Bogotá, 5 de mayo de 2025
Buenas noches ciudadanas, ciudadanos de Colombia. Hoy queremos dedicar en primer lugar esta alocución presidencial al tema de la seguridad, vista desde el elemento delincuencial que más afecta la vida. No digo el número de ciudadanos, pero sí la vida, que es lo prioritario que una sociedad, un país, un estado debe defender, proteger la vida humana.
Y en ese sentido esta alocución será seguida, inmediatamente, por el Consejo de Ministros, por decisiones de tipo judicial y administrativo ajenos a la Presidencia de la República. Este tipo de intervenciones está bajo censura en Colombia. Y no hay otra palabra qué expresar que es censura.
No solamente se ha censurado los Consejos de Ministros, a los cuales la ciudadanía, en mi opinión, si se habla de democracia, debe tener acceso transparente, absoluto sobre cómo se maneja su país. No hay otro país de los colombianos que no sea Colombia, y no hay instancia de la administración pública más importante que la del Gobierno Nacional. En esa medida, cualquier ciudadano del común, de cualquier lugar del territorio, tiene el derecho de saber cómo se maneja su país, porque es su propiedad.
Y las diferentes decisiones que se han venido tomando, que tienen que ver nada más ni nada menos con que se le tiene temor a que el presidente hable a la ciudadanía, verdades. No soy infalible, pero es indudable que durante décadas en Colombia ha existido un manto, no solo de impunidad judicial, sino de impunidad informativa. Un manto predeterminado para que la sociedad colombiana no sepa lo que pasa en Colombia en sus materias más graves.
Se ha manipulado la información en Colombia en contra de la decisión de la Asamblea Constituyente y de la Constitución Nacional. Es un estado inconstitucional de cosas. ¿Le corresponde al presidente decirlo o no? No, no le corresponde al presidente juzgarlo, pero sí decirlo.
Otros serán los procesos de tipo judicial a los que siempre este gobierno ha respetado, pero estamos ante un hecho casi sui generis en la historia universal y entre los países del mundo. Se intenta censurar y acallar la voz del presidente, se intenta desaparecer al presidente, porque en realidad, y lo que está al desnudo hoy, es que el poder no reside ni en el pueblo, como ordena la Constitución, ni en el presidente de la República como mandatario elegido por la mayoría de los colombianos.
Es una afrenta contra la democracia, indudablemente, una contradicción en sí mismo de manera fundamental, cuando por cualquier tipo de análisis jurídico se está diciendo que las cosas públicas no son del público, que el espectro electromagnético por el que van las ondas de comunicación televisiva, radial, etcétera, no son de la nación, como dice la Constitución, no son inembargables, inenajenables, como dice la Constitución, sino que en la práctica son de los dos grupos financieros más poderosos del país, dos o tres, y que la información entonces no está en manos de la ciudadanía, no está en manos de lo público, sino del interés privado más poderoso de Colombia, que decide informar o no informar lo que le conviene, quitándole a cada ciudadano colombiano o ciudadana el derecho que dice la Constitución tener y fundamental, el derecho a la verdad, el derecho al pluralismo informativo.
Sobre la base del pluralismo informativo no se puede tapar la voz del presidente, si no dónde están los once millones y medio de electores que decidieron que fuera el mandatario, se burlan de él y se burlan de él no porque sea una circunstancia actual, pasajera, episódica, sino porque en Colombia los que mandan no son los elegidos, los que mandan son no elegidos y su capacidad de poder está determinada por la cantidad de su dinero y de sus bienes.
No es una sociedad por tanto democrática, institucionalmente la que tenemos, sino una lucha entre las instituciones de la Constitución que intentan volverse realidad con el apoyo del pueblo y una institucionalidad de facto, no creada, no acordada por el pueblo, que básicamente transfiere, transmite otro tipo de poder fáctico, no elegido, que es el poder del dinero. Y entre el poder del dinero, indudablemente, y eso lo hemos denunciado una y otra vez, el poder de la mafia, que le quita el poder a la ciudadanía.
Parte de esta discusión que a partir de ahora se va a presentar, tiene que ver precisamente con el poder de la mafia. Lo que está matando a Colombia es la mafia, la codicia, porque la mafia en el fondo no es más que codicia. Codicia que se adueña de los corazones y que va matando a gente inocente por doquier.
Los homicidios en Colombia
Ya veremos los datos para saber cuál es la realidad de la violencia en Colombia, en su elemento más grave, quitarle la vida a otro colombiano. La tasa de homicidios, por tanto, se nos convierte en el indicador fundamental para saber si somos más violentos, menos violentos, de qué manera las políticas públicas han sido eficaces o ineficaces durante todo este largo periodo de violencia en Colombia. No hablamos de los últimos dos años.
Error de la prensa, malintencionada, porque intenta hacer aparecer la violencia como si hubiera sido creada en este gobierno, lo cual es mentira. Es simplemente una manipulación política, propagandística. Vamos a ver aquí la realidad de los datos, su relativa gravedad, y ver en lo posible en el Consejo de Ministros qué tanto hemos avanzado, en dónde fallamos, en dónde se pueden corregir los errores, en dónde acertamos, si la concepción es correcta o no.
Nos acompaña aquí en la alocución, también malintencionadamente se dijo en la pasada alocución presidencial que era una repetición, o más bien era un Consejo de Ministros escondido. Esto es una alocución presidencial, por eso no están todas las ministras y los ministros como los tuvieron en la pasada, pero sí sigue el Consejo de Ministros. Y aquí quiero que inmediatamente termine la alocución la mayoría de quienes nos ven, si están interesados en este tema, pasen al canal público, nos lo ordena la justicia, no nosotros.
Creo que tenemos derecho a que Colombia vea los Consejos de Ministros. Pasó un caso particular el día del Primero de Mayo, la alocución presidencial, óigase que no el Consejo de Ministros, la alocución presidencial que hice frente a la Plaza de Bolívar llena, las 200 plazas llenas en Colombia, pero que tenía que ser escuchada por toda la ciudadanía colombiana, fue censurada, y no por la justicia, sino por un órgano administrativo que se ha convertido en el tribunal censurador. No fue, sino, que un gobernante del pueblo llegara a la presidencia y se desnudara la realidad.
