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Discurso

Palabras del presidente Gustavo Petro Urrego durante el acto de instalación de los Comités Ciudadanos de la Consulta Popular por el Sí

Foto: Juan Diego Cano - Presidencia

Soledad (Atlántico), 24 de abril de 2025

Después de la enorme manifestación que en más de 200 municipios y de manera multitudinaria en cada uno de ellos se realizó para responderle al Congreso, exactamente, a la Comisión Séptima del Senado a las dos pastoras que invirtieron la cruz, me dicen que no hable mucho de la cruz, pero yo sí hablo de la cruz, porque en la cruz de madera hecha por carpinteros trabajadores crucificaron a un carpintero, a un obrero de nombre Jesús y quienes diciendo que enarbolan las ideas de Jesús terminaron fue hundiendo la dignidad y las reformas que llevaban bienestar al carpintero, precisamente, que pudo llamarse Jesús, y a todas y a todos como aquel, Jesús carpintero, que se pueden llamar clase trabajadora pues esas personas no pueden levantar la cruz al derecho: traidores de la clase obrera no pueden más que levantar la cruz al revés.

Y de eso debe darse, no tengo que intervenir en política, en medio de los cultos, porque fue el mismo Movimiento 19 de Abril (M-19), que siendo la fuerza mayoritaria de la Asamblea Nacional Constituyente de 1991 puso por primera vez en las normas de Colombia que no pertenecíamos a una religión específica, sino que se le respetara a cada ciudadano y ciudadana colombiana sus creencias siempre que respetaran los derechos de los demás y cualesquiera que ellas fueran.

Se llama libertad de cultos. Yo soy absoluto defensor de la libertad de cultos. Quería ir al entierro de un amigo, generalmente, no podía ir a los entierros de mis amigos, los mataban por ahí, los asesinaban, apenas, si podía mandar sus féretros a sus pueblos de origen en aviones de carga, apenas si se podía, quizás, abrir un hueco en alguna trocha y enterrarlo para que escuchara quizás la energía de los pájaros en las mañanas y yo quería ir allá, a Roma, la gran ciudad del Vaticano, pero el médico ordenó que no puedo hacerlo por tantas horas de vuelo.

He enterrado en mi corazón el hombre físico, que tantas veces me abrazó, que supo con mucha valentía, apoyarme en medio de la campaña electoral cuando tanta suspicacia iba a levantar de una extrema derecha que reclama el catolicismo, pero que en sus acciones diarias de muerte no es más sino una burla de él y no puedo más que enterrarlo y hacer lo que todo ser vivo, cuando un hermano muere, un compañero, compañero Francisco, debe hacer, que es tratar de hacer que sus ideas, sus palabras, su Laudato si se vuelva realidad en el planeta entero.

No hay mejor homenaje que ese, lo demás puede ser televisión, puede ser ornato, respetable de todas maneras, pero el corazón de los colombianos y las colombianas llora aún sin ir a Roma y su presidente estará llorando también ese día.

Aún sabedor tengo esa convicción de que sí muere la vida, muere la vida en cada uno de nosotros y nosotras, lo hará, pero la energía sigue, la ley de la termodinámica dice nada se crea, nada se muere, no se destruye, se transforma y la energía del gran Francisco se transformará, ojalá en la fuerza y energía que a lo largo del planeta tiene que haber y en cantidad para poder detener a los codiciosos que están a punto de extinguir la vida en el planeta y poder gritar con toda la humanidad unida viva la vida, la vida será eternamente en el planeta Tierra y, quizás, se exporte a todo el universo.

Francisco I, quizás, esté al frente con una bandera que yo digo es multicolor, pero quizás, sea roja porque la bandera de la humanidad de toda la humanidad es roja de vida, de sangre viva. 

Ahora, después, de esa inmensa manifestación de 200 municipios mágica, increíble, no era una manifestación de partidos lo que yo sentí. Era una manifestación genuina de la base misma de la sociedad colombiana, de aquello que los juristas llaman el constituyente primario y que la Constitución de Colombia llama el verdadero poder. 

Cómo se ha desnudado el poder en Colombia, quizás uno de nuestros grandes aportes en este Gobierno sea entre varios, uno es la esperanza que no muere, otro es la dignidad de un pueblo que se cansó de agachar la cabeza y de rasguñar las rodillas contra las piedras secas y se para altivo de tú a tú y mira del frente al oligarca y le dice tu tiempo ya pasó.

Hemos, quizás, sea muy valioso, recuperado la genuidad de un pueblo, la legitimidad de un pueblo, un pueblo que se vuelve poder y esto es lo que yo quiero subrayar en esta intervención. Durante estos 200 años, por no hablar de 505, al pueblo colombiano siempre se le trató como una cosa vulgar. 

Ush, la ‘chulamenta’, la chusma, los pies descalzos, no tienen zapatos. Ush, decían las señoras que no mire a mi hija, me decían los padres ricos, vecinos a veces donde yo vivía, no me ponga los escoltas policías ahí en la calle porque es que de pronto una hija mía se enamora, entonces, yo me preguntaba, cómo así, y no salen por la televisión diciendo que las Fuerza Públicas son héroes, pero no se atreven a tenerla en la esquina de su casa, porque no quieren, les parecería una humillación familiar el que una de sus hijas lindas y jóvenes pusiera sus ojos sobre un agente de Policía y, quizás, de pronto, no se sabe, lo invitara entrar a su casa de noche por la ventana.

Se aterran, son de doble moral, dicen que quieren al pueblo, pero solo en elecciones para que vayan a votar. Lo usan como una cosa cuando entregan plata por el voto y tenemos y esa debe ser una de las herencias que deja esta Colombia gobernada por el cambio, y es que jamás un pobre debe venderse, pobre que si se vende se está colgando la soga al cuello, no solo sobre el mismo, sobre su mujer, sobre su hija y sobre sus hijos y sobre sus nietos y por generaciones, porque pobre que se venda a la oligarquía, al politicastro ladrón y corrupto es de las estirpes condenadas en la tierra del olvido.

