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Discurso

Palabras del presidente Gustavo Petro durante la Instalación de la Comisión Mixta Nacional para Asuntos Campesinos

Foto: Andrea Puentes - Presidencia

“Pero no pasarán las reformas si no hay campesinado en las calles, si no hay movilización, si no hay organización”.

“Pero no pasarán las reformas si no hay campesinado en las calles, si no hay movilización, si no hay organización”.

Bogotá, 22 de noviembre de 2024.

Indudablemente se ha recorrido ya un largo trecho de la historia de Colombia alrededor de las luchas campesinas, que surgen casi inmediatamente cuando los españoles entran y deciden construir un sistema de haciendas. 

Creemos que la hacienda es Colombia. Muchos políticos, incluso que se han sentado en este mismo recinto, siendo su mayoría, han tenido como su base política y su accionar económico y social la hacienda, pero la hacienda no es un invento colombiano.

La hacienda, es decir, la gran extensión de tierra en manos de una persona que no solo se ve en Colombia, sino en México, en Brasil, en buena parte de América Latina, trajo ese tipo de institución fue de Europa, en una época específica para Portugal, para España, que fue el feudalismo. 

La hacienda es hija del feudalismo, no del capitalismo, no del socialismo, no de la modernidad, no de los últimos siglos, tiene que ver por allá con los castillos feudales, los ejércitos privados de los señores feudales, en un mundo donde la mayor parte de los seres humanos eran siervos, servidumbre. Por eso, se le decía al dueño de esa tierra por designio divino, que no era más sino el designio de un rey, de un ser humano que se ponía una corona en la cabeza, se le decía: el señor.

En muchas partes de Colombia eso ha tenido diferentes sinónimos: señor, don, patrón, etcétera. Es lo mismo, es el mismo feudalismo mental. Esos señores, dones o patrones, han sido los dueños del poder político en Colombia, no han sido los industriales, que son diferentes, que son urbanos a veces, agroindustriales a veces, no han sido los pequeños comerciantes del barrio chapinero de Bogotá o de tantas ciudades grandes de Colombia, no han sido los estudiantes y las estudiantes, indudablemente, muchísimo menos los dueños del poder han sido los obreros, las obreras, las señoras que aquí traen el tinto, jamás han estado cerca del poder.

Cerca del poder han estado quienes se sientan aquí todos los días o casi todos los días, algunos sin hablar, otros hablan mucho, unos hablan cosas inteligentes —pocos hay que decir—, otros no tanto, etcétera.

Pero esos dones y señores que hicieron las leyes de Colombia, trataban, tenían en su cabeza, casi desde el principio del origen del parlamento, que los seres humanos en su mayoría en Colombia eran o esclavos o siervos. 

El Parlamento de Colombia nació en medio del esclavismo, no nació como una institución democrática, en donde todas y todos por el simple hecho de ser seres humanos, podían votar y representarse aquí por alguna persona X o Y de algún grupo político que consideraban su representante, no. Aquí solo llegaban, así decían las normas, los dueños de los esclavos, los patrones de los siervos, aquí solo llegaban los señores, no las mujeres, los señores.

Hicieron las primeras leyes de Colombia, crearon esta primera República. Si ustedes ven en ese cuadro muy bien pintado, que siempre me acompañó durante 20 años, este es el recinto de la Cámara de Representantes, aquí llegué como un pelado, por allá me sentaban en el fondo y me hacía oír, pero no hay un negro.

Casi todos en sus rostros parecen españoles y nosotros no nos parecemos a ellos en ese cuadro, porque la verdad eran hijos de españoles, eran señores. (Simón) Bolívar era el que tenía la piel un poco oscura, decían que se atravesó un negro por ahí, una negra Tomasa y le enseñó a bailar bien, como bailan. Y por eso no lo querían.

El, el, cómo le dicen, longaniza, váyase de Santa Fe de Bogotá, casi lo matan aquí, aquí cerca. Una mujer lo salvó y el río San Francisco, que hoy está oculto bajo losas de concreto y de cemento por allá debajo de la tierra, y por ahí se fue hasta el río Bogotá y se escapó. Y no se escapó de a muchas, porque después se fue, no quiso ser dictador, no quiso imponerse sobre esas figuras blancas.

