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Discurso

Palabras del presidente Gustavo Petro Urrego en el acto de entrega de más de 4.500 hectáreas de tierra a campesinos del Magdalena Medio

Foto: Ovidio González - Presidencia

La seguridad de Colombia consiste en que haya justicia para el campesinado, dijo el presidente Petro en Barrancabermeja.

​La seguridad de Colombia consiste en que haya justicia para el campesinado, dijo el presidente Petro en Barrancabermeja.​

Barrancabermeja (Santander), 23 de mayo de 2025

Aquí se ha hablado de la historia del Magdalena Medio, entre los diversos discursos e intervenciones y para mí pues transcurre no solamente como una historia leída, oída, debatida, sino como una historia personal. 

Tenía 23 años, más o menos, cuando desde un barrio que ayudé a hacer, que fundé y que construimos con las manos colectivas del pueblo, las mismas mías, siendo concejal de Zipaquirá (Cundinamarca), a ese barrio llegaron desplazados, quizás eran de los primeros desplazados de la reciente violencia de Colombia, familias que venían de un municipio, el último, de Cundinamarca hacia el norte, por la carretera que va de Zipaquirá a Pacho (Cundinamarca), donde ya estaba el mafioso, después a La Palma, después a Yacopí (Cundinamarca).

Me llevaron esas familias campesinas a Yacopí a conocer la zona y yo curioso fui a una vereda campesina, no recuerdo ya el nombre, pero Felipe Harman (director de la Agencia Nacional de Tierras, ANT), quiero que lo recuerde porque esto lo he repetido una y otra vez. Y pude ver en la cuchilla de al frente la montaña después de un cañón del río Negro, creo que era, o alguna quebrada que va al río Negro, una cordillera llena de fogones, de hogueras. 

Le pregunté al dueño de la casa campesina de qué se trataban esas hogueras, si era que había fiesta en la vereda o se estaba festejando algo, y él me dijo no, son ‘Los Masetos’ (Muerte a secuestradores), que están quemando los ranchos de los campesinos. 

Y hasta tenía temor que cruzaran el valle y llegaran a la cuchilla de montaña donde yo estaba y quemaran su casa, que al final quemaron. Fueron miles y miles de campesinos asesinados y dejados sin tierra desde Yacopí al frente, un poco más al norte, Puerto Salgar (Cundinamarca), La Dorada (Caldas), Puerto Boyacá (Boyacá), Puerto Berrío (Antioquia), y paro ahí un poco en la geografía porque en este pedazo de territorio, específicamente en Puerto Boyacá, se construyó una alianza mortífera contra el pueblo colombiano.

Esa alianza fue de Pablo Escobar y su segundo, ‘el Pachuno’, que le llamaban después ‘El Mexicano’, ya no me acuerdo el apellido, Rodríguez, ¿cómo? Gonzalo Rodríguez Gacha, el micrófono se me cae cuando digo verdades. Es de las pasadas presidencias entonces. En realidad, la mayoría política de ese territorio, ahora sí, la mayoría política por el cual votaba el campesinado desde hacía varios años era del Partido Comunista de Colombia y del Partido Liberal en su línea Nuevo Liberalismo.

Una alianza político-militar


A los dos grupos políticos los asesinaron. La alianza político-militar que se estableció en Puerto Boyacá inició allí, después se centró sobre todo en Puerto Berrío, Antioquia, tenía que ver con el narcotráfico que intentaba tomarse las instituciones del Estado y que había penetrado para ese entonces jueces, fiscales, fiscales no existían realmente porque era antes de la Constitución del 91.

Estoy hablando más o menos de 1981-82, secciones del Ejército y penetraba allá en el Congreso de la República. Pablo Escobar se sentaba como representante a la Cámara del Partido Liberal haciéndole caso a Alberto Santofimio para matar a Luis Carlos Galán.

Lo que allí se pactó entre la limpieza del territorio, como llamaron, la limpieza del territorio era, por ejemplo, lo que yo personalmente vi, la cordillera quemándose en los ranchos del campesinado que allí habitaba, sus niños, sus niñas, sus mujeres, los hombres y no los mataron saliendo despavoridos, quizás hasta las ciudades de Zipaquirá o, quizás, hasta la ciudad de Bogotá, muchos terminaron en el barrio Policarpa, en la ciudad de Bogotá, junto al San Juan de Dios, que en 1998 se tomaron, cerrándolo, y aún hace poco intentaban dinamitar, porque quieren dinamitar la memoria del pueblo, quieren dinamitar y silenciar la historia de Colombia. 