Tenemos un tribunal de censura que arbitrariamente censura al presidente, aun en sus alocuciones presidenciales, determina cuándo puede hablar, cuándo no, qué tiempos y qué decir.
Eso es lo que había en el fascismo. Y aquí entonces estamos ante una realidad, instituciones que no son de la Constitución, que no son del pueblo, en donde el pueblo no ejerce su soberanía, sino instituciones de mafias, ilegales o no, que tienen que ver con la protección de intereses particulares, y en el caso de la información, con quienes se han adueñado ilegítimamente del espectro electromagnético, impidiendo que la voz pública, que la voz de todos, que la pluralidad de las voces de Colombia aparezcan públicas también, ante los ojos de cualquier colombiano.
Nos acompaña el ministro del interior y jefe de despacho, Armando Benedetti Villaneda; ministro de justicia y del derecho encargado –los ministros no están en este momento, a ver cómo se pronuncia–, James Hares Chaid Franco Gómez, tiene un nombre como en Abu Dhabi.
Altos mandos de las Fuerzas Militares y de la Policía Nacional, el almirante Francisco Hernando Cubides Granados, comandante general de las Fuerzas Militares; general Hugo Alejandro López Barreto, jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Militares; general Luis Emilio Cardoso Santa María, comandante del Ejército Nacional; almirante Juan Ricardo Rozo Obregón, comandante de la Armada Nacional; mayor general Carlos Fernando Silva Rueda, comandante de la Fuerza Aerospacial Colombiana; brigadier general Carlos Fernando Triana, director general de la Policía Nacional; la viceministra para las Políticas de Defensa y Seguridad encargada del Ministerio, Juliana Coronado Neira.
Después, en el Consejo de Ministros, ya los demás ministros y ministras tendrán participación en el debate sobre las políticas públicas de seguridad, que es de lo que se trata esta alocución y el Consejo de Ministros.
Paso en primer lugar a mirar unos datos. Dos, simplemente no nos vamos a llenar ni atiborrar, porque después no queda nada en la cabeza, los datos se borran fácilmente ante la cantidad de información, y entonces solo voy a presentar dos cuadros que me parecen fundamentales para ver el panorama general de la violencia en Colombia, a través de la tasa de homicidios del país. Este cuadro que ustedes ven va desde el año 1990 hasta el año 2024.
Es el más reciente de la tasa de homicidios, aquí va por número de homicidios. Se hubiera podido hacer también por tasa, que sería bueno, pero nos da más o menos el mismo comportamiento. Con lo cual, lo que quiero aquí que ustedes vean, es si estamos ante un colapso de violencia, que son los titulares a diario de la prensa, que una, dos y varias veces al día repite y repite a lo (Paul Joseph) Goebbels.
Goebbels era el comunicador, asesor de información de Hitler, que se inventó la frase y la puso en práctica con relativo éxito de que si calumnias y calumnias y calumnias, dicha calumnia se convierte en una gran verdad. Que debe repetirse la falsedad siempre, para que vaya quedando como verdad en la mente de los colombianos. Una de estas mentiras Goebbelsianas de la prensa tradicional de Colombia es decir que estamos ante un colapso de la violencia.
Este cuadro muestra que no, que eso es falso, que es una manera de manipular la opinión pública. No porque estamos bien, siempre que haya un homicidio estaremos mal, sino porque la conducta, la tendencia general de la violencia contemporánea, hemos tenido varias fases de violencias. Colombia vive permanentemente en guerra civil, desde que somos independientes.
Son muy pocos los espacios de verdadera paz y se cuentan por años, han sido esporádicos, inmediatamente comienza otro tipo de guerra, de violencia. Cambian las causas en el tiempo y esto es clave saberlo, me referiré a esto más tarde.
La violencia cambia en su estructura y en sus móviles, permanecen, pero cambia en sus fundamentos y es clave para la política eficaz de seguridad saber de esos cambios, detectarlos, incluso, predecirlos, porque la política pública también debe variar de acuerdo a este cambio, a este fluido cambiante contradictorio de la violencia en Colombia.
Si colocamos unas políticas hechas para una fase determinada, que ya no es la del presente, fracasamos y creo que parte de eso está sucediendo incluso en este momento. Ahora, volvamos al cuadro y mostremos la tendencia general. Si vamos de 1990 al 2024, estamos cubriendo 34 años, un largo plazo, que nos puede decir el balance general de lo que ha sido, ya no la política de este gobierno, sino el conjunto de la sociedad colombiana tratando de salir de la violencia.
Indudablemente, y hay que decirlo y repetirlo, porque de esto no se menciona nada, Colombia es un país relativamente exitoso en salir de la violencia. Hemos combinado fases de más ofensiva del Estado, hemos combinado fases de más diálogo y paz durante todo este periodo. Unos gobiernos han tenido un talante, otros otro, pero el balance general es que hemos sido exitosos como sociedad y este es un tema de ejemplo mundial.
Aún si uno particularizara, como el caso que me parece el más emblemático, la ciudad de Medellín, que le empezó a ganar a Bogotá, que tenía el liderazgo en esta materia, es indudable que son casos incluso de estudio mundial para aplicar en contextos de violencia, porque son profundamente exitosos.
Y una de las preguntas que deberíamos hacernos es, ¿en qué consiste ese éxito? Relativo siempre, no vamos aquí a decir que ya superamos los problemas, pero el cuadro, y vuelvo a repetir que lo muestren, entonces nos muestra un gran pico, ese es el pico de la violencia en Colombia, donde las tasas de homicidio se volvieron las primeras del mundo. Una ciudad como Medellín en este momento tuvo una tasa de casi 400 homicidios por cada 100.000 habitantes que ni ciudades en guerra hoy la tienen.
