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Discurso

Palabras del presidente Gustavo Petro Urrego durante la ceremonia de Ascenso a Subtenientes del Ejército Nacional

Foto: Juan Diego Cano - Presidencia

El presidente Gustavo Petro Urrego anunció este viernes que el Gobierno comprará armamento pertinente para las Fuerzas Armadas.

​​El presidente Gustavo Petro Urrego anunció este viernes que el Gobierno comprará armamento pertinente para las Fuerzas Armadas.

Bogotá, 6 de junio de 2025

Los felicito, ustedes allá reciben el agua lluvia y yo aquí estoy protegido y luego no es justo y por tanto reduciremos las palabras que aquí vamos a hablar, repetiré lo que dije ya en el curso de ascenso en la Policía Nacional hace unos minutos.

Para este último año y estando en debate, ya comienza, la construcción del presupuesto que regirá a partir del año entrante y que se discutirá en el Congreso de la República, debemos hacer dos énfasis de tipo presupuestal y administrativo que deben demostrar lo que en estos años hemos dicho una y otra vez: antes que el arma está primero el ser humano. 

Si queremos el combate con dignidad en esos campos donde organizaciones muy poderosas económicamente, dado que se cimentan, exclusivamente, en economías ilícitas que el mundo ha permitido o creado y otras que la misma sociedad colombiana ha tenido que construir a partir de la exclusión de muchos territorios, de la exclusión de una parte muy grande de esta sociedad que aún se debate en la desigualdad social, en la pobreza y en la extrema pobreza y por lo cual ha crecido una violencia de décadas que ha cambiado de formas, que ha cambiado de colores, pero que sigue siendo violencia matando a colombianos, según la Comisión de la Verdad, 700.000 colombianos asesinados desde el 9 de abril de 1948 hasta la fecha.

El Ejército de Colombia que tiene su origen en el guerrero galopante de las Américas, el general Simón Bolívar, primer presidente de Colombia y en su sueño de construir la Gran Colombia, nos fundó como República, no como monarquía, no como tiranía, una república profundamente democrática en donde su Ejército tiene que hundir en los valores humanos más profundos la posibilidad de reconstruir la sociedad colombiana, de su regeneración, de la posibilidad de construir por fin un sueño que se ha escapado por décadas, casi que por siglos: la paz de Colombia. 

Por eso hemos dicho que antes que las armas hay que cuidar al ser humano y por eso en el presupuesto que se empezará a debatir en los próximos meses y que será Ley de la República para el año entrante, 2026, vamos a lograr por fin un objetivo que me propuse por el que hemos ido ascendiendo en estos meses y que alcanzaremos para el año entrante y ahora se consigna en las páginas que se discutirán en la ley presupuestal. 

Los soldados van a ganar un salario mínimo


Todo soldado regular en Colombia, hombre o mujer, a partir del año entrante ganará por primera vez en la historia de la República un salario mínimo. Recibí en el primer año del Gobierno una cantidad de jóvenes, la mayoría hombres, pero cada vez más mujeres, en 300.000 pesos mensuales y nos pusimos a preguntarnos allá en esos campos de batalla, allá en las trochas, en las montañas o en los llanos, luchando contra otro tipo de jóvenes que quizás por la exclusión, que quizás por la desigualdad misma de Colombia están militando en organizaciones narcotraficantes, de economías ilícitas y otras, matando a sus propios hermanos de la patria. Ganan dos millones, tres millones mensuales pagados por los capos, muchos de ellos ni siquiera colombianos, sino ubicados en diferentes naciones. 

Nos vamos quedando, es con la sangre, mientras las riquezas se las llevan otros a otros lugares del planeta. ¿Cómo un muchacho soldado, una muchacha puede competir en combate en esas regiones? ¿Cómo puede recibir la orden de arriesgar su propia vida, si ni siquiera tiene con qué mandarle a su mamá allá en los poblados, en las regiones de donde proviene la mayoría de las tropas de Colombia? Eso no puede ser, esa injusticia no va. Si la injusticia se adueña de las mismas instituciones públicas, Colombia no tendría salvación. 

Y por eso decidimos que la vida de cualquier soldado en Colombia, valiosa en sí misma, debe correr cuando cursa sus años en el Ejército de Colombia, con dignidad. Que pueda cuidar a su familia mientras arriesga su vida aquí, con dignidad. Y vamos a conseguirlo por fin. 

Centenares de miles de jóvenes empezarán a recibir a partir del primero de enero del año 2026, un salario mínimo para mandar a su familia, para que su familia pueda vivir, al menos, sé que no es suficiente, pero al menos pueda tener la comida, la dignidad, el colchón caliente, la casa y el hogar con flores para recibir a sus hijos, quiere este presidente. Ojalá todos, completamente todos vivos. 

La segunda medida que venimos ya tomando tiene que ver con las cosas, no con los seres humanos. El Ejército de Colombia desde hace décadas viene atrasándose en cuanto a armamento y pertinencia del armamento. 

Durante décadas se ha descuidado su modernidad, su capacidad ante los retos de un mundo cada vez más peligroso y cambiante, como todos los días lo leemos en la prensa o en las redes. Y por eso he decidido dar un paso que nadie había tomado antes y es que nosotros mismos compremos nuestras armas del Ejército, que no esperemos regalos de gobiernos extranjeros, que no dependamos de gobiernos extranjeros, de la política cambiante de sus sociedades, que algunas veces está aquí con nosotros y otras nos da la espalda. 

Nuestras armas las compramos con el dinero del pueblo colombiano y por eso hemos decidido a través de las vigencias futuras, en otra oportunidad explicaremos eso más a profundidad. Durante varios años, pero comenzando el año entrante, la modernización de las armas del Ejército de Colombia, de las otras armas de la Fuerza Pública, para ganar en capacidad. Esa capacidad tiene que ver con dos aspectos fundamentales, lo acabamos de decir en la graduación de cadetes de la Policía Nacional. Primero el cultivo del cerebro. 

