magdalena, que era el gran río de la patria y que nos juntaba a los pueblos en su lucha por la libertad.
Entregar la tierra es un canto de igualdad. Lo que pasa con la tierra en Colombia es una de las peores situaciones que en economía se pueden tener y que en la humanidad se pueden experimentar. La tierra es para producir alimentos, para eso es que está.
Alimentos de todos los seres vivos, pero específicamente de la gente humana que por allí está. La tierra no es para tenerla simplemente por tenerla, como pensaban los señores feudales de la tierra. No es un símbolo de poder, no es un instrumento de avasallamiento sobre el otro ser humano, sino que es un instrumento común para construir allí sobre los surcos, con el sudor humano, la reproducción de la misma vida del ser humano.
Sin alimentos no podríamos vivir, sin el agua no podríamos vivir y la tierra fértil es esa conjunción entre el agua y el alimento con el cual podemos ser seres humanos en este planeta.
En Colombia ustedes lo podrán ver, de aquí, por miles de hectáreas hacia cualquier punto, casi no se cultivan alimentos. Está poseída la tierra por unos cuantos individuos que la han acaparado a la fuerza, muchos, otros no, que la defienden incluso a la fuerza, pero que no se dan cuenta que tener esa tierra implica un compromiso con la sociedad. No es tenerla por tenerla, es tenerla para cultivarla, para que, de sus alimentos, niños y niñas, viejos y viejas, seres humanos en general, puedan seguir caminando por los senderos de esta tierra.
Eso no es así. Por todo el Magdalena ustedes ven grandes latifundios apenas con alguna vaca flaca cada dos hectáreas y los pueblos llenos de hambre, llenos de juventud sin trabajo, llenos de niñez con escuelas pobres, llenos de pobreza bajo este sol y estas tierras fértiles y entonces indudablemente nos encontramos frente a una enorme irracionalidad. Así no son las cosas en el mundo.
En el mundo cada centímetro cuadrado de tierra fértil se aprovecha cultivando alimentos. En Colombia la desperdiciamos solo porque hay una relación social de vasallaje, al peón se le tiene como peón con hambre, de vez en cuando se le contrata con sueldos y jornales de hambre, mientras el señor de la tierra puede disfrutar en su camioneta cuatro puertas a veces en reuniones de sus cófrades, llenos de fusiles, llenos de alcohol, llenos de sangre y de víctimas, llena de políticos y senadores que no se han dado cuenta que su función social no es abrazarse con el narco, sino abrazarse con la campesina y el campesino para fundirse en un solo pueblo, en un solo objetivo.
Tierra usurpada por el narcotráfico
Por estas tierras pasó el paramilitarismo. Diversos grupos matando jóvenes líderes simplemente porque se habían atrevido a pedir la tierra que es de ellos, no de los paramilitares. Y los paramilitares se fueron, dicen, y llegaron otros para tratar de garantizar que esta tierra no quedara en manos del campesinado. Ahora tenemos 7.000 personas esperándonos en Córdoba, en Buenavista, donde vamos a entregar 8.000 hectáreas, que es uno solo de los municipios de Córdoba. Aquí vamos a entregar, en este lugar 2.500.
Las 8.000 hectáreas de Buenavista, Córdoba, - no confundir con San Sebastián de Buenavista que es aquí- esas 8 mil hectáreas, las habían poseído a sangre y fuego después de varias masacres de campesinos los paramilitares de allá.
El señor Mancuso, por ejemplo. Y se las entregaron al gobierno en su proceso de paz y hubo un doble engaño de lo cual hablaré más con calma allá en Montería o en Buenavista, Córdoba. Un doble engaño.
Miren ustedes cómo se comporta la oligarquía colombiana con sus siervos, porque a los que hicieron la paz con ellos, que le habían hecho los favores de asesinar y exterminar la rebeldía y la lucha popular, los mandaron en avión extraditados a los Estados Unidos y por otro lado fíjense, cogieron sus bienes que habían entregado a la justicia y pasaron a manos de los políticos los senadores, los concejales. Se quedaron con lo que el paramilitarismo le había quitado a sangre y fuego al campesinado. Bonito así, hasta que ganamos. Eso no se lo esperaban.
Encontramos que las 8.000 hectáreas de tierra de Buenavista estaban en manos de un concejal, un concejal del pueblo. No sé cómo el Fiscal General de la Nación, el señor Barbosa, se negó a entregar los bienes, el listado de bienes que la Fiscalía tenía por función legal que recoger de lo que entregaban los paramilitares, para que con esa tierra y con esos dineros se indemnizara a sus víctimas.
Y está Lilia Solano que está al frente de este programa, Lilia. Pues no, el señor Barbosa nos dijo: no señor. Petro -porque no me decía presidente- no señor, Petro, a usted no le entregamos el listado.