Pasemos a la primera, por favor, con algún respeto de los cuadros, pónganme atención un poco a lo que voy diciendo para seguir. Entonces ese pico se sitúa entre el 90 y el año 94, la primera parte, una crecida de la violencia venida de abajo, es la época de la mafia, de los grandes carteles urbanos, y de la decisión de las mafias de entrar en guerra entre sí. Una de las causas de mayor mortalidad, matando a su propia gente en fuego cruzado, y otra la decisión de esas mafias de retar al estado a partir del terrorismo.
La palabra terrorismo también es mal usada muchas veces. Los tiempos de George Bush, creo, o Ronald Reagan, no me acuerdo ya, cuando las torres cayeron por los aviones o los explosivos, hay toda una investigación al respecto de quién fue el responsable allá en Nueva York. La palabra terrorismo se generalizó a todo tipo de conflicto, incluso social en el mundo, lo cual es un enorme error, una violación de derechos humanos total.
En Colombia la padecemos. Cuando la Fiscalía de Francisco Barbosa, siguiendo a Iván Duque, decidió volver terrorista a todos los jóvenes que salían legítimamente a protestar contra el gobierno de aquel entonces, los llevó a la cárcel, los mató, no hay una investigación real sobre el asesinato sistemático de jóvenes en el llamado estallido social. Eso es un crimen de lesa humanidad que tiene que ser investigado.
Quitaron sus ojos, violaron mujeres, torturaron, tres mil jóvenes fueron a la cárcel, todos sindicados de terrorismo, y eso es una barbaridad, una de las peores arbitrariedades de la justicia en Colombia, solo por generalizar el término de terrorista que no se puede generalizar.
Terrorismo es causar por medios violentos terror en la población civil de manera sistemática y generalizada. La época que estoy mencionando, 90-94, fue de puro terrorismo del narcotráfico, bombas en las calles, caídas de aviones, derribados, etcétera, y este es el panorama de la mayor violencia en Colombia.
Bogotá en la era Antanas Mockus
Cayó a partir del 94, hay que mencionar que aquí hay una figura estelar en este éxito que comenzó a tener Colombia, que es Antanas Mockus, y su política centrada en la disminución del homicidio en la ciudad de Bogotá, que desde ahí comenzó permanentemente a caer muy por debajo de los promedios nacionales, se convirtió en una ciudad capital de las menos violentas de Colombia y salió de la lista de ciudades más violentas del mundo, con lo cual el promedio colombiano empezó a descender.
Y Bogotá se convirtió allí, en mi opinión, porque el gobierno tuvo y siguieron con los demás gobiernos de Bogotá la tesis de mantener como objetivo centrar la baja de la tasa de homicidios y una política de inclusión social que hizo que la pobreza en Bogotá se volviera de los menores indicadores porcentualmente de todo el país.
Esa inclusión de la juventud relativa en la educación pública creo que tuvo un éxito fundamental en la disminución de la violencia en Bogotá, la que tiene que ver con matar a las demás personas. Eso ahora, en los últimos años, se ha revertido lamentablemente.
Ahora, si miramos el cuadro, esa caída del 94 no se mantiene en el año 2000. Volvemos a tener un pico entre el 2000 y el 2001-2002 que vuelve a haber un pico, y a partir del 2002 una tendencia permanente al descenso de la tasa de homicidios, al punto que lo que ya tenemos en el 2024 viene a ser menos de la mitad de la tasa de homicidios del año 92-93. Y esto es lo que yo llamo un éxito relativo. Y la falsedad de hablar de un caos de violencia, bueno, lo que estamos teniendo es permanentemente una caída de la tasa de homicidios con algunas excepciones.
Aquí debo, a pesar de que están en mi oposición, resaltar para el año 2003 hacia el año 2006-2007, que se colocan los términos más bajos, pues la política de Álvaro Uribe Vélez, con sus más y con sus menos. Yo he criticado mucho de esa política violatoria de derechos humanos, pero en términos de reducción de la tasa de homicidios y de acorralamiento organizaciones que tenían capacidades de matar, pues terminó con esta baja de la tasa de homicidios. Es un momento en que el Estado no dialoga, sino ataca.
Prácticamente no hay diálogo en esos gobiernos. Eso llega con relativo éxito hasta el año 2010. Hay un leve pico de crecimiento, por favor, el cuadro para que sigamos hablando, hasta el 2012.
Y en el 2012 vuelve a haber una caída pronunciada que puede llegar hasta el año 2018. Y quiero ver esa segunda fase, no puedo mostrarla aquí, entre el 2012 y el 2018, porque indudablemente esta nueva caída de la tasa de violencias después del pico 2012, que es un pico muy inferior a las épocas de gran violencia en Colombia, tiene que ver con el proceso de paz de (Juan Manuel) Santos y Las Farc.
Guerra vs paz
Y en Colombia pues nos llevaron a una polarización, si miramos estas dos fases, que ambas fueron exitosas en bajar la tasa de homicidios, una de ataque del Estado a fondo contra organizaciones delincuenciales, la otra de paz, y entonces aquí yo hago una conclusión, de acuerdo a los datos, no se deben contraponer.
Ha sido falsa y una equivocación en Colombia decir o paz o guerra. Para acabar la guerra hay que hacer la guerra, pero también ofrecer la paz. Popularmente se le conoce como garrote y zanahoria en la política, pero me parece, y por mi experiencia en estos años de gobierno, es que deben estar juntas la posibilidad de dialogar y hacer la paz siempre, porque es mejor ahorrar muertos, pero también la acción decidida del Estado, decidida es actuante del Estado contra las formas de criminalidad diversas. No es que el Estado se guarda mientras se habla de paz, sino que el Estado debe estar a la ofensiva, sin disminuir la ofensiva, pero al mismo tiempo el gobierno debe hablar de paz.
Y este es un punto que de este cuadro me parece una conclusión. Ustedes verán ya al final, años 2021, que vuelve a crecer, esa es la época del Covid, que salimos, ahí hay un salto en el mismo despertar de la sociedad, muy paradójico, hacia la violencia, pequeño, no logra sobrepasar niveles ya muy inferiores de tasa de homicidio, que se ha mantenido incluso en este Gobierno. Y esto es clave, porque este salto no solamente tiene que ver con el Covid, sino, ojo, con hacer triza la paz.