Quizás no confió mucho en su ejército, porque el ejército está atrás, no se ve, pero ese ejército no tenía la piel blanca. Ese ejército no era de hijos de españoles, ese ejército libertador estaba compuesto de gente del campo, de campesinos, de llaneros, les decimos ahora, de gente que recogieron por Boyacá, que tenía una parcelita por allí o que le estaba sirviendo algún señor de la hacienda, pero en algún momento determinado se paró, miró el ejército que pasaba a sus ojos a Bolívar con la bandera libertaria quizás, y dijo me quedo con el don o me quedo con el libertador, me quedo con el patrón o me voy a caballo con el libertador, o a pie o con zapato o sin zapato, detrás de una bandera y no de un mendrujo de comida que me dan en la pocilga donde duermo aquí en esta hacienda. 

Y se fueron con el libertador, se fueron a liberarse, se fueron a romper las cadenas, se fueron detrás de un sueño que en realidad no se cumplió, porque Bolívar terminó muerto por allá en Santa Marta y porque quienes siguieron eran los dones, los señores, los patrones, entonces conservaron para siempre creyeron ellos la hacienda, el feudalismo en Colombia.

La mentalidad que le permite a un ser humano, la mayoría se sentaban en estos sillones del Congreso de Colombia como dueños de la gente, propietarios, dijeron en 1851, no exactamente aquí pero sí en el Parlamento de Colombia, que cómo iban a liberar a los esclavos, decían los blancos antioqueños que ya habitaban en Medellín y en Santa Fe de Antioquia, decían los payaneses que ya estaban en la Ciudad Blanca junto al mercado de negros que está debajo de un puente en Popayán, decían los cartageneros blancos que no habitaban en Boca Grande sino entre las murallas hechas por la esclavitud, por los esclavos negros que llevaban aún a un sitio que los españoles llamaron la Santa Inquisición, llena de máquinas de tortura, de agujas para atravesar el cuerpo, de clavos calientes y que ahora nosotros en este gobierno del cambio llamamos no la Santa Inquisición sino el Palacio de Benkos Biohó, el primer libertador de América.

Dijeron en ese parlamento, en ese entonces, que la única manera, se lo dijeron a los liberales, que se dijeron liberales y se crearon como partido Liberal, ahí empezó el partido Liberal, porque exigían la libertad de los esclavos, tal cual Bolívar se había comprometido ante el general (Alexandre) Petión en Haití, en la primera revolución que hubo de los negros en el mundo y una de las primeras en América, levantando la bandera de la igualdad, la fraternidad. 

Esa bandera ondeó ahí, aquí o en un lugar cercano de aquí, los liberales la levantaron, hay que decirlo, es parte de nuestra historia, pero entonces una parte de esos liberales comerciantes y conservadores dijeron, pero si es propiedad privada, me parece oír aquí a Catherine (Miranda) diciendo lo mismo en este recinto, ¿o no Francia (Márquez)? pero si es propiedad privada el negro y la negra y sus hijos y sus nietos y de ahí en perpetuidad no puede pasar una ley que diga libertad de los esclavos sin indemnización de la propiedad privada. 

Yo veo ahí a la señora de la revista que ahora es candidata, dice lo mismo; yo veo ahí la dueña de los hacendados azucareros, cabales les llaman, dice lo mismo; yo veo ahí a la nieta del payanés en la ciudad que tenía el mercado de esclavos y que decidió que había que bombardear campesinos e inició la guerra que aún no podemos acabar, el presidente (Guillermo León) Valencia y dice lo mismo, y entonces qué ha cambiado en Colombia, si lo mismo que decían para no permitir la libertad de esclavos, es lo mismo que hoy dicen para no permitir que el campesinado de Colombia tenga la tierra.