Historia que no se debe repetir más, pero lo cierto es que en ese Magdalena Medio del sur hicieron un genocidio político y la víctima fundamental fue el campesinado de Colombia. Allí aprendieron el genocidio. Allí comenzó, ojalá, los últimos años de 100 años de soledad, porque eso que se vivió en el Magdalena Medio es parte fundamental de los 100 años de soledad. 

La denuncia de estos hechos, su verificación judicial, las confesiones de integrantes de esa alianza, no fueron motivo para que la justicia hiciera testigo, hiciera justicia. Aún incluso los asesinos de Luis Carlos Galán no han sido en realidad capturados, condenados.

Sus autores intelectuales que habitaban en Puerto Boyacá nunca fueron juzgados. Ese paramilitarismo que fue el inicial se financió con mercenarios, narcotraficantes y fueron entrenados por coroneles del Ejército de Israel y armados por ellos. Sus técnicas militares se aprendieron de hoy un gobierno y un mando militar genocida.

Eso fue lo que enseñaron, el genocidio en Colombia. Y esta alianza no se ha roto aún. La llegada a mi gobierno también está precedida por una segunda fase de violencia en el Magdalena Medio que siguió hacia el norte.

La palabra ‘Maseto’ es poco conocida en la ciudad de Bogotá y la prensa ni idea tiene. Se posesionó de Barrancabermeja. Yo estaba aquí cuando eso.

Vi cómo el cementerio se llenaba de cadáveres. Vi cómo una dirigencia juvenil de la ciudad era asesinada, era cazada puerta a puerta entre los barrios populares. Vi cómo lo que no creía que iba a pasar en la historia de una ciudad tan rebelde, que fue capaz en 1948 de crear la Junta Revolucionaria y tener el primer espacio de control obrero.

El cañón que está ahí junto a la refinería en su entrada es un cañón hecho por los trabajadores y las trabajadoras para defender esta ciudad a la hora, a la siguiente hora en que mataron a Gaitán. La historia de esta ciudad que es la de María Cano, la flor del trabajo nacida en Medellín, Antioquia. y que es quizás uno de los estandartes más valiosos del liderazgo femenino de Colombia comparable a La Pola, comparable a Manuelita Sáenz, gran colombiana, comparable a Juana Julia Guzmán, la cordobesa y dejo de mencionar nombres o me meto en problemas. Es una de las lideresas fundamentales de la historia de Colombia.

María Cano estuvo aquí, fundó los primeros sindicatos con Giraldo y otros y otras y el río Magdalena se llenó de organización trabajadora, de pescadores y bogas, se llamaban en ese entonces –ministra de Agricultura (Martha Carvajalino)–  y aún hoy, no construimos la gran confederación de cooperativas de pescadores del río Magdalena y de Colombia. 

Crecimiento del sector agrario en el país


Que pasen de usar una canoa y una atarraya y empiecen a usar refrigeradores para la pesca y barcos más grandes y lugares donde sembrar cuando no hay subida y lugares donde enfriar la pesca y congelarla para que no los estafen los compradores y lugares donde se pueda industrializar, porque si el producto del campo y de la pesca no se industrializa el esfuerzo de crecimiento que hemos hecho de casi el 8 % el año pasado, 7 % lo que va de este año, portentoso, se puede perder porque habría una sobre oferta de productos agrarios en bruto que si no se industrializan pues quedan en la caneca de la basura o en manos de los intermediarios que llevan la producción hasta Corabastos.

Aquí llegaron los ‘paras’, ‘Los Masetos’ y de aquí siguieron hacia el norte, hacia el sur de Bolívar, hacia el sur del Cesar. Allá mataron a nuestro alcalde de Aguachica que había hecho una consulta popular por la paz, representantes. Su castigo fue la muerte en manos de un grupo paramilitar cuyo jefe aún está por ahí, me olvido del nombre.

Y ese mismo esfuerzo fue seguido por la costa Caribe y llegaron al norte de Santander y llenaron el Catatumbo de fosas comunes, de cámaras de gas como los nazis y ya anunciaban que entraban a Bogotá. 