Hay una devuelta a la violencia, por el incumplimiento del acuerdo de las Farc y Santos, hecho premeditadamente por el nuevo gobierno de Colombia que siguió después de Santos. Nosotros no hemos aumentado de ese nivel la tasa de homicidios, no me gusta, pero hemos quedado en los niveles en que los dejó Duque. Hay una leve tendencia a disminuir, pero es muy leve para sentirnos victoriosos.
No hay un caos de violencia en este Gobierno, esa es mentira, política, mediática. Simplemente no hemos podido bajar los niveles de Duque. Duque los llevó un poco más altos de lo que era el promedio hasta el 2020 y nosotros hemos tratado de tirar hacia abajo y más o menos, pero muy marginalmente, lo hemos logrado.
Luego, hacer trizas la paz es uno de los grandes errores de la política pública colombiana. Lo dije en mi intervención en el Cesar, el viernes creo que fue, esto tiene hasta nombres propios.
Hacer trizas la paz no comenzó en el gobierno de Duque, comenzó en el gobierno de Santos y no por voluntad de Santos, sino de muchos de sus colaboradores y uno en especial, que yo voy a remarcar aquí, que es la fiscalía de Néstor Humberto Martínez, que decidió sabotear el proceso de paz y a través de un método muy a la colombiana, jurídico, tratando de construir normas o de usarlas para producir el mismo efecto; entrampar la paz, lo denominé en mi último debate en el Senado de la República, que consistió en poner una trampa para hacer que firmantes de paz que ya estaban desarmados y en el proceso ya de desmovilización con Santos, pues los hicieron volver a la guerra, a través de mostrar un infundio de exportación de cocaína después de la firma de los acuerdos, no hablo de antes, que fue falso y yo lo demostré con las grabaciones que pude mostrar en ese debate.
Lo entramparon y debilidad y culpa del señor (Iván) Márquez y (Jesús) Santrich y sus amigos, no tuvieron la certeza personal, el talante personal de perseverar en la paz y cayeron redondos en la trampa y se devolvieron las armas y aquí comenzó un hecho que hasta ahora sigue siendo, que es que las zonas que fueron de las Farc no entraron a un poder ciudadano constitucional, sino que entraron fue a cambiar de dueño de la violencia, por varios de estos que regresaron las armas y por una nueva realidad que ahora explicaré más al fondo.
Conclusión de este cuadro en general: Colombia es exitosa en salir de la violencia, sigue siéndolo, los niveles de tasa de homicidio vienen a ser de los menores en el año 2024, de todo el periodo 1990-2024. Así que la alarma hay que ponderarla, no ocultarla, obviamente, pero sí saber que no es como está diciendo la prensa.
Ahora les voy a mostrar un segundo cuadro y último que me parece también importante ya para aclarar la tesis que tenemos sobre el estado actual de la violencia y las formas de resolverla, siempre sin querer sentirnos infalibles, porque este tema es complejo, nos ha costado mucho y nos cuesta sangre de policías, de jóvenes en general, pobres en general, que se matan entre sí, en barriadas y en lugares lejanos y cercanos de Colombia. Este es el mismo cuadro de la tasa de homicidios, pero el 2003 hasta un poquito tenemos el 2025, pero no cuenta porque obviamente no ha terminado; hasta el 2024.
Hay una proyección para el 2025, toda proyección puede ser engañosa, es simplemente una proyección. Si miramos esa proyección con los datos que hasta ahora van del 2025, ojo con esto, el 2025 tendría la tasa de homicidios más baja, más o menos desde por todo el gobierno de Duque, etcétera, y solo nos rebasaría la época posacuerdo de paz de Santos, solo nos rebasaría, estaríamos ya casi a ese nivel.
Esto, obviamente, es buena noticia, pero no para llenarse de júbilo, y es que la tendencia sí va a la baja en este Gobierno, esperemos que la proyección coincida con la realidad finales de este año, pero mientras no tengamos este último año, entonces yo quiero que ustedes vean esta tabla, es la misma, sólo que el año 2003 al 2024, pero hay una línea anaranjada allí, que a partir del año 2016 exactamente, a la firma de los acuerdos de paz, empieza a ascender sustancialmente como porcentaje de homicidios dentro del total de homicidios de Colombia.
Una nueva fase de violencia, el sicariato
Si uno proyectara esto hacia adelante, sabiendo que toda proyección puede ser falsa, lo que tenemos es que este tipo de línea naranja que responde al número de sicariatos, sicariatos, pues hacia adelante, si todo siguiera así, puede que la tasa de homicidio general siga disminuyendo, pero cada vez más será por sicariato.
De aquí se pueden deducir varios temas, uno, el país ha sido exitoso, fundamentalmente en bajar la tasa de homicidios o el número de homicidios que responden a lo que yo ya voy a llamar la violencia social difusa, a la muerte en riñas, a la muerte pasional, a la muerte por feminicidio incluso, a la muerte por intolerancias, por riñas en la sociedad colombiana, muy alta.
Para el año 2003 era lo más importante de los homicidios, nos matábamos por nada. Es una lógica la violencia colombiana que tiene que ver ya es con la estructura misma de la sociedad, por qué mata un ciudadano a otro por nada, por un problema pasional, por un problema de tragos, etcétera. Yo a esto le pongo un cuidado, en Bogotá como alcalde, que fuimos también exitosos en bajar la tasa de homicidios de Bogotá, lo atribuíamos a problemas de exclusión social y de educación, y en esto Bogotá habría tenido mayor éxito que el resto del país, porque logró mayor éxito en aumentar sus niveles educativos que el resto del país.
El gobierno de Bogotá Humana, vuelvo a repetirlo, saltando sustancialmente en calidad educativa, como nunca había estado en la historia de Bogotá, logramos pasar al nivel promedio de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos), la calidad educativa, tema oculto por la prensa, muy miserablemente, porque de aquí deberíamos aprender para el resto de la sociedad, pero estos saltos en nivel educativo de la sociedad y el nivel de inclusión social, indudablemente tienen un peso fundamental en disminuir la violencia homicida difusa.