En aquel entonces levantaron ejércitos de las regiones, que yo llamaría ejércitos privados, yo le llamaría eso paramilitarismo, pero tenían nombres diferentes, el ejército de los esclavistas antioqueños que sacaban el oro; el ejército de los esclavistas del Cauca que no es como el departamento del Cauca hoy, que tenía la zona cafetera y el valle y el Cauca y Nariño y otras tierras y llegaron y rodearon esta ciudad para derogar la ley, para reivindicar que el estado natural de los seres humanos era mantenerse bajo la esclavitud, bajo el cepo con las cadenas.

Negros y negras escapaban a fundar pueblos en los ríos, cerca, en las selvas, fundaron los palenques, hicieron parte del territorio que hoy llamamos Colombia, en el Pacífico, en el Caribe, en muchos lugares de este país, porque no se creían del discurso de que era natural y divino. 

Lamentable el papel de algunos clérigos de la iglesia católica que bendecían eso. Otros se rebelaron, a otros todavía les ponemos velas porque cuidaban del esclavo, del indígena, hasta que al final el representante de uno de ellos, quizás el mejor en tiempos modernos en el siglo XX, se quitó la sotana y se fue a las montañas a luchar por la libertad y la tierra de los campesinos y murió en combate.

Ahora no lo recuerdan, porque ahora dicen que ellos eran terroristas y narcotraficantes, pero no había ni narcotráfico ni terror, había una lucha de decenios, de siglos, porque hubiese justicia y democracia en Colombia y fundamentalmente libertad. 

La bandera de Bolívar la habían ensuciado y la habían enterrado con su propio cuerpo y el Ejército Libertador desapareció en 1850 por decreto y su último general, el último general del Ejército Libertador, tuvo que salir derrotado por esas tropas esclavistas y abandonar la insurrección obrera porque fueron los obreros de Bogotá los que lo hicieron presidente, el único presidente indígena de Colombia, el general José María Melo, el último general del Ejército Libertador y el primer internacionalista de las Américas, aunque había muchos antes. 

Bolívar dormía en una casa de Haití que hoy es nuestro consulado buscando armas, hombres, dinero para poder liberar América, por eso Petión dijo yo entrego todas estas armas y estos barcos, pero usted entrégueme la libertad de los negros y las negras en el continente y no cumplió, no alcanzó a cumplir, solo hasta 1851, cuando ni Petión ni Bolívar estaban vivos, se hizo.

General Melo murió luchando en Centroamérica por los pobres, al sur de México donde hoy los indígenas se levantan de nuevo pidiendo democracia en Chiapas, allá tuvo hijos e hijas indígenas que lo reclaman como un héroe mientras Colombia lo olvida, porque en Chiapas el general Melo es un héroe y tiene un monumento y porque en Colombia nadie sabe quién es el general Melo, por una sola razón, porque fue el último general de Bolívar y no les gustan las ideas de Bolívar, porque era indígena y no les gusta la piel del indígena y porque fue el presidente único de los indígenas y los obreros que ascendió por una insurrección popular en esta ciudad que se llamaba Santa Fe de Bogotá, lo han olvidado en la historia. 

El ejército libertador no siguió hasta que fue recreado por un Ejército Nacional en un pacto entre el general Rafael Uribe Uribe y Rafael Núñez, después de la guerra de los mil días, donde combatían ejércitos de colombianos con ejércitos de colombianos, hasta que tuvimos la estupidez de perder la República de Panamá. 

Este presidente no ha podido ir a un sitio que se llama Bocas del Toro, donde jamaiquinos, nicaragüenses, hondureños, cubanos que venían del ejército de Maceo y de Martí, y colombianos que venían del ejército de Rafael Uribe Uribe y mexicanos insurrectos en lo que hoy son los Estados Unidos, cuando se apropiaban las tierras en la primera Internacional Democrática de Colombia, en Panamá.

Aún a este presidente no le dejan ir porque les da miedo que un presidente del cambio de Colombia llegue de nuevo a Panamá, a abrazar a sus paisanos enterrados y a sacarlos de las tumbas para que este pueblo sepa quiénes eran sus verdaderos héroes, sus libertadores, los que hablaron de democracia, los que hablaron de reforma agraria. Nunca más esas voces sonaron aquí. Solo Jorge Eliécer Gaitán y ya saben qué pasó.