Uno de ellos me amenazó de muerte, entre otros, (Miguel) Arroyave que lo mató su segundo en Los Llanos y los jefes de ese Bloque Capital, unos políticos muy famosos que ahora se esconden de apellidos famosos, hereditarios de la presidencia y otros traquetos y narcotraficantes que hoy hacen parte de lo que se llama la junta del narcotráfico y que estuvo hasta hace muy pocos meses dominando la Fiscalía General de la Nación. Por eso no querían que pusiera fiscal, porque querían mantenerla en manos del narcotráfico.

Historia que ha dejado decenas de miles de muertos, un genocidio y que nosotros queremos reparar. ¿Cómo? En primerísimo lugar devolviendo la tierra, no es entregando nueva tierra al campesinado en estas regiones, es devolviendo la tierra que tenía el campesinado. Porque también de manera personal viajaba por las tierras del Magdalena Medio cruzando Doradal (Antioquia), donde exhibían una avioneta muy famosa, la primera con que llevaron cocaína a Estados Unidos, creo.

Yo quiero, Felipe, que sobre todas las cosas esa hacienda vuelva a manos del campesinado. Es de utilidad pública porque llevaron tantos animales al zoológico que hay un problema de salud, de peligro para la sociedad y después Uribe quiso regalársela a un amigo, no sé qué, para hacer plata. Pero esa hacienda tiene tantos muertos que debe ser devuelta al pueblo.

Devolver la tierra al campesinado


Y es símbolo, es símbolo de lo que estamos haciendo. Claro que no nos quieren por lo que hacemos, pero lo que se trata en el Magdalena Medio es de devolverle la tierra a sus genuinos poseedores que es el campesinado del Magdalena Medio. 

Viajando por estas tierras yo alguna vez le pregunté, creo que hice un discurso así en Cimitarra donde un compañero campesino que hoy recibe tierra me escuchó y estuve ahí al lado donde un médico, que era candidato, y ahí está, sí, ahí lo veo. ¿Cómo estás, hermano? 

Ahí yo decía, ¿por qué en las noches del Magdalena Medio no hay luces en los campos? ¿Por qué se puede viajar durante horas y horas en un vehículo cualquiera? Y uno mira hacia los lados y no hay luces, como en otras partes del país sí las hay, solo las luces de la carretera aburridora y derecha donde tanta gente se ha matado por dormirse, pero no hay luces en los campos. Y no hay luces en los campos porque nadie vive allí. De día son potreros donde hay una vaca, dos vacas, cebús, generalmente, y no hay ranchos campesinos.

A la tierra le cambiaron su poseedor, el poseedor no es más sino un narcotraficante o hay un testaferro del narcotráfico o hay, podemos decir, un tercero de mala fe o un tercero de buena fe que tiene su posesión encima de la sangre y del crimen. 

Y decía en Cimitarra, en mi discurso presidencial, que íbamos a volver en mi tierra, en Ciénaga de Oro, al sur, donde dormía a veces y me gustaba montar a caballo en las noches de luna, en Laguneta, donde es la mejor banda de porros de Colombia, se llama la Banda 19 de Marzo, no confundir, es buenísima. El director de la orquesta es un maestro, Manuel Emiro Naranjo, maestro, y lo amenazaron también los paramilitares queriendo que se fueran de Córdoba.

Y decía, ojalá esas tierras parezcan como cuando paseaba por las tierras de mi pueblo, llenas de luciérnagas que alumbran. Porque no hay nada como caminar por una tierra llena de luciérnagas, acompañado por ellas es mágico, suenan y alumbran, y uno va caminando por ahí y lo alumbran las luciérnagas. 

Compañeras del ser humano, ojalá el Magdalena Medio parezca como un campo lleno y poblado de luciérnagas, de las luces, de las casas campesinas que produzcan allí los alimentos de Bogotá, de Medellín, de Bucaramanga, de Colombia, y ojalá aguas abajo del río Magdalena puedan incluso ser exportadas.

Alianza Fuerza Pública y campesinado


Y eso lo estamos tratando de cumplir. Devolver esas tierras es fundamental, pero lograr una alianza entre la Fuerza Pública y el campesinado es también fundamental. La alianza que se quebró allá en los años primeros de los ochenta, cuando el narcotráfico empezaba a tomarse a Colombia a sangre y fuego, y usaba el terror para hacer sentir sus criterios que no eran más que los de continuar con su negocio, hoy tiene que romperse definitivamente.