Ahora entiendo por qué, los bienes estaban en manos del 'Clan del Golfo'. ¿Cómo puede ser que si Mancuso entrega sus tierras y Macaco y Jorge 40 y no sé cuántos más, los Vanoy, entregan sus tierras —sus entre comillas, porque ilícitamente las estaban poseyendo con el dinero del narcotráfico y en los cuerpos muertos de los campesinos las habían acaparado—.
¿Cómo es que se le entrega la justicia a la Fiscalía y de pronto hoy vamos y lo que están ahí son hombres de fusil integrantes del Clan del Golfo? ¿Es que la Fiscalía le entregó las tierras del paramilitarismo al Clan del Golfo? Me pregunto yo.
¿O no la supo defender o no le interesó y entonces tenemos que la Fiscalía de Barbosa lo único que hizo fue pasar la tierra de unos narcotraficantes asesinos a las manos de otros narcotraficantes asesinos? Y así no se puede construir paz, así no se puede construir justicia, así no se puede construir una nación.
La Universidad de Antioquia tendrá los recursos para salir de la crisis
Aquí tenemos otro tipo de problema. Ayer estaba el Ministro de Educación en Medellín, creo, discutiendo los problemas financieros de una universidad pública, la más importante de Antioquia, la Universidad de Antioquia.
Al mismo tiempo había una enorme manifestación de un millón y medio de personas jóvenes en Buenos Aires, Argentina, luchando por la educación pública porque el gobierno de ese país quiere privatizarla. Eran dos eventos similares, regionalmente muy diferenciados. Geográficamente. En el de Antioquia no estaba el gobierno local de Antioquia. En el de Buenos Aires tampoco. Dos gobiernos que parecieran parecerse y que les importa un rábano la educación pública de su propia juventud.
No me puedo meter en Argentina, pero sí en Antioquia. ¿Por qué a los gobernantes antioqueños, no a todos, los de ahora, ¿No les interesa la suerte de la Universidad de Antioquia? ¿Es que quieren su juventud ignorante? ¿Es que quieren a su juventud sumida en las bandas de la violencia eterna, cuando se dan cuenta que no tienen ninguna posibilidad en su existencia porque les cerraron las puertas del saber y del arte y de la ciencia y de las matemáticas?
Estas tierras de aquí que hoy entregamos son de la Universidad de Antioquia. Son 2.5000 hectáreas más o menos. ¿Por qué las compró, las adquirió la Universidad de Antioquia en su momento? No sabría explicar. Las donó algún terrateniente. Se las donó la Universidad de Antioquia.
Más inteligente el terrateniente de San Sebastián, que los gobernantes del departamento y la alcaldía de Antioquia, de Medellín. Porque éste estaba pensando, a pesar, supongo cómo sería su vida, que para algo le serviría a la juventud y se las entregó a la Universidad de Antioquia gratuitamente.
En cambio, allá no van a la reunión con los estudiantes a discutir cómo impulsar el saber en Antioquia y el arte en Medellín, para que sea el escenario de la paz, utilizando la misma Universidad de Antioquia que tanta gente y pro-hombres y pro-mujeres ya han podido sacar a partir del estudio cuidadoso.
Pues bien, yo desde aquí voy a entregarle un recurso a la Universidad de Antioquia, ya que no la quieren en Medellín. Desde este pueblo campesino, agredido por el paramilitarismo que vino de aquellos lugares, agredido por el narcotráfico que sembró de sangre, hizo llorar a las mujeres madres de aquí, porque acababan con sus hijos, en lugar de responder con venganzas u odios que no nos interesan, respondemos es con la mano abierta y el corazón entregado, con el amor.
El dinero que aquí se entrega por esta hacienda va directo a la Universidad de Antioquia para que se ayude a educar toda una generación de paz, de jóvenes muchachos y muchachas de Medellín y del Departamento de Antioquia.
Ayudaremos a salvar esa universidad de la catástrofe en la que la han conducido, como a toda la educación pública en Colombia y se hará de doble manera, porque al mismo tiempo que le entregamos el libro a la juventud antioqueña, que le decimos que no es el fusil, que no es la violencia, sino que es el saber y la libertad que genera el arte y el espíritu libre, aquí entonces al mismo tiempo tendremos hombres y mujeres jóvenes y no tan jóvenes, labrando con surcos la comida, sembrando el alimento que necesita la sociedad colombiana y así construiremos paz, aunque no lo crean. Este es el camino de la paz.
Dejar vacía una silla frente al estudiantado y negarle el recurso público para estudiar es construir la violencia. Entregarle estas tierras al campesinado para sembrar alimentos y entregar los dineros de aquí a la Universidad de Antioquia para educar su juventud es construir la paz, tierra y saber, decía ayer.