El fusil dispara correctamente, sostiene correctamente la democracia, la libertad, los derechos del pueblo colombiano, todos los derechos de todo el pueblo colombiano, si quien porta el fusil cultiva su cerebro. 

Y en esa medida le he pedido a todos los generales que hagan un esfuerzo, aún no es suficiente, hemos hecho crecer en 10.000 cupos la capacidad de las facultades y de las universidades que acogen a los militares de Colombia para su estudio profesional, para que, si algún día hay un retiro de aquí, puedan vivir decentemente de lo que han podido aprender en sus profesiones. 

Universidad para jóvenes de las Fuerzas Armadas


La universidad extendida para toda la juventud de las Fuerzas Armadas es fundamental si queremos un Ejército profesional, si queremos un Ejército capaz. 

Esas facultades tienen que construirse el año entrante, ya no para los 10.000 cupos que hemos alcanzado nuevos, pasando de 13.000 a 20.000, sino que debemos saltar a 50.000 a 70.000 jóvenes, hombres y mujeres, que puedan educarse en todas las profesiones posibles, porque hoy el arte de la guerra no demanda simplemente el músculo y la resistencia en los parajes más agrestes de este país, sino que demanda cerebro colombiano, trabajo en equipo, construcción intelectual. 

Hoy las guerras se libran en las matemáticas, en el software. Hablar de matemática cuántica ya no puede ser extraño, no puede ser un monopolio de los Estados Unidos o de los chinos o de las sociedades más avanzadas del mundo, también debe ser colombiana. 

Matemáticas cuánticas usan como base la inteligencia artificial, el software puede detener todos los aviones si interviene un ataque y si no hay ciberdefensa, y la ciberdefensa de hoy, dado que las guerras se hacen desde computadores, manejan robots, usan drones sin tripulación, no está ya el ser humano en la primera línea del frente de batalla, entonces el Ejército de Colombia tiene que saber de matemáticas, tiene que saber de ciencias de la salud, tiene que saber de física, tiene que saber de química, tiene que saber de sociología y de geopolítica y de los mayores riesgos que hoy aquejan a la humanidad, que ya no son los de hace un siglo, que son los de hoy y que pueden terminar con la especie humana si le ponemos cuidado a los científicos. 

Prepararnos para defender la humanidad, lo que hace que el Ejército de Colombia tenga que construirse como un regimiento del ejército de la salvación del mundo, que tenemos que articular esfuerzos y hermandades con las naciones que dando un paso adelante como una vanguardia decidan luchar por la vida en el planeta y que el Ejército de Colombia de ese paso adelante. Solo se puede hacer si sabemos, si conocemos, si la universidad se abre al conjunto de las juventudes que entran al ejército de Colombia. 

Dinero y presupuesto para ese fin, para tener oficiales, soldados, rasos, regulares o profesionales, hombres o mujeres y en las otras armas sobre el mar, sobre los océanos o en los aires hombres de conocimiento, de profundidad en el cerebro y en el corazón y eso será la garantía, entonces, de una Fuerza Pública que sea capaz de regenerar la sociedad colombiana, de sacarla de esa violencia eterna de décadas, quizás de siglos que nos acompañan, 700.000 colombianos han sido asesinados desde el 9 de abril de 1948 hasta la fecha, ¿cuántos más hacia el futuro? 

Ojalá ninguno, porque tenemos que cerrar las páginas de los Cien años de soledad que no son más que los años en que nos hemos matado entre nosotros y por fin salir de esos cien años y salir a la hermandad del mundo y gritar a profundidad: viva la paz de Colombia porque somos el centro del mundo, el corazón vital del planeta, por algo Simón Bolívar quiso fundar la Gran Colombia en estos mares y en estas montañas y en estas playas, porque somos el centro del mundo, por aquí pasan todas las sangres, por aquí pasa la exuberancia vegetal toda la vida y no podemos matarnos entonces en el centro vital, en el corazón del mundo entre nosotros mismos, porque si nos matamos entre nosotros mismos se muere la humanidad. 

Esa es nuestra responsabilidad, ustedes con uniforme y es una responsabilidad del pueblo colombiano sin uniforme, construir una sociedad libre de hombres y mujeres libres como se soñó desde el principio de la fundación de esta República, no obedecemos reyes, no obedecemos tiranos, no obedecemos injusticias, en nuestro corazón solo nace la palabra justicia y la palabra libertad bien grabadas para que nunca se olvide que un colombiano ante ningún otro pueblo del mundo agacha la cabeza, sino que mira de frente con orgullo, porque aquí hemos estado desde hace 14.000 años o quizás más.

Nadie nos descubrió, aquí estábamos, solo que abrimos las puertas a todas las corrientes culturales del universo, a todas las etnias que por aquí pasaron y que fueron construyendo la nacionalidad colombiana, un país abierto al mundo, un país que sepa exportar no la muerte, no el odio político, no la violencia, sino que sepa exportar la paz a las otras naciones del mundo, porque en el corazón vital del mundo está el país de la belleza y no el país de la muerte. 

A ustedes que se gradúan en el día de hoy, 15 días de descanso, 15 días de descanso para que vayan a sus territorios, abracen a sus familias, le den un abrazo también de mi parte, para que tengamos ese instante de alegría, de descanso, porque lo que vendrá indudablemente serán audacias, serán riesgos, serán trabajos, pero también serán los días de la dignidad de Colombia. 

Salgan, descansen, abrácense con sus amigos, amigas y familiares y los felicito de todo corazón. 

Gracias, muy amables.