El Estado tiene que aislarse del crimen si queremos patria. Y el soldado de la patria no tiene más razón de ser que defenderla. La patria no es solo un pedazo de potrero, un río. La patria es, además del territorio, el pueblo. Sus derechos y libertades consignados en la primera Constitución de Colombia, que no se llamaba así, hecha por Bolívar en Cúcuta, y por la última Constitución de Colombia, hecha en 1991. Y ahora dicen que yo no cumplo, y lo cumplo a pie juntillas, porque ahí ordena la Constitución el acceso de la propiedad como derecho a la tierra.

¿Será que no lo han leído bien? Pero la Constitución del 91 no es monárquica, no es autoritaria, no es apátrida. La Constitución del 91 habla de una patria que es el pueblo, y la Constitución del 91 habla de un pueblo que es la soberanía, la base del poder, y no se le puede quitar la soberanía popular. Si no, no hay democracia.

Y por eso en estas tierras la alianza de la Fuerza Pública y el campesinado es fundamental. Y no estoy hablando de una teoría comunista, como dice la Cabal. Comunismo, el socialismo, como se llame, hablaba de la clase obrera, y poco confiaba en el campesinado, que creía que no podía hacer ni revoluciones, sino solo venganzas.

Y es probable, pero nosotros no queremos aquí un campesinado que haga venganzas. Si no queremos es, como Hannah Arendt decía, filósofa no marxista judía que huía de los nazis y se refugió en Nueva York, pero escribió sobre lo que significa el totalitarismo, definió claramente como un principio de la creación de la democracia y del Estado-Nación el que el campesinado levantara la bandera de la Nación. Si el campesinado no levanta la bandera de la Nación, no hay Nación.

La mayoría de los soldados y policías son hijos del campesinado de Colombia. La mayoría de los alimentos que hoy se comen los colombianos y las colombianas son producto del trabajo del campesinado. Hasta la comida carísima que se comen los senadores, representantes y altos funcionarios ha sido sembrada por el campesinado.

Y, ahora entonces preguntan, ¿esa Consulta Popular para qué? En esa Consulta Popular hay una pregunta al pueblo colombiano que dice: Campesinos y campesinas recibirán al cabo del año que establece la ley un bono pensional para uno y para otro para que no vuelvan a haber campesinos viejos, campesinas viejas muriéndose de hambre porque ya no pueden trabajar sobre el surco, porque ya el sol los aniquila, porque ya el cansancio de la vida acabó con sus músculos y su energía y entonces después de alimentar al pueblo colombiano, a sus senadores, a sus políticos, a sus presidentes, estos le dan la espalda y lo dejan morir de tristeza en las calles o quizás en un parque alcoholizado o quizás en una gran ciudad viendo como sus hijas marchan al bar en la noche y como sus hijos marchan al sicariato. 

Investigar a responsables de usurpación de tierras


La seguridad de Colombia consiste en que haya justicia para el campesinado y eso queremos por esos sabedores que muchas de las tierras por decenas de miles de hectáreas que rodean a Barrancabermeja hacia el sur y hacia el norte están en manos de testaferros cuando fueron devueltas por el paramilitarismo. Han sido robadas por los mismos funcionarios de la Unidad de Víctimas y yo le pido a Amelia que me ayude allá en esa Fiscalía a ver si investiga.

¡Qué miedo investigar a los depredadores de la tierra! Esos funcionarios son traidores a la patria, ellos sí, porque le quitaron al campesinado su tierra que le habían quitado los paramilitares. Son doblemente criminales, más criminales que los paramilitares. Y se tiene que investigar y los nombres propios nos los deben entregar. 

Y le pido al general de la Policía, director de la Policía, Carlos Triana, generales, para que les den este mensaje, que la unidad creada de Policía para la Paz, que siempre olvido las siglas, difíciles, deben tener unas unidades especiales para ya, Unipep (Unidad Policial para la Edificación de la Paz), es que debería llamarse Unidad de Policía para la Paz, para qué complicarlo.

Es que se configure 30, 40 hombres y mujeres, porque la policía ya es miti-miti y eso está bien, que acompañen a la Agencia Nacional de Tierras a desalojar cualquier baldío invadido, a desalojar cualquier hacienda que entregada a la Unidad de Víctimas para reparar a las víctimas, los funcionarios de la Unidad de Víctimas se la entregaron otra vez a los victimarios y a senadores de la República. Ahí no hay nada que hacer.