Ojo, si yo llegué a la Presidencia es porque muchísima gente pobre les dijo: no señor, métase su billete por donde sabemos, yo voy con Petro y la dignidad, llegó el momento de la historia y ese espíritu, ese sentir digno de un pueblo que es la base de una nación, de una patria, la patria no es una simple bandera y la nuestra sí que es linda porque la trajeron las antiguas esclavas de Haití que se liberaron ellas mismas de su cadena derrotando al ejército más poderoso del mundo en ese entonces, el ejército francés de Napoleón, y nos regalaron las dos franjas.

La libertad en América Latina


No es cierta la historia de la zarina y de la doncella rubia, eso es carreta aristocrática, y de la oligarquía. Nuestra bandera la creó un pueblo pobre negro y trabajador que gritó libertad. Es el azul y es el rojo en su borde inferior, que es la misma bandera de Haití. No olvidemos esa historia y, por eso, la cosieron las esclavas libertarias en el Bois Camelle, donde estuve hace poco para entregársela a (Francisco) Miranda y a (Simón) Bolívar. Le agregaron la gran franja amarilla que significa el sol, sol y libertad.

La palabra libertad es la gran insignia de la lucha bolivariana. En el corazón quedó escrito como un tatauaje hecho con llamas y fuego eterno, perdurable por generaciones, la palabra libertad. Nosotros nos independizamos de España, porque España enarbolaba la bandera de la esclavitud, del oprobio y la tiranía, y nosotros levantábamos la bandera de la libertad y cuando esas dos banderas se enfrentan solo hay un triunfador, se llama humanidad.

La humanidad no es la tiranía, la humanidad no son las cadenas, la humanidad no son las órdenes ordenando a latinoamericanos en los aviones por vivir en los Estados Unidos, ingresar a sus países expulsados de regreso con cadenas, como si el mismo pueblo estadounidense no hubiera dado una guerra permanente y entre ellos mismos por la libertad allá en 1865. 

Abraham Lincoln quedó en la historia de la humanidad por esa lucha de la libertad. Cómo es posible que ahora estén enviando a Lincoln encadenado en los aviones rodeado de latinoamericanos a países como Venezuela, Panamá, El Salvador, Colombia, Ecuador, toda Latinoamérica. Hoy, necesitamos un nuevo Lincoln que haga una guerra, una guerra por la libertad, ojalá, pacífica, llena de negros, de indígenas, llena de gente popular, llena de blancos que se vuelven anarquistas, que saben que la libertad es lo fundamental y que la tiranía no tiene derecho y que contra toda tiranía deben levantarse los pueblos.

Todos estos sentimientos fueron los que encontré en esa manifestación que se multiplicó por 200 a lo largo y ancho del país hace apenas unas semanas, pero era una manifestación de respuesta en cierta forma reactiva, en cierta forma defensiva, la rabia de un pueblo para gritarle a ocho bellacos senadores y senadoras que se habían tirado la patria al conculcar la Reforma Laboral, que no hay excusa posible y no es perdonable por el pueblo que se traicione a su propio votante, que se traicione al pueblo de Santander, que se traicione al obrero llamado Jesús, el carpintero.

Y allí, en la plaza pública, en la Plaza de Bolívar de Bogotá repleta y repleta aun cuando se llenaba la Plaza de Bolívar estaba la séptima hasta la 26 y duró llena hasta que se ocultó el sol y no eran partidos políticos, era el pueblo sencillo de la base de la ciudad de Bogotá, de sus barriadas populares, de sus juventudes, trayendo los símbolos que pensaban eran los mejores.

Siempre una voz de Jorge Eliécer Gaitán, porque Gaitán está en el corazón, siempre alguna foto que no es foto, sino dibujo de Bolívar, siempre por allí una bandera del M-19 que me arrastran, me arrastran los periodistas, porque sale erguida y alzada por el pueblo, siempre unos colores de todos los arcoiris juntos, siempre la diversidad genuina del pueblo colombiano con el corazón en bandera, porque estaba dispuesto a librar una lucha definitiva.

Consulta Popular: Le llegó la hora al pueblo


El pueblo sabe que le llegó la hora. Lo que yo vi en los rostros, mientras hablaba en esa plaza era la certeza, la convicción de que al pueblo le llegó la hora y que fue la Comisión Séptima del Senado por su ignorancia, por su torpeza, por su sectarismo, por ser vendidos al capital. El que terminó siendo lo que no quería no fue el presidente, fueron esos señores y señoras de la Comisión Séptima del Senado, los ocho magníficos, los que terminaron convocando al gran gigante de Colombia, que es el pueblo y que despertó por la inmundicia de las actuaciones de los senadores de la Comisión Séptima.

Ahora anda un barranquillero, creo que nació en Barranquilla, no sé, del Partido Conservador, dicen presidente, y presidente del Senado. Hasta nuestros compañeros votaron por él –muchos ingenuos–. Cepeda Efraín. Yo sí creo que hay que poner una placa en algún lugar muy populoso de Barranquilla con su nombre, pero recordando lo que hizo: les subió las tarifas eléctricas a todo el pueblo del Atlántico y del Caribe de Colombia en una forma estrepitosa, porque permitió que esas empresas antaño de Electricaribe terminaran en las manos de los financiadores de (Iván) Duque, del uribismo y de Cambio Radical, del cual el alcalde es jefe de partido, el alcalde de Barranquilla.

Cómo aplaudir eso, si ni más ni menos, en los contratos a los señores Ríos, financiadores de Cambio Radical y por tanto del señor Char, aunque el señor Char no necesita mucha financiación, que entonces hayan aprobado con su presidente (Iván) Duque un contrato entre el Estado y la familia Ríos, que compró con la cédula y sin un peso la empresa que da energía eléctrica a todo este territorio que llamaron después Aire. 