Los norteamericanos en estudios de Nueva York nos dan la razón en su estilo de análisis sociológico muy matemático, muy de correlaciones estadísticas, que tiene que ver con encontrar que entre más se educan los niños en el preescolar, es decir, el bebé tiene afecto de la familia y el Estado lo cobija también ayudándolo en la atención integral, es muy difícil que ese bebé, ya vuelto hombre o mujer, termine delinquiendo, lo cual significa que la principal política de seguridad de un país es cuidar con amor a su niñez, tema completamente votado por los gobiernos de Colombia hasta el momento.
No hemos cuidado la primera infancia en Colombia, ni la familia que se disuelve, cada vez es más infuncional, cada vez tenemos más problemas en conservar, incluso, por falta de educación, los núcleos familiares con las diversas concepciones de familia que hay en Colombia, culturales, unas más extendidas, otras menos, pero la política de cuidado integral de la niñez es fundamental para una política de seguridad.
Bogotá también lo demostró, estamos saltando en la atención integral, pero aquí necesitaríamos mucho más dinero que los grandes poderosos de este país, dueños de los medios de comunicación privado, no sueltan con un egoísmo social absurdo, suicida, diría yo.
En la ley de competencias que se va a presentar al Congreso de Colombia, (el ministro del Interior, Armando) Benedetti tiene esa, y eso tiene que ser uno de los temas centrales de discusión ahora, junto a la consulta, porque va a haber una revolución, ya se aprobó con el Congreso como reforma constitucional, pasamos de unos 25 % de ingresos corrientes que se reparten a municipios, a un 42 % en 10 años, ahora no lo veremos, pero cada vez más, y este mayor diligenciamiento de recursos que cada municipio va a tener, obviamente tiene un peligro que se los roben, pero también se los roban a nivel nacional, así que la idea de que centralizar o descentralizar tiene que ver con la corrupción es mentira.
Se roban abajo y arriba, y arriba creo que más, una corrupción, unas ratas, llamémoslo así, no –discúlpenme, las ratas–, una labor de rateros, aquí le llamo yo a las bandas de rateros de Chapinero, que se roban el Estado a nivel nacional, son más eficaces en robarse los dineros que las bandas de rateros de localidades que se apropian del Estado en los municipios del país.
La ciudadanía tiene que cuidar esos recursos, esa es su responsabilidad en la medida en que más dinero va a llegar al municipio, pero parte de este dinero, Benedetti, tiene que ir al cuidado de la primera infancia que hoy no van. Viejos y niños hay que cuidar. Los que están entre viejos y niños, pues, pueden defenderse, el Estado debe ayudar, pero debe haber una actividad propia de construcción de ingresos, no el subsidio.
El subsidio va para los que no pueden trabajar, y en este caso son los niños y los viejos. Y en estos dos frentes, pues, vamos adelante con la reforma pensional, que va a ser ley desde el 2025, espero que no haya problemas. Todo colombiano o colombiana tiene el derecho a una pensión por trabajar en este país, y todas las mujeres trabajan en el hogar cuando no van hacia afuera, que debe ser reconocido como un bono pensional.
Está ya escrito en la ley, y creo que será uno de los mayores avances de la sociedad colombiana en favor de la paz, pero también el cuidado de la primera infancia, que debe tener mucho más dinero para que todo niño o niña a los tres años pueda ir a un centro especializado por unas horas a amar el saber.
Si se ama el saber, no se abandona el libro, y si no se abandona el libro, no se va a violencias fascistas o comunes de matar al vecino, al parroquiano, o a la mujer incluso.
Mafias multicrimen
Bien, volvamos al cuadro, entonces, en esta lista, en esta raya naranja que alcanzan a ver ascendentes a partir del año 2016. Si es sicariato, significa ni más ni menos que la violencia de hoy en Colombia, menor que la de hace 30 años, cada vez más responde en términos de muertes violentas de colombianos al sicariato. Y esto es clave, porque nos indica la política pública que hay que tener en el presente, en el momento actual. No es la violencia difusa que con educación se podría ir controlando.
Aquí ya cada vez más es detrás del sicariato hay una organización, una planificación. Existe sicariato, no porque hubo un momento de ira, sino porque se premeditó la muerte de otra persona, y con seguridad hubo dinero para pagar por la muerte de esa persona. Lo que estamos hablando aquí ya no de la delincuencia difusa, sino de organizaciones construidas para matar y para otras actividades ilícitas.
Se le puede poner diversos nombres. Yo le llamé multicrimen, suena un poco intelectual. Multicrimen porque se dedican a diversos tipos de criminalidad al interior de una misma organización.
Organizan la extorsión, organizan el asesinato, organizan el control territorial ilegítimo, organizan vivir de economías ilícitas, y esta es la palabra clave. El dinero con que se hacen sicariatos en Colombia sale de una financiación que siempre tiene que ver con una economía ilícita, no permitida en Colombia ni en el mundo. Y entonces, economía ilícita se ha convertido en el gran promotor de la violencia mortal en la Colombia de hoy, y este es el cambio de fase.
Y trato de explicarlo, ya voy terminando, no se me afanen porque nos espera el Consejo de Ministros, y aquí ya la cúpula tendrá la opción de hablar también, para analizar este tema. Pero, si estamos ante una nueva fase de la violencia en Colombia, la manera de entenderla y de atacarla es diferente a la pasada fase de violencia que teníamos. Y aquí se nos daña un poco la visión del sectarismo político, que siempre a través de ideologías falsea la realidad.
No es lo mismo la violencia que ha comenzado desde el año 2016, que no logra tener los niveles de hace 30 años, que estamos tratando de mitigar con relativo éxito a lo que había antes del 2016. Antes del 2016 aún podemos decir, con la existencia de las Farc armada, que ya venía en un proceso de degradación de la lucha insurgente, propiamente dicha, que es la que intenta cambiar un Estado por otro a la fuerza, aparentemente a través de una insurrección popular. Esa fase pasó, esa no es la que hay hoy.