Y después un descendiente de la revolución en marcha de (Alfonso) López Pumarejo que hizo la ley de tierras, que incluso en 1936 unos conservadores parlamentarios dijeron que querían que fuera más radical. (Jorge Eliécer) Gaitán les dijo a los liberales, ¿y cómo es posible que los conservadores quieran más tierra para los campesinos que los liberales? Pero lo que siguió fue la sangre, la guerra, el 9 de abril del 48 y el primer genocidio político en el continente americano, en Colombia, el genocidio del pueblo campesino gaitanista. Y les echaron los paramilitares que hoy llamamos, pero que en ese entonces eran los chulavitas y ensangrentaron a Colombia con 300 mil muertos.

Reforma Agraria y unidad popular


Y solo mucho tiempo después alguien volvió a hablar de reforma agraria, pero la hizo débil y nunca más se pronunció la palabra. Hoy estamos aquí ante esa historia. Y ante esa historia tenemos que saber si seremos simplemente un maquillaje, un episodio retórico y discursivo más, una moda.

Se nos ocurrió cambiar un poco a los politiqueros y poner a los que los criticaban un ratico apenas, para ver si les gustaba la riqueza o el poder o se calentaban las sillas, pero dejarlos pasar lo más rápidamente para que no quedara ni huella de su presencia en estos recintos en la historia del país. 

Somos nosotros ahora los que determinamos si de verdad cambiamos a Colombia o no; si volvemos atrás y elegimos a los verdugos, a los que desplazaron a millones de campesinos en Colombia. Hoy tenemos la oportunidad de ir hacia el poder, porque apenas estamos en el gobierno.

Claro que hemos logrado cosas retóricas hasta este momento. La constitución nacional por fin tiene la palabra campesino, siendo el 32% de la población, siendo el 32% de la población colombiana campesina, diferente a los indígenas, claro, diferente a las comunidades afro. Esas fronteras son difíciles de establecer en muchas regiones, pero hay un campesinado que ha labrado la tierra y ha alimentado a Colombia en estos cinco siglos y no está escrito su nombre en la Constitución del país, solo están los señores blancos, los dones, los patrones, los señores.

Este gobierno puso la palabra en la Constitución con el Congreso de Colombia, porque se hizo por acto legislativo, porque el Congreso de Colombia empezó a llenarse de mujeres, ya no son señores y dones, se empezó a llenar de campesinas. 

En una votación aquí dijeron reforma agraria, entonces yo dije que se impidan los que tienen haciendas, levanten la mano a los que tienen haciendas y ¡frun! liberales y conservadores, entonces dijeron que no se podían impedir y, obviamente, abolieron la palabra reforma agraria del proyecto que se estaba discutiendo, era un Congreso de hacendados. 

Al ser un Congreso de hacendados con el narcotráfico, Pablo Escobar se sentó allá atrás y era del partido Liberal y estaba sentado al lado de César Gaviria y hacían leyes en favor de los narcotraficantes, pues ese Congreso vio cómo esos narcotraficantes se adueñaban de la tierra, cómo traían pagos los asesores militares, no se llamaba Pegasus, pero era de Israel.

Yahir Klein, de Israel, volvió a hacer lo mismo de Pegasus, no lo trajo, sigue allá encantado matando decenas de miles de niños. Hoy es un criminal de guerra declarado por la Corte Penal Internacional, el señor (Benjamín) Netanyahu, pero ese tipo, ese tipo de criminales de guerra que enseñan cómo matar decenas de miles de niños con apoyo del poder mundial, es de la misma clase de los que vinieron a Colombia. El señor (Rafi) Eitan, se me olvidó el nombre, que fue famoso porque liberó, porque logró capturar un nazi en Argentina, el señor (Adolf) Eichmann, pero después cambió sus ideas.

Todos nosotros hubiéramos ayudado al señor Eitan a capturar a Eichmann, a que fuera juzgado en el tribunal de Núremberg por sus crímenes contra la humanidad en la época de los nazis, pero vino aquí a proponerle a Belisario Betancur que él era capaz de acabar con la Unión Patriótica, que no eran sino miles de militantes de izquierda desarmada. 