Y le pusieron una cláusula en donde lo que dejan de pagar las personas que no pueden pagar por ser pobres y porque la tarifa es muy alta, entonces, se la cobran a la clase media y a los que sí pueden pagar en Barranquilla, y entonces se alzó la tarifa como nunca antes se había elevado y terminaron apoyando una fórmula en donde para ponerlo en palabras muy sencillas me ha quedado difícil traducir las matemáticas al discurso político, pero lo intento, es que el que lo hace con mayor costo y de manera más mala generando energía eléctrica y, por tanto, con un precio altísimo porque sus costos son elevadísimos, los costos de generar energía eléctrica con gas importado es el mismo precio que ponen en la tarifa para quienes generan energía, la más barata de todas en Colombia, que es la que se hace con el agua y con el sol, cuyos costos son mínimos y, sin embargo, le cobran al usuario pobre en cualquier lugar del Caribe y del país, el precio que los más costosos tienen que poner y se ganan ese diferencial en purísima ganancia y se la llevan del país y no la volvemos a ver porque descuncharon –como decía mi mamá– los bolsillos de cada familia colombiana, en cada parte del territorio colombiano.

Esa estafa a mano armada la aprobó el señor Cepeda Efraín, que yo le llamo Cepeda ‘el malo’, porque hay un Cepeda ‘el bueno’, que es el senador Iván Cepeda, quien no se puede confundir: paladín de la paz y de la dignidad que hizo una lucha como la que yo hice, pero mejor cuando empezamos a investigar los políticos con los paracos, cortándoles la cabeza a campesinos y quitándole sus tierras por millones.

Ahora qué hacemos, dije, en esa Plaza de Bolívar ante tanta gente y en medio del discurso que me fluye. El secreto de un buen discurso que fluye sin interrupción durante horas es que salga del corazón, de la certeza, de la franqueza del corazón. 

Yo no me miento. Si alguna mentira tuviera que decir por alguna razón justificada prefiero callarme. No soy infalibre, obvio, me equivoco, me equivocó cuando llevé a ese señor Alejandro Gaviria a ser ministro de Educación. Qué error tan terrible el que cometí, tengo que pedir perdón ante ustedes, y me equivoqué cuando llevé al señor (José Antonio) Ocampo como ministro de Hacienda, que constituyó un subsidio a la gasolina de los ricos con el dinero de los pobres por 40 billones de pesos en contra de mi programa de gobierno. 

Pero ahí, en esa Plaza, pensaba qué digo, si hundieron la Reforma Laboral en el Congreso y ya habíamos acostumbrado a conspirar, leído algunas normas que nos parecieran que se podían usar que son las normas que salieron directamente de la Asamblea Nacional Constituyente y que son el eje rector de la Constitución que nos rige aún y que nosotros ayudamos a decretar como nosotros derogamos la vetusta, autoritaria y terrible Constitución de 1886.

No pudo ninguna generación liberal hacerlo durante un siglo, lo intentaron, estuve en Bocas del Toro, allá que era la frontera colombiana con Costa Rica. En 1885 vi, no yo, sino que allí hubo una reunión de liberales de toda América Latina demasiado el revolucionario cubano que buscaba la libertad de su país de Catarino Garza, que era el general mexicano que cuando los gringos se robaron Texas se quedó allí porque era el general que estaba allí, pero no se fue a la frontera nueva, sino que con mucha dignidad decidió seguir siendo general del ejército mexicano en el estado de Texas.

Y lo persiguieron tanto que un día desapareció y volvió a aparecer allá en Bocas del Toro (Panamá) y en esa reunión donde el general Rafael Uribe Uribe, el Aureliano, mandó sus delegados se acordó tomar el cuartel conservador para que Panamá fuera de la Gran Colombia liberal, pensaron ellos y los mataron a todos y había un acorazado gringo detrás y después el acorazado gringo se quedó con Panamá.

El sueño de la Gran Colombia


Si ellos hubieran ganado yo creo que hoy podríamos hablar de la Gran Colombia y les quiero confesar que este presidente quiere que volvamos a revivir la Gran Colombia y hasta me atrevo sabiendo que aún no somos mayoría, pero podemos serlo, escribir cartas a los presidentes de Ecuador, Venezuela, Panamá, a sus oposiciones para que sea para toda la sociedad a sus organizaciones indígenas y populares a sus jóvenes, muchachos y muchachas, para que volvamos a encontrarnos para construir la Gran Confederación Gran Colombiana, que creo que es un sueño que no se debe olvidar, que no murió con Bolívar.

Bolívar tenía toda la razón y se equivocó Santander y Páez y Flórez y quienes destruyeron con las armas ese sueño, porque si hoy la Gran Colombia existiera en poder del pueblo gran colombiano, el Caribe sería el Mare Nostrum, como decían los romanos del Mediterráneo, cuando se junta el Mediterráneo con el Caribe como pienso y sueño hacerlo en la ciudad de Santa Marta en sus cinco siglos. 

Son cinco siglos  de una conquista avasalladora y violenta, pero que yo quiero que se convierta hoy en un encuentro de las culturas todas del Caribe para que sepamos que Colombia es caribeña y de las culturas todas del Mediterráneo y que tenga como eje el agua potable para Santa Marta en poder de la gente y que de allí de ese día en Santa Marta, donde murió Bolívar, donde nació Jaime Bateman, el enorme dirigente; donde nació nuestro querido (Andrés) Almarales y Alfonso Jacquin, allí en Santa Marta, podamos gritar con voz bolivariana y libertaria que nace de nuevo el sueño de la Gran Colombia y nosotros no lo vamos a dejar morir.

Pensaba en esa plaza, entonces, qué digo, y lo que resultó después de leer las normas de Colombia de saber que nos iban a traicionar las senadoras que ponen el Cristo de espaldas o más bien el Cristo de cabeza y que se burlan del obrero y de la obrera, que esas normas nos podían salvar la vida y al pueblo y que no importaba que hundieran la Reforma Laboral después de dos años de intentarlo, paréntesis, miren que el mismo Cepeda Efraín, ‘el malo’, ahora dice me dio ganas de que yo no soy violento, pero si se merecía y que alguien sonara una bofeteada no real, sino simbólica porque la violencia salió de nuestros corazones y el odio también quien deja dominar su corazón de odio o quien deja dominar su corazón de codicia ya está muerto.