Las organizaciones no están atacando al Estado si no es para presionar algún tipo de beneficio jurídico que tiene que ver con las economías ilícitas. Entonces, estamos en una fase diferente y hay que mirarla diferentemente y hay que tratarla diferentemente. Si yo creo que las organizaciones actuales que están detrás del sicariato, que están matando hoy la mayor parte de los ciudadanos que mueren por homicidio, como si estuviéramos en el pasado, es decir, como si estuviéramos tratando con organizaciones insurgentes, me equivoco en todos los sentidos.
Hago un tratamiento y una metodología que correspondía a unos diálogos políticos con la insurgencia, porque la insurgencia es política. Hay pueblos que hablan incluso del derecho a la insurgencia, como Santo Tomás de Aquino, y hay constituciones que lo establecen. Por eso allí nació la tesis del delito político, diferente a los delitos comunes.
Delito político para el que se va a derrocar. Es un relativo. Si el que va a derrocar triunfa, pues se acaba el delito político.
Son nuevas normas en el Estado. Por eso internacionalmente no es perseguible el delito político. Corresponde a un conflicto interno de una sociedad determinada, en un periodo histórico determinado, que se puede solucionar políticamente o se puede solucionar por derrota militar, como ha sucedido en muchas de las guerras civiles de Colombia.
Desde hace 200 años vivimos en guerras civiles diferentes. Por eso 100 años de soledad. Y por eso lo que en mi discurso censurado del Primero de Mayo dije, los 100 años de soledad tienen que terminar. La soledad de Colombia debe terminar. Y esa soledad de Colombia termina dialogando entre nosotros como seres humanos. Por eso el diálogo hay que mantenerlo siempre.
No podemos mirar pecaminosamente al diálogo. No podemos decir es que el diálogo es el que promueve la violencia. No, el diálogo es para superar la violencia de la manera más humanamente posible.
Entre más se ahorre un solo muerto de cualquiera de los bandos, más gana Colombia. Colombia muere en cada cadáver de cualquiera de los bandos. Porque es un colombiano el que muere y es un pobre.
Y son jóvenes. Lo que pierde Colombia ante la muerte de sus jóvenes es inmenso desde el punto de vista del acumulado de una sociedad. Ahora bien, ya no es este el móvil de la violencia que tenemos hoy.
No es la insurgencia. No es cambiar un estado por otro. No es política. Lo que tenemos es una violencia centrada en controlar economías ilícitas. Es una violencia codiciosa, no política. Por tanto, sí hay que decir lo común bajo nuevas especificidades, porque las organizaciones que están detrás de la violencia son más poderosas que antes. No son nacionales, ojo.
Las palancas del crimen no están en Colombia
Las palancas de control en las zonas donde estas agrupaciones tienen cierta influencia no están en Colombia.
En la insurgencia estaban en Colombia. Por eso el diálogo era más fácil. Hoy las palancas de control están en el exterior, en una serie de carteles del narcotráfico que hoy son más poderosos que los de Pablo Escobar.
Guerra contra las drogas fracasó
Y sí, abre una discusión en la cual yo he participado mundialmente. Se ha perdido la guerra contra las drogas en el mundo. Porque estuvo mal planteada la estrategia de una guerra militar contra el narcotráfico.
Era otra la estrategia. Y esto ha pasado en toda América Latina. El balance de América Latina es un millón de muertos. Un millón de muertos. Asesinados por diferentes razones. A veces hasta por estar en el lugar equivocado.
Eso es peor que la guerra de Irak. Lo que ha sufrido América Latina, y dentro de América Latina, el que más ha sufrido, Colombia, con casi 300.000 muertos de ese millón, pues es de una barbarie inmensa a escala mundial, pero ha sido promovida premeditadamente por un tipo de política que hubiera podido ser otra y no hubiera ocasionado estos muertos. Y ahí está el fracaso de la guerra contra las drogas que lo decimos en el mundo.
Las drogas no son un problema que debería mirarse criminalmente. Las drogas son un problema que tienen que, como fundamento, hasta donde sabemos porque la ciencia no ha logrado encontrar mayores fundamentos, es en la falta de afecto de una sociedad. Cuando una sociedad utiliza diversos tipos de medidas rituales o culturales de descanso, de dispersión mental, todas las sociedades de la historia humana la han tenido.
Es para equilibrar momentos de tensión social muy altos como las guerras, por ejemplo, en el caso del Imperio Romano o los egipcios, etcétera. No vamos a hablar mucho de esto hoy, pero ese fundamento que correlaciona el deseo de la sociedad de la fiesta después del trabajo, pues es lo que lleva a que haya equilibrios que no eran dañinos en el pasado, en extremo, pero que hoy se han vuelto extremadamente dañinos incluso a un fenómeno como el fentanilo, que literalmente es una droga mortal.
Mata a 100.000 ciudadanos estadounidenses al año, la cocaína les mata a 3.000. El salto es pavoroso en términos de vida y demuestra el enorme fracaso de una política que no debió ser concebida como una política de autoridad e imperio sobre las sociedades andinas desde los Estados Unidos, sino más como una política de colaboración, porque lo que hemos hecho es ayudarle a los Estados Unidos a superar sin éxito una lacra social que tiene, y es que su sociedad débil, cansada de la competencia, aislada completamente en el capitalismo, sin familia, sin comunidad, individuos recortados y tristes y aburridos, pues terminan supliendo su vida con la muerte, buscando la muerte.
No me extiendo más aquí, pero es otra la política contra las drogas que se debe seguir en el mundo. Esta fracasa y va dañando tanto la sociedad de los Estados Unidos como las sociedades productoras de hoja de coca, en el caso de la cocaína. Cambiarla es nuestra bandera, pero no dependerá de nosotros, y creo que no de este gobierno, solamente debemos decirlo.
Mientras no ocurra un cambio del marco general de la política antidrogas del mundo, pues el consumo de drogas seguirá aumentando, y en la medida que aumente ya está entrando a China y a la India, lo cual me produce realmente pavor frente a las consecuencias que ese aumento de consumo puede tener en América Latina.