México, ¡tierra y libertad!
Veía el retrato, allá en México en la posesión del segundo mandato de la transformación después de López Obrador, ojalá podamos hacer lo mismo en Colombia. La Casa de Nariño se abra a una segunda oportunidad del progresismo, como se hizo en esa plaza enorme que hay en la Ciudad de México, pero allá estaba el retrato de un campesino entre los presidentes.
Allá no quitan y guardan los retratos de los campesinos y de los indígenas y de los negros porque sólo quieren ver una especie de mausoleo de rostros blancos, no en México. En Bogotá era así, en México no. En México está la foto de un campesino y se llamaba Emiliano Zapata, y dice ahí la frase: tierra y libertad.
Yo creo que lo que estamos haciendo en Colombia, congregando a la organización campesina, logrando que en la Constitución aparezca el nombre de campesinado, que no existía, sujeto de derechos como seres humanos que son, y no solamente a través de una palabra constitucional que ya existe, sino a través de la realidad constitucional, porque una Constitución no es un libro, sino que es la sangre, es la pasión, es el camino y es la bandera de un pueblo que no puede bajar en la práctica.
Miles y miles de campesinos, decenas de miles y ahora podemos decir centenares de miles de campesinos, se han puesto al lado de la labor de gritar, también como Zapata, ¡tierra y libertad! La Reforma Agraria no se puede detener en Colombia.
La Reforma Agraria tiene que abrir más caminos legales y normativos. Hasta ahora entregamos tierra que nos entregan voluntariamente o que encontramos dentro del mismo estado, guardada en los escritorios para ver si nadie se da cuenta de las haciendas y llega el concejalillo y el politiquero y el senador y se queda con las tierras que deberían ser del campesino. Lo que esperamos. Entonces. es que ya tenemos un movimiento que pueda cambiar las normas de Colombia.
La tierra ¿para qué?
Tener tierra para cultivar alimentos debe ser tan posible, como el alcalde Peñalosa obtiene tierra para construir las troncales de Transmilenio. ¿Cuál es la diferencia? Yo creo que la humanidad y la población colombiana vive mejor si se cultivan alimentos en la tierra, que si pasa un bus echando hollín por todos los poros en la ciudad de Bogotá.
La pregunta que uno tiene que hacerse es ¿por qué es fácil que para construir un negocio particular como los buses de Transmilenio sí existe tierra y pueden tenerla? Y en cambio para los campesinos para que puedan cultivar alimentos para la sociedad colombiana se les prohíbe tener la tierra.
Se les hace difícil las normas, castigan, no quieren ver al campesinado con tierra porque quieren seguir viendo estos pastizales abandonados en manos de un sujeto al cual se abrazan, en manos de un sujeto que generalmente a diferencia de esta hacienda es un simple narcotraficante. Como vamos a ver ahora en nuestra siguiente misión allá en Buenavista, Córdoba. Eso no puede ser en Colombia.
Igual que yo tengo que decir que un gobernante local, un alcalde, un gobernador tiene el deber de sentarse con su juventud para discutir los presupuestos con los cuales su juventud va a poder saber, va a poder sacar adelante este país más adelante.
Potencia en producción de alimentos
Igualmente, tenemos que sentarnos aquí con el Congreso de la República y discutir si podemos facilitar que el campesinado de Colombia tenga la tierra fértil de este país y entonces podamos ser una potencia en la producción de alimentos, en la agroindustrialización del alimento, en un alimento que llegue barato a la familia colombiana o que se pueda exportar por el mar y enriquecer a toda la sociedad.
Un país donde el campesinado pueda ser y pueda hacer progresar su propia sociedad, donde un campesino, así como mi compañero de El Banco, pueda decir: yo pude educar a mi hija en una universidad y es doctora. El día que los campesinos y las campesinas de Colombia a través de su trabajo puedan decir que sus hijos puedan ser doctores, sin abandonar el campo, ese día tengan ustedes la certeza que habrá paz en Colombia.
Así que aquí estamos construyendo paz. Felicito a todas las asociaciones campesinas, a Nelson que me debe ahí una canción de vallenato, a los compositores para que le cantemos.
Aquí ya no se trata de cantarle al narco, al traqueto, aquí hay que cantarle a la tierra, al amor, a la mujer, a la esperanza; los cantos campesinos que tan hermosos han construido la cultura caribeña y nos han dado tanta fuerza en este, que es el empeño por construir la paz de Colombia. Gracias a todos.
Recuerden, si somos potencia alimentaria, somos una potencia mundial de la vida.
Gracias, muy amables.
(Fin/nmp/fca/mha)