La codicia mata la vida y por eso en Colombia nos estamos matando tanto, porque en Colombia la codicia ha ganado millones de corazones y esos millones de corazones codiciosos no van a encontrar el camino de la primavera, de la belleza, el camino de la paz. Quitemos la codicia de nuestros corazones y encontraremos la belleza y el bienestar y la calidad de la vida.

Decía Efraín Cepeda, entonces, oiga, pero si esas son las preguntas que ustedes presentaron, pues ahora sí podemos discutirlas en el Congreso. Yo no digo groserías, pero quise decir una: mucho hp.

Duré dos años, lo invitaba a mi oficina, me llevó de regalo unas fotos de la hija y yo lo puse generoso ahí para que todo el mundo las viera y siempre me decía: no es que yo voy a concertar, Petro, yo sí quiero el diálogo, pero a penas salía de mi oficina y llegaba a la plenaria lo primero que hacía era hundir las reformas que presentábamos, como si fueran basura. Le pagaban o no sé qué, porque la codicia paga a través de sus artículos periodísticos porque los principales medios de comunicación de Colombia están rendidos a la codicia y la codicia son sus dueños, por eso nos tratan tan mal y nos insultan.

Ni siquiera son capaces de buscar un diccionario la palabra drogadicto, busquen en Google como decía el maestro Fajardo, drogadicto es la víctima de una enfermedad, el drogadicto es un esclavo de alguna sustancia, a veces de algunos actos. Hay drogadictos del sexo decía yo, hay drogadictos del café y del alcohol y del azúcar y se vuelven diabéticos. Hay drogadictos del dinero y esos son los peores, porque matan y hacen genocidios. Hay drogadictos de la cocaína y de no sé qué más. La peor droga es el dinero, la codicia mata más en el mundo que cualquier otro y después le sigue el alcohol.

Que este señor venga a decirle a un revolucionario que es un drogadicto, es porque no entendió ni jota de la vida, ni sabe qué es la palabra drogadicto ni sabe qué es la palabra revolucionario, (Armando) Benedetti, (ministro del Interior). Revolucionario es el que emancipa, es el que rompe las cadenas físicas del corazón y de la mente.

Como dicen los cachacos, este señor sí que tiene una contradicción la hijuemichica en el cerebro. Voy a escribir algo sobre eso, no los voy a aburrir en este discurso, porque tenemos que hablar de lo que vinimos a hablar, pero yo voy a usar la palabreja francesa, muy filosófica, lo hace ver a uno inteligente, desconstruyendo la carta lo que encuentro allí no es más sino un oligarca expulsado del club que quiere volver a ser oligarca.

Lo expulsaron del club, porque habló de paz y era amigo de Marulanda Vélez y esos no entran a los clubes de la oligarquía ni sus hijos se casan con las hijas de la oligarquía. Yo jamás he entrado a esos clubes, porque me importan un rábano las hijas y los hijos y los padres y las madres de la oligarquía colombiana, porque todo lo tienen y no necesitan nada de nosotros.

Y ese decepcionado, ese nostálgico de la oligarquía, esperando como todo oligarca, que los puestos públicos son hereditarios como los españoles que sacamos de aquí a patadas –con un ejército de obreros, de campesinos, de negros y de indígenas, y de mujeres– creen que los puestos públicos son hereditarios.  Yo me preguntaba y me rascaba la cabeza, pero si a este señor ya viejito, que lo tenían ya para la tumba, por generosidad mía y por respetar lo que había hecho por la paz, porque me enseñó –y a mí no me da pena decirlo– qué significa Declaración Unilateral de Estado.

Yo no tenía ni idea y el hombre con mucha astucia y sapiencia metió ese término cuando Santos llevó a las Naciones Unidas el Acuerdo de Paz con las FARC. Resulta que eso es superior a la Constitución y a la ley colombiana y es obligatoria para todas las generaciones de colombianos y le están poniendo conejo a la paz, la misma oligarquía, de la que hace parte este personaje. 

Y reconozco que me enseñó eso, fue lo único que me enseñó, pero reconozco que después de haberle dado un cargo de tanta responsabilidad y brillo universal como la Cancillería, yo pensando en mi interior –corazón ingenuo, por eso es que a uno le dan tres vueltas y después termina chillando por ahí– es la mejor forma para que termine la vida política larga de un conservador que se atrevió a hablar de paz y que fue constituyente del M-19, pero ahora entendí que no quería a nadie del M-19, porque como a mí, lo consideraba su sirviente, su siervo, su peón, y que lo que yo había ofrecido con tanta generosidad él lo intuía como su derecho divino y el de su hijo y el de su nieto y el de su bisnieto.

Así son todos los oligarcas y por eso sus apellidos se repiten una y otra vez en la Presidencia de Colombia, como si la Presidencia de Colombia no fuera una democracia, sino una aristocracia hereditaria por derecho divino, derecho divino que compran con el dinero sucio del narcotráfico y ahora entiendo, claro, no podía darme gracias compañero, tenía era que insultarme y atravesarme una daga como a veces cierto lumpen bogotano hace por la espalda. Morder la mano, la víbora nunca deja de morder en toda su existencia, pero no vengo a hablar de él solo quería decir la palabra drogadicto que él mencionó, porque no solamente la oligarquía se cree con el derecho de heredar el dinero público de todos los colombianos y hacerlo particular en haciendas y en bienes particulares.

Él y sus hijos y sus nietos no son de las estirpes olvidadas, ellos son los de la gracia divina, creen que por siempre gobernarán a Colombia, creen que en el 2026 van a regresar. No pasarán, su tiempo terminó, entiéndanlo. Su tiempo ya terminó, por eso, a veces me gusta un poco vanidoso, que no me vea tan viejo. Es una venganza, a mi manera, suavecito, salgo más joven de lo que entré. 