Porque la mafia, al crecer por la prohibición, no por la sustancia, sino por la prohibición de la sustancia, tal como pasó con el whisky en Estados Unidos, pues se vuelve cada vez más poderosa, y ya es una multinacional internacional. No hay mafia colombiana ya, lo que hay son multinacionales extranjeras controlando cadenas del narcotráfico de la producción de cocaína, en este caso a nivel nacional, pero controlando las cadenas donde más se gana a nivel internacional, con lo cual estamos haciendo la del bobo.
Aquí la sangre, aquí la muerte, aquí los jóvenes enfrentados, aquí los fusiles y las ganancias allá. Nos quedamos con el pecado y sin el género, y esta es la nueva realidad de la violencia en Colombia. Nos pagan ejércitos con colombianos excluidos, integrándolos, bandas armadas con cierta capacidad militar que controlan territorio colombiano, pero están dirigidas desde el extranjero, y ese es un atentado a la soberanía nacional, eso es lo que quiero que tengamos en cuenta.
Apoyo para desmontar mafias en Dubái
Por tanto, no estamos hablando ya de una insurgencia, estamos hablando de una actividad premeditada para controlar territorio y población colombiana, que pueda ser funcional a la exportación de insumos del narcotráfico, cuyas ganancias se quedan en Estados Unidos, en Europa, en México y en Dubái, para ser más exactos, porque Dubái es la nueva Miami de los narcotraficantes.
Y por eso he pedido una política de acuerdo policial con China, con la India y específicamente con Emiratos Árabes Unidos, porque la ciudad de lujo artificial que morirá dentro de 10 años, pero que se vende así como la sociedad del lujo, no solo atrae a gente codiciosa o a gente que quiera vivir en el lujo, sino que atrae a todas las mafias del mundo, y por tanto en Dubái tiene que haber un centro colaborativo, incluso de nuestra Policía, para desmontar las mafias que se han ido a vivir a Dubái. Algunos son colombianos, pero en general el poder ya no está en manos de la mafia colombiana.
Estamos transnacionalizados y el efecto de esta mafia controlando poblaciones y territorio nacional, entonces automáticamente se convierte en un hecho contra la soberanía nacional. Cualquier oficial colombiano que se venda a las mafias, y hemos analizado con la cúpula que hoy es muy fácil, porque si antaño un mayor, por poner un ejemplo de la Policía o del Ejército, veía al contrincante insurgente como su enemigo, le enseñaron a eso, y viceversa, hoy no es eso. Hoy hay un punto común que podría juntarlos en una mesa de un hotel o de un prostíbulo a hacer negocios, y es el dinero.
No es el cambio de sociedad, es el dinero puro y simple, codicia. Y el dinero puede juntar a unos y otros y hay aquí el mayor peligro que tenemos para la eficiencia de la política pública en Colombia, y es que la misma fuerza pública termina cooptada por quienes tendría que desmantelar.
Esto se está dando en muchos lugares, muchos casos, la justicia ha logrado mucha investigación, sabemos que hay más, pero una de las políticas públicas contra la violencia de hoy en Colombia es cortar todo el nexo entre la oficialidad de la Fuerza Pública en sus diferentes armas y las mafias.
En lo local puede haberlo en lo nacional también. Si por ahí nos corrompemos, como dice la Biblia, se corrompe la sal, y no hay nada que hacer. Lo que seguirá es una descomposición general de toda la sociedad, de toda la política, y óiganlo bien, una fragmentación del territorio de manera violenta, manejada por carteles que tienen sus capitales en otros países del mundo: La destrucción de Colombia, Cien años de soledad multiplicada, definitivamente su último párrafo vuelto realidad. No tenemos, sino que somos, estipes condenadas a la violencia permanente. Ese no es obviamente nuestro objetivo.
Nuestro objetivo entonces se centra, y ya pasamos al Consejo de Ministros a mirarlo ya más a profundidad y entre todas y todos, es a desmontar la economía ilícita, porque es la fuente de la violencia, fuente económica de la violencia. Lo que sucedió en el Catatumbo, y aquí hay una gran demostración de cómo una organización insurgente que creía las tesis del amor eficaz del padre sacerdote Camilo Torres Restrepo, murió en combate en el año 1965 en Santander, por allá, no me acuerdo la fecha exacta, y cuya sotana hemos recuperado y está aquí en la Sala de la Revolución de la Casa de Nariño, para vista de todos los colombianos y las colombianas, pues eso no es lo que ya está en el alma de la dirigencia del Eln.
La dirigencia actual que llaman la refundación, la nueva generación, pues son traquetos, y actúan como traquetos; no son revolucionarios, jamás un revolucionario se puede volver traqueto, no puede combinar ambas cosas, o es revolucionario o es traqueto, porque un traqueto es el lumpen capitalismo, es un mundo del capitalismo degradado, ilegalizado, pero actúa igual que los capitalistas, business, negocios, maximizar la ganancia, un revolucionario cambia todo eso, es de su alma el cambiarlo, luego no se puede confundir ambas cosas, y lo que hemos visto es cómo gente que era de la revolución pasa a ser traquetos.
Lo vemos en las llamadas disidencias de las Farc, de la reforma agraria no hay ningún recuerdo lejano en sus peticiones, muchos de ellos simplemente quieren conservar las hojas de zona de hoja o de cultivo de coca u oro ilegal, u otras economías ilícitas.
El oro ilegal se vuelve uno de los grandes temas, porque el oro en realidad es legal, nadie lo persigue en ninguna parte del mundo, es el rey de las sociedades y de los corazones, el símbolo de la codicia, pero en Colombia es parte de la financiación de los grupos ilícitos por errores de la política pública colombiana, porque el pequeño minero nunca debió ser ilegalizado como ha sucedido y le entregó la pequeña minería a la mafia, tema de lo que hablaremos ahora como una de las estrategias, cómo se acaba el oro ilegal en Colombia, pero el hueso mayor indudablemente está en la cocaína y no está en nuestras manos resolverlo porque es una política mundial de prohibición y la prohibición es lo que está matando a los colombianos y a los latinoamericanos, y Latinoamérica debe dejar de perder la timidez de actuar siempre despavoridos unos sueltos de otros, creo que no hay región en el mundo más dispersa que América Latina.