Si hay senadores de la República poseedores de baldíos y de haciendas entregadas por los paramilitares para reparar a las víctimas, son criminales. Y el gobierno tiene el derecho, a través de los mecanismos legales, de recuperar esa tierra. 

Entonces, a la Policía Nacional, a través de sus unidades especiales para la paz, les ordeno que acompañen a la Agencia Nacional de Tierras para recuperar esas tierras y devolvérselas al pueblo campesino. Nosotros no nos vamos a quedar con una hectárea, no somos como ellos.

Yo no tengo más tierra que la de mi casa y ya no vive nadie en ella, así que me toca venderla. O sea que no voy a quedar ni con un metro de tierra, porque para eso no estamos los funcionarios públicos. La tierra es para quien la trabaja y un país se moderniza si sus campos están cultivados hasta el último centímetro cúbico o cuadrado, y se moderniza si esa alimentación y esos recursos se vuelven industria.

Ya los datos del DANE dijeron algo fundamental que, obviamente, la prensa no repite. En el último año se creó un millón de puestos de trabajo y de esos 600.000 son de la agricultura y de la industria. Y en la agricultura está la mayoría, 368.000 puestos de trabajo y los 282.000 son de la industria. Eso se llama modernizar.

Claro, no es suficiente, hay que avanzar. 270.000 jóvenes dejaron de ser ninis, es decir, ni trabajo ni estudio. Ojalá sean medio millón, ojalá avancemos hacia el millón y reduzcamos sustancialmente la población juvenil que no tiene nada que hacer porque no la dejan y eso es lo que termina matando policías en las trochas o soldados y la juventud de Colombia no tiene que matarse a sí misma porque es caer en la Patria Boba como antaño los jóvenes que dirigían la patria terminaron fusilándose entre sí y llegaron los españoles y les quitaron la cabeza a todos, los fusilaron. La Patria Boba no puede ser más, los 100 años de soledad deben terminar. 

Trampa a la Consulta Popular


Claro que nos acercamos a unos días difíciles, sí, días intensos, porque se hizo trampa a la Consulta Popular en el Senado porque el presidente del Senado levantó la sesión cuando sabía que había mayoría por la Consulta Popular y eso no se le hace a un pueblo. Tiene la oportunidad la Comisión Cuarta del Senado de reparar, pero por lo que he alcanzado a leer hoy está haciendo conejo y entonces el pueblo no se puede parar, solo que, y quiero advertirlo bien y con claridad, cada acto de violencia va contra el pueblo y entonces hay que tener un gran control.

Tienen derecho a la huelga, tienen derecho al paro, pero no tienen derecho a quebrantar derechos de otras personas comenzando por la Fuerza Pública, la cual no hay que agredir, como tampoco la Fuerza Pública tiene que agredir al pueblo. 

Ni a los bienes de la clase media, ni al vidrio que quebró EPA y mire qué desastre, porque no tiene la culpa el vidrio, no tiene la culpa el soldado, ni la policía, ni el hombre agente, puede haber conflictos en el barrio, muchos, pero de este problema los únicos culpables son los que deberían ser representantes del pueblo, los grandes portadores de la riqueza en Colombia y los ex, que siguen con nostalgia de recuperar el poder y yo me digo para qué lo recuperan para volver a llenar de sangre el Magdalena Medio y el Chocó y las tierras de Colombia y seguir manteniéndonos el feudalismo y seguir manteniendo en la ignorancia a la juventud de Colombia y al pueblo.

No podemos volver atrás, es la patria y es la bandera de Bolívar y su espada la que señala el camino y bien lo dijo: no se envainará la espada hasta que haya justicia, y justicia no ha habido en Colombia. 

Seguimos siendo uno de los países más desiguales de la tierra y entonces estos días que vamos a vivir y hemos vivido son los días en que la espada desenfundada de Bolívar nos guía para construir ojalá una gran Colombia en paz y con justicia social.

¡Que viva el pueblo de Colombia! ¡Que viva! ¡Que viva Colombia, país de la belleza! ¡Que viva! ¡Que viva Colombia, el centro de la vida en el mundo! 

Gracias, muy amables por haberme escuchado.

(Fin/mha)