Todos sus insultos, de todos los días en esa prensa me resbalan, porque son mentiras. A mí me da energía, no tanto el café del que hablan por ahí, me da energía el pueblo. Los drogadictos en Colombia de cualquier cosa, incluidos los de los drogadictos al dinero, hay que tratarlos con psicólogos y psicólogas; hay que tratarlos con afecto, señor escritor, ojalá, no tenga un nieto drogadicto de la droga, porque entenderá lo que estoy diciendo. 

La única vacuna contra la drogadicción se llama amor y como hay tanta falta de amor allá en los Estados Unidos, fríos, gélidos y solitarios y aburridos, por eso es que hay tanto drogadicto en los Estados Unidos, y tratan de resolver su problema, no por el derecho que es generar más amor en los Estados Unidos, sino por la inversa que es matar a los colombianos o hacerlos o dejarlos matar. Drogadicto no es un pecado, señor oligarca, la mayoría de sus hijos son adictos, si no a la droga, al dinero. 

La revolución soñada


Es una enfermedad que se trata, pero nunca le achaque esa enfermedad a un revolucionario que ha durado toda su vida intentando hacer una revolución soñada, porque es lo contrario. Yo no digo que los revolucionarios no tomen trago y por ahí se fumen no sé qué.

Yo soy alérgico al humo y no me puedo tomar los tragos que se toma Benedetti, porque me da un ardor aquí, porque me operaron y me dejaron incapacitado para el alcohol y me da nostalgia, no porque consuma, es porque no abusen y porque no se esclavicen. Un revolucionario jamás será esclavo. Cuando me llevaron a la cárcel, a la tortura nunca vieron que me rendía, porque era libre de corazón

Lean un poquito, hoy el mundo se va a llenar de revolucionarios y revolucionarias, porque se necesita cortar las cadenas de la mente, atadas a la televisión de los comerciales, diciéndonos mentiras, mientras nos están llevando al abismo como a un rebaño, que es el abismo de la extinción humana. Ya tenemos otro virus encima, del cual tenemos que defendernos.

Revolucionario es lo contrario de esclavo, por eso, Jesús, aun tomándose el vino, cuando se tomó la copa de licor, como dice la canción, dijo se reparte el pan y se reparte el vino, y esto es una comunidad, palabras revolucionarias que ahora no se entienden. 

Repartimos los dones, incluido, el vino y no por eso era un esclavo o un adicto, quién se le ocurriría decirlo, sino un viejo que ya empieza a ver que su otoño del patriarca llegó y que no puede heredárselo a su hijo ni a su nieto. 

Emancipar los seres humanos, eso es la Consulta Popular. Me pueden insultar con las palabras que quieran, me han matado mil veces hasta en fotos me vi muerto y me dio susto, me habían matado en la Santa Fe, como Abelito no llores, vi mi féretro y mi cadáver en fotos repartidas por las redes, pero lo único que no me podrán quitar es que yo sea un emancipador de almas y de cuerpos y de sueños, así que pónganme en esa palabra. 

Soy lo contrario de un esclavo y lucho porque nadie sea esclavo ni en Colombia ni en ninguna parte del mundo y, por eso, en aquel día frente a la multitud yo propuse a nombre de mi Gobierno que hiciéramos una Consulta Popular para definir la suerte de las reformas. Que el pueblo decida, a qué le tienen miedo senadores, si el Congreso de la República –yo estuve 20 años allí y sé de eso y me fue bien, hice buenos debates, nunca podía aprobar ninguna ley porque solo aprobaban las leyes del capital y la codicia y no las leyes del pueblo–.

Ya estoy hablando por horas. A propósito del que dijo drogadicto en una carta. No contó que él haciéndome así, todo el tiempo, yo, el presidente de Colombia, y están acostumbrados a hacer así con el presidente, todo el tiempo, y hay presidentes que se lo creen, se vuelven orgullosos y vanidosos, y se engordan. 

Ese mismo que puso la palabra drogadicto en la carta, todos los días vivía diciéndome: este es el camino para hacerse reelegir. ¿Cómo así? Entonces, dice que soy de lo peor y entonces todos los días siendo canciller me indicaba el camino que tenía que utilizar para hacerme reelegir. Esa es una contradicción ni la hijuemíchica y le llaman hipocresía, doble moral, típica de algunas regiones de sus clases ricas, de las altas alturas sabaneras.

Para qué quería que me reeligiera. Yo siempre le dije que no, que no me interesa. El día que vuelva a la Presidencia de la República será porque el pueblo ha hecho una revolución. No vine aquí a hablar de reelección. Ninguna pregunta de la Consulta Popular –como víboras decían algunos– que íbamos a meter la reelección, no queremos. 

Les voy a confesar, por mi experiencia propia, que he pasado lo peor de lo peor en mi existencia, aun cuando me torturaban que no fue nada fácil, aun cuando me tocaba enterrar a mis amigos asesinados, aun cuando la desesperanza decía perdimos todo y ya no hay futuro. Lo peor de lo peor de mi existencia humana es haber estado cerca del poder. 

Yo soy un tanto ácrata, para no decir la otra palabra, sino la prensa me levanta a insultos. Libertario de verdad. Habrá un mundo sin poder. Eso lo plantearon los socialistas del siglo 19 y se les olvidó en el siglo 20. El mundo de la libertad es un mundo de superación de las necesidades fundamentales y del poder y, aunque, es difícil plantearse esa quimera cómo será un mundo sin poder, una familia, sin poder, una esquina del barrio sin poder, una sociedad sin poder.

Uno se puede imaginar, no como en el siglo 19, pensaban que era destruyendo el Estado y acabando el Estado una sociedad sin Estado, sino que es repartiendo el poder tal cual Jesús lo hizo con el vino a todos los integrantes de la sociedad humana, es disgregando el poder en la gente, el poder no es mío, porque me convertiría en monarca y en lo contrario de lo que soy contra lo cual he combatido me tocaría combatirme a mí mismo si fuese un adicto al poder como ciertos expresidentes.