Ante el Covid ni siquiera se llamaron una vez por teléfono los presidentes, mientras Europa estaba unida para luchar contra la enfermedad y su impacto, nosotros no, divididos cada uno por su lado y nos volvió triste la enfermedad, porque la solidaridad humana es la mayor defensa contra el virus.
Por eso la humanidad está aquí, en el planeta Tierra aún viva, porque se ayuda mutuamente. Las últimas ideologías tratan de acabar la solidaridad, de acabar la ayuda, de vernos como una carrera de caballos, que tampoco los caballos son insolidarios entre sí, pero los intentan volver así en las carreras que hace el ser humano y eso es un enorme error.
Los seres humanos estamos vivos en este planeta es porque nos ayudamos, es porque juntamos cerebros y corazones y ese sentido de colectividad, porque somos manada, es lo que hace que estemos vivos y fuertes aún, con peligro de extinción por la crisis climática y los virus.
Política contra economías ilícitas
Pero es allí en la ayuda donde está el hecho fundamental que salva a cualquier sociedad, la solidaridad humana. Entonces, la política pública alrededor de acabar la economía ilícita es lo central, se negocia exclusivamente con los grupos, se habla de paz, si de antemano va la destrucción de la economía ilícita, si no somos unos bobos y pendejos, porque lo que quiere el grupo es que los dejemos traquetear libremente y no puede haber paz si no se deja de traquetear. Por eso le ponemos todo y apostamos a que el mismo campesinado de los territorios de hoja de coca lleve la vanguardia en quitarlos, con ayuda del Estado.
Esta política, después de la de atender integralmente a la niñez, creo que es la fundamental. Si logramos que el campesinado de Colombia ayude a su gobierno, porque les pertenece este gobierno, a quitar voluntariamente los cultivos de hoja de coca, quitándolos de raíz, para que no vuelvan a crecer, y el Gobierno obviamente entonces tiene que dar las garantías de que se pueda vivir una buena vida en estos territorios por parte de las familias campesinas, pues aquí tendremos una salida de la violencia, de la fase actual, que es la de las economías ilícitas. Y este lo dejo también mencionado como una de las grandes estrategias que estamos impulsando.
Hoy por hoy hay 40.000 hectáreas de hoja de coca inscritas o pactadas, incluso con los que están ahí siempre con el campesinado en primer lugar, para ser erradicadas voluntariamente con pagos al campesinado por esta labor, este trabajo que implica necesariamente una economía lícita que se pueda producir con beneficio para toda la sociedad.
Ya de estas estrategias entonces hablaremos en el Consejo de Ministros que sigue ahora. No es una repetición de lo que aquí dijimos, ya les corresponde a los ministros y ministras mostrar ante Colombia en qué va cada una de estas políticas, cada arma de la Fuerza Pública, mostrar su resultado, lo más y lo menos.
Tenemos éxitos, prácticamente los frentes del señor Iván Mordisco en la Amazonía están destruidos, Iván Mordisco huyendo, hasta donde sabemos. Esto mella la actividad de esos mismos grupos en el Cauca que siguen en violencia muy bárbara. El Eln, como todos sabemos, ha decidido, excepto los frentes del sur de Colombia –que van hacia la paz– han decidido la guerra y el traqueteo, y eso los consumirá.
Triste manera de acabar un proyecto que habló de emancipación humana y que habló de revolución en Colombia. Es una historia triste, muy triste, ni siquiera la Farc cometió ese error, pero el Eln ha decidido abrazar el camino del traqueteo y por eso mata a campesinos.
Entonces tenemos un gran bloque de la violencia integrado por el clan del Golfo, que mata a policías indemnes, el Eln y sectores de las llamadas disidencias, sobre todo las que tienen más asiento en Venezuela.
Venezuela nos está ayudando y este es uno de los hechos fundamentales en la lucha contra el Eln en el Catatumbo. Ahí hay dos hechos que hay que mencionar. Uno, la acción del Estado venezolano en apoyo desde el territorio venezolano a la acción de la Fuerza Pública colombiana.
Allá han capturado 10, 11 alcaldes de diferentes marcas políticas que estaban al servicio del narcotráfico y han incautado cerca de 30 toneladas de cocaína e indudablemente hay una acción que en Colombia tiene también que ser respondida con mucha eficiencia entre los dos estados. Y por eso era necesario tener relaciones diplomáticas sanas porque la frontera no se debe abandonar a la mafia.
Error mayúsculo de Duque por sectarismo político que ahora estamos pagando como pagamos sus deudas también pero este tema es exitoso relativamente porque hay una alianza con Venezuela entre estados que antes no se tenía.
Y el Frente 33 de las disidencias de la Farc ha decidido concentrarse y avanzar hacia allá un proceso avanzado se llama jurídicamente de paz que implica la concentración de su gente de sus armas en una zona que ya está acordada hay que defenderla del Eln, que indudablemente no está interesado en la paz, pero esa zona puede ser el eje para mover toda la transformación de la economía ilícita del Catatumbo por una economía progresista y boyante ilícita que aleje al campesinado entonces de ser víctimas de la violencia.
Esto también se está repitiendo en el Nariño y en Putumayo más tímidamente, pero pueden ser las muestras ya de lo que esta nueva política puede significar en términos de éxito de salida de la violencia básicamente porque nos estamos centrando en el desmantelamiento de la economía ilícita como el factor clave de financiación actual de la muerte violenta en Colombia.
Les agradezco su atención pasamos, inmediatamente, al Consejo de Ministros, la transmisión censurada del Consejo de Ministros, entonces solo saldrá por canales públicos le pedimos a la ciudadanía que si quieren y están interesados en este tema que es eje de las preocupaciones ciudadanas pues nos permitan acompañando pasándose de canal masivamente ojalá porque eso es una demostración de que la censura no funciona en Colombia para mirar ya los pormenores de cada política sus éxitos y su fracaso.
Gracias a todas y todos muy amables.
(Fin/mha)