Por eso no me quita el sueño la reelección, me quita el sueño la historia y voy a ser más claro. Bolívar estuvo en esta casa, estuvo allá Bolívar, le había ganado al ejército español, el más poderoso en ese momento. Bolívar había andado a caballo cabalgando con su bandera gritando libertad por miles de kilómetros y había libertado naciones enteras y pueblos y por donde pasara y se quedara en una noche había cola esperando sus favores eróticos y bailarines.

La espada de Bolívar


Y aquí estuvo, aquí durmió El Libertador, El Emancipador. Y qué estaba haciendo ahí después de tanta victoria y de tanto poder y de tanta gloria, se iba del poder, quizás, soñaba con amar a una mujer o que iba a resucitar la propia, que murió, quizás, estaba asqueado de la hipocresía y de la traición. Lo había intentado matar su general mismo y fue Manuelita la que lo salvó, enamorada, con su espada, la misma que yo guardo desenvainada y que voy a presentar de nuevo ante el pueblo en la Plaza de Bolívar este Primero de Mayo.

La espada tiene el poder, no yo. La voy a pasar levantada y brillando en su acero gris, libertario, frío, quizás, que tiene el poder de conducir de nuevo a todo el pueblo colombiano hacia la independencia, hacia la libertad, hacia la democracia. Esa espada tiene el poder de tantos que murieron por ella, tras ella, de sus sueños, que siguen siendo los sueños de este pueblo en este siglo. Voy a levantar esa espada para que esa espada siga gobernando a Colombia.

Bolívar se fue a morir a Santa Marta y así lo hicieron muchos. (Giuseppe) Garibaldi, que quiero mucho, porque mi familia venía entre ellos, camisas rojas, soñadores, no sabían de la palabra socialismo. Crearon la república italiana, pero Garibaldi no se quedó a coronarse rey ni a elegirse primer ministro ni senador. Garibaldi, humilde, cogió una guitarra y se vino en un barco a las tierras de Argentina y Uruguay e incógnito murió en los brazos de una mujer.

Yo soy como Bolívar y Garibaldi, no me gusta el poder, me da alergia y, por tanto, hay que alistarlo sí, porque no soy ingenuo a gobernar, pero el primer hecho de ese gobierno que viene, es la Consulta Popular y explicaré por qué. Porque el Senado tiene dos opciones en este momento. La que quisieron su corazón y rápido es decir no a la Consulta.

Yo dije ahí en la Plaza de Bolívar el pueblo los va a sacar, señores senadores. Ellos creyeron que estaba diciendo que entraran allá al recinto y los sacara de las mechas. No estaba diciendo eso, no soy violento, y respeto el voto popular, lo que estaba diciendo es que si un representante del pueblo –como dice la Constitución– que se hace elegir con la voz del pueblo y va a esa curul a representar al pueblo lo traiciona, el pueblo tiene todo el derecho de decirle bye bye, usted no vuelve más.

Vamos a ver voto por voto y no es una amenaza como dicen en la prensa. Sale Cepeda, ‘el malo’, a decir Petro me amenazó. Deje de llorar, responda con la política que para eso venimos. Si a los amigos de Efraín Cepeda se les ocurre negar la Consulta Popular el pueblo va a borrar esos congresistas de la historia de Colombia y la consulta de todas maneras se hará.

Los ríos no se pueden detener y lo que hicimos en esa Plaza de Bolívar aquel día de los 200 municipios bolivarianos, gran colombianos, fue armar un río torrentoso que cada día crece más y más y no se va a detener. Va a llegar hasta el mar de la democracia popular y esa es la importancia de la consulta, por eso el poder me resbala, porque lo que estamos invitando no es a votar por Petro, muchas veces lo he pedido y ustedes me han ayudado, nunca me han abandonado, quizás, el momento de las elecciones pasó o quizás me vaya como cualquier militante a subirme a una tarima de pueblo en pueblo a levantar los espíritus porque no nos vamos a dejar derrotar, pero lo que estamos invitando aquí es a la esencia de este discurso largo y de lo que vamos a hacer en adelante es que el pueblo va a votar por el pueblo, por primera vez, algunas veces lo ha hecho, no va a votar por ningún politiquero bueno o malo cualquiera que sea su nombre o su color muchos engañan en el discurso.

Claudia (López) me ha engañado siete veces, la mujer que más me ha traicionado en mi existencia, no, vamos a votar por los derechos de la gente y Fico sí tiene razón en que oigan, que en esas preguntas deberíamos todos votar por ellas, dijo. 

Las preguntas de la Consulta


Entonces, porque hundió la Reforma Laboral, que era lo que traían esas preguntas en forma de ley o es que no se las leyó, que lo que hundió en la Comisión Séptima del Senado, son las mismas preguntas, pero eran afirmaciones en el proyecto de ley, que el día termina a las 6:00 de la tarde.

Oiga, qué cosa tan terrible y revolucionaria y radical ha planteado Petro. No es que el día no termina a las 6:00 PM., bestias. Fueron los que dijeron que en Colombia el día terminaba a las 10:00 de la noche, bestias esclavistas, no les gusta que les diga, pero lo que estamos preguntando al pueblo es tan simple y de Perogrullo, que da pena preguntarlo, cómo es que nos toca hacer esas preguntas, porque no se aceptan en las leyes, porque la codicia es tan grande en Colombia y tan sanguinaria que quiere convertir a cada trabajador a trabajador joven y viejo del campo y de la ciudad en un esclavo indigno.

Pues sí señores, vamos a votar, que el día termina a las 6:00 pm, porque si termina a las 6:00 todo aquel o aquella que trabaje después se le paga el doble por hora y esto no es radical, esto existe hasta en los Estados Unidos, en Wall Street, en París, en los Champs-Élysées, en Londres y en Berlín, tan hermosa que es. Existe en el mundo, solo que aquí nos tienen como parias, aquí nos tienen como la estirpe olvidada, sobre la cual se puede lanzar latigazo, robar y matar. 

Oiga y, entonces preguntamos, ¿y el pueblo colombiano quiere que el sábado y el domingo sean festivos? ¿Nos tocó? Oiga, ¿y el pueblo colombiano quiere que una mujer cuando menstrua siendo trabajadora puede ir a un médico? Oiga, ¿y el pueblo colombiano quiere que el campesino y la campesina ya viejas después de gastar toda su vida bajo el sol y sobre el surco, alimentando a la humanidad, tengan una pensión? ¿Qué acto de injusticia es ese? 

Oiga, ¿qué antitécnico es que una mujer en Colombia por el simple hecho de ser mujer una vez críe sus hijos y trabaje pueda tener un bono pensional para vivir sus días? ¿Qué antitécnico es que haya justicia? ¿En qué mente tan pobre espiritualmente lo formaron como para decir que la justicia es antitécnica? 

Si la justicia es antitécnica entonces arrodíllese ante su dios Hitler y Mussolini y Franco y los que mataron como chulavitas a decenas y centenares de miles de gente libre en Colombia. Adoradores de Hitler que son los adoradores de Baal que decía la Biblia, solo creen en el dios dinero y entonces consideran que el más mínimo acto de justicia es una bofetada a su corazón, a su familia, hacia sus caras.

Eso es lo que estamos proponiendo que ustedes voten por sus derechos y que los marquemos con sangre en el mármol para que dure para siempre, porque después iremos por más derechos y más derechos, porque al final esa bandera colombiana volverá a ser lo que es la bandera de la libertad, la bandera de la dignidad, la bandera de la justicia, la bandera del gran Bolívar, la bandera de la gran Colombia. 

Este Primero de Mayo, este Primero de Mayo debe borrar las manifestaciones de las 200 plazas y municipios porque serán mil, serán multitudes, millones y millones de personas. Tratemos de hacer conciencia, hay que comunicar El Tiempo, RCN y Caracol. No, no lo van a hacer, no más mire lo que me pasa solo por salir en lo que ellos creen son sus canales y esos canales no son de ellos, son del pueblo, se los hemos prestado por una plata. No nos obliguen. 

¿Cómo así que entonces el presidente y jefe del Estado no puede hablar con sus canales? Ustedes no son los dueños de esos canales. Y en la Constitución y en las normas está establecido que el jefe del Estado puede hablar libremente. 

Si el jefe del Estado no habla libremente, no habrá ningún ser libre en Colombia. El jefe del Estado tiene que dar el ejemplo de la libertad y por eso no me dejo censurar. Tengo que agradecerle a la Corte Constitucional con la que he discutido y no estoy de acuerdo en muchos temas, que no es que la persiga como hicieron otros. 

Nosotros no estamos poniendo micrófonos para oír las conversaciones con la esposa o con la novia o las sentencias. Nosotros no estamos persiguiendo a ningún magistrado de Colombia porque los respetamos. Ya se sabe la verdad del Palacio de Justicia y la repito porque ahí sí la prensa no la repite después de décadas de decir que estábamos al servicio de Pablo Escobar. Mentirosos. No saben lo que es un revolucionario. Otros iguales que el drogadicto. El que usó la palabra drogadicto. 

No señores, fuimos al Palacio, no yo personalmente –porque estaba preso– a pedir paz. Paz porque se había roto una tregua y no se preguntó ningún periodista por qué si esos combatientes del M-19 entraban y subían y dejaban el primer piso y se quedaban en el segundo y en el tercero. 

¿Por qué se quemó el Palacio desde el sótano? Ni una pregunta siquiera que mordisquee el cerebro. Tienen que repetir la historia oficial. ¿Y por qué querían los narcotraficantes quemar sus procesos de narcotráfico si es que los estaban pidiendo en extradición y para pedir en extradición los procesos están en Estados Unidos? ¿No se les ocurrió hacer la pregunta? Que los procesos de Pablo Escobar no estaban en Colombia, estaban en los Estados Unidos y, por eso, lo pedían en extradición. O si no, ¿cómo le iban a pedir? Bobos no eran. Y entonces, ¿qué expedientes quemaron? Sería la pregunta de un buen periodista o de un buen historiador. Los expedientes de miles de ciudadanos y ciudadanas torturados en la Brigada de Institutos Militares, el Batallón Charry Solano y la Brigada 13 de Bogotá y otras. En el gobierno de Turbay Ayala, el abuelo de Uribe, de Uribe Turbay. 

Miles de ciudadanos torturados, muchas veces muertos. Feliza Bursztyn, para el que lea por allí quién era, llevada al Cantón y torturada, y Gabriel García Márquez llevado al exilio. 

Y entonces quemaron fueron los expedientes de las torturas para nunca ser juzgados. ¿Quiénes? Los que ya tenían pacto con el narcotráfico. Pero no quiero irme a esa historia. 

Lo que sí quiero irme es a esta nueva historia. Porque Colombia no volverá a ver sus palacios de justicia quemados y sus magistrados asesinados. Y yo soy garante de eso. Así retumben las reformas y las leyes y los decretos. Porque primero está el principio. Y el principio es una justicia libre, independiente y poderosa. 

Porque no tendremos paz en el futuro si no lo logramos. Una justicia arrodillada a la politiquería y la corrupción solo nos hará matar entre nosotros. Y tengo que agradecerle a la Corte Constitucional, entonces, que hoy o ayer se haya parado firme tal cual la Sala Constitucional cuando hundió la reforma constitucional de Turbay. 

Mi profesor y maestro Gaona, que murió en el Palacio, lo hizo. Y yo me acuerdo de ese homenaje que hicimos como estudiantes allá en (la Universidad) El Externado de Colombia. Cuando había pensamiento libre y liberal en el país se ha perdido. 

Claro que nosotros lo que queremos es que el pueblo al final vote por el pueblo y que el pueblo sea poder. Eso que escribimos en la Constitución, eso que luchamos desde antaño, la palabra democracia no es una palabra, tiene que ser una realidad. Y si yo me pongo a averiguar qué es democracia, democracia no es más que el poder del pueblo.

Y entonces, ¿por qué un senador tiene que decirle no a la democracia si él es hijo de la democracia? No puede haber esa contradicción y desde aquí les digo a todos en todos los matices, voten por la Consulta Popular, abran las Alamedas de la democracia, cierren las callejuelas de la violencia, porque si no la violencia nos ahogará a todos y no estoy amenazando, estoy simplemente mirando una realidad que todo colombiano reconoce. 

Si abrimos la democracia habrá paz en Colombia y habrá un país enorme y bello y podrá solucionar hasta su peor problema. Y el Senado hoy tiene la llave y no estoy implorando porque sé qué pasará si no lo hace. 

Pero sí le solicito como patriota y como jefe del Estado, no le dé la espalda a su pueblo, reconcíliese con su pueblo, porque la razón de ser de un representante en el Congreso de Colombia es obedecer al pueblo, no a la mafia, no al jefe del partido, no a la codicia, al pueblo. Y esta vez tienen una oportunidad de oro, que es reconciliarse con el alma popular, recordar a Rafael Uribe y otros. La Consulta Popular es para que la gente vote por sus derechos, los más simples.

Millones a las calles el Primero de Mayo


Y este Primero de Mayo, entonces, lo vamos a demostrar. Este Primero de Mayo tenemos que salir a mostrar, si es verdad, que el pueblo de Colombia quiere la Consulta Popular, como dicen las encuestas. Es nuestra prueba de fuego, si de verdad queremos cambiar la historia de Colombia, si esa palabra cambio dialéctica, porque los ríos siempre cambian permanentemente y así es la historia de los pueblos, cambio permanente, esa es la labor y el oficio del revolucionario, cambiar y cambiar y cambiar, cambiar todo, sentir que es necesario cambiar todo. 

Pues este es el momento del cambio, ahora sí lo vivimos. No era cuando andaba entre las corbatas de Leyva o de Gaviria o de Ocampo o de no sé quién más. Es en el alma popular que se vive el cambio y es ahí donde reside su fracaso, su éxito. 

Este Primero de Mayo queremos 10 millones de colombianos en las calles y en toda vereda de Colombia. Que esos miles de campesinos, que son 1.200.000 en este momento que se han inscrito para recibir tierra, salgan a la calle. Que las madres comunitarias salgan a la calle, que la niñez de Colombia salga a la calle a pelear porque haya sol y oxígeno en la atmósfera cuando crezcan.

Que la gente de la ciudad salga a la calle, si estamos peleando porque las mujeres reciban una pensión una vez la edad llegue, así hayan sido amas de casa o campesinas porque igual son trabajadoras o es que criar hijos no es trabajo o qué. 

Díganmelo a mí que me ha tocado criar varios. Pues, entonces, si eso es así, pues que la mujer que va a ser madre cabeza de familia y algún día, anciana, que la mujer en general desde que es joven salga a las calles de Colombia con alegría, con berraquera, como guerrera que es. 

Que lo más bello de la mujer colombiana no es simplemente lo que sacan en fotografías, lo más bello es que es guerrera del corazón y cuidadora de la vida. Y yo quiero ver a los hombres trabajadores que somos millones porque yo trabajo. No me la paso parrandeando, yo no voy a los clubes sociales.

Tengo mis formas de descansar el alma, pero no en los clubes ni en las fiestas ni en las discotecas ni en las borracheras ni en nada de eso. Y entonces esos hombres que trabajamos, que queremos que la mejor cueva calientica sea para sus hijos, que queremos que no falte el pan y nos esforzamos, porque nos esforzamos y cuesta trabajo en Colombia que no haya pan, que haya pan. Y que esos hombres que sabemos de la tuerca y del tornillo y del libro y de la idea, salgamos por millones a la calle y le mostremos al Congreso de la República cuál es la base de la patria nacional y que no osen desconocerla ni insultarla. 

Millones de colombianos este Primero de Mayo invito a todos los rincones de la patria colombiana a salir con la bandera, a gritar libertad y democracia, a sentir en el corazón al Libertador Bolívar, a sentir las ideas grandes no las pequeñas por las que nos matamos a veces la idea grande de la Gran Colombia, la idea grande de ser el corazón vital del mundo, la idea hermosa de que somos ya el país de la belleza y que su belleza más grande es su propio pueblo, porque es un pueblo criado en las luchas de Bolívar, quizás uno de los pocos pueblos del mundo que se constituyó y se fundó en torno a ser libres, en torno a tener el espíritu libre, en torno a tener el corazón libre, y eran por el camino que sabemos cómo pueblo que es la libertad y que no nos la vamos a dejar quitar y no nos van a conducir jamás como esclavos a los talleres o a los campos de concentración o a las fosas comunes como estaban acostumbrados los oligarcas de Colombia. 

Es la hora del pueblo, el Primero de Mayo es la hora del pueblo, es la hora de Colombia, es la hora de la esperanza, es la hora de la libertad y de la dignidad y con la espada de Bolívar en la Plaza de Bolívar de Bogotá va a resplandecer esa espada en todas las plazas de los municipios de Colombia para alumbrar el corazón, para alumbrar el cerebro, para alumbrar el camino hermoso que nos lleve a la victoria, al triunfo popular, a la democracia y a los derechos del pueblo y hacer realidad la Constitución de Colombia y no pondremos más a Bolívar de estatua, lo pondremos vivo en el corazón de cada colombiano y colombiana. 

¡Que viva el país de la belleza! ¡Que viva Colombia democrática! ¡Que vivan los derechos del pueblo! ¡El pueblo ni un paso atrás! Ahora sí, le llegó la hora al pueblo, gracias por haberme escuchado.

(Fin/mha)