Y como Eitan vino, Jair Klein dijo lo mismo y se les ocurrió la magnífica idea a los oligarcas de este país, que se podían aliar con el narcotráfico para que hicieran el trabajo sucio y ellos no se mancharan sus chaquetas de sangre, con la sangre campesina de los militantes de izquierda, con los niños y las niñas que cayeron en campamento, con los 500 asesinados en Yarumal, el gran hacendado del entorno, creador de toros de lidia y hermanos de un expresidente, un expresidente hoy ha sido declarado inocente. Miren qué pasaría con cualquiera de sus hijos si se roba un pan, con mi hijo, con mi propio hijo.

Nuestros hijos no son tratados como ellos, nuestros familiares no son tratados como ellos, son los familiares de la chusma, de los rebeldes, los familiares no tienen derecho a matar y claro que no tenemos derecho a matar, pero ellos sí tienen derecho a matar y un juez los declara inocentes. 

Siempre un juez los declara inocentes, porque el juez se asusta ante el terror y ante el dinero y ante el poder y sabe que el poder no está aquí, sabe que el poder no está en el palacio de Nariño, sabe que el poder está en el que tiene las armas para matar a su semejante y que ese poder está subyugado por los narcotraficantes de este país y por los que aún consideran que pueden tratar al pueblo colombiano como esclavos, como siervos.

Que no está el poder en manos de nosotros, solo que hemos ascendido una escalera y tenemos que decidir si nos devolvemos hacia abajo y los aceptamos como verdugos y nuestros hijos sufrirán las consecuencias o terminamos de subir la escalera y les decimos no, no les vamos a hacer nada, pero quítense de aquí porque el poder es del pueblo. 

Si construimos una democracia y si es por ahí, no solamente tiene que haber una palabra de campesinado en la Constitución, sujeto de derechos en la Constitución, sino tiene que haber una ley que aquí no quieren aprobar, la ley de la jurisdicción agraria, nos están mostrando la catadura de la política tradicional, sí para que ese campesinado no se ponga bravo, sí para que no salgan a las carreteras por montones, sí para que el presidente de la República diga que hizo algo, sí para que esos izquierdistas digan que por fin está la palabra campesino en la Constitución, pero no sirve para nada, porque no se puede aplicar, porque para aplicar el que el campesinado sea sujeto de derechos, tiene que haber tierra, tiene que haber dineros presupuestales, tiene que haber leyes en favor del campesinado, tiene que haber territorio dominado por el campesinado de Colombia y no en los páramos, no en las tierras infértiles, sino en las tierras más fértiles de este país.

Tiene que haber una reforma agraria, tiene que haber agroindustrialización cooperativa en manos de los productores directos de la papa, de la cebada, de la yuca, del maíz, tiene que volver a haber maíz en Colombia y no maíz importado, en semillas transgénicas y usando carbón y petróleo a la lata para generar la mayor productividad, tiene que haber parlamento campesino, tiene que haber capacidad de decisión campesina en la historia de Colombia, tal cual ese campesino boyacense que vio pasar a Bolívar y su ejército desarrapado y dijo o me quedo con el patrón y su comida o me voy bajo la bandera de la libertad y el libertador y su ejército popular, mis compañeros campesinos y tomó la decisión. 

La movilización campesina y popular


Pues estamos ad portas de una decisión, este país no nos va a dejar pasar tranquilos, ni unos ni otros, ni los que quieren más cambios, ni los que quieren detener el cambio. Este país se divide en dos corrientes, no se llama ya partido Liberal, aunque nosotros hemos recogido sus ideas, no se llama partido Conservador, aunque nosotros hemos tomado lo que ellos defendían antaño como doctrina social de la iglesia católica y libertamos y respetamos la libertad de cultos y de la historia insurgente de Colombia, la insurgencia campesina que nació como (Emiliano) Zapata.

Zapata nunca se hubiera vuelto un traqueto, Zapata sabía que su lucha era por la tierra, para el campesinado y murió en su ley asesinado, no como Pablo Escobar sino como el gran dirigente campesino de las américas. 

Tienes dos caminos, decía, o te portas como gusano y no protestes porque te pisen o vuela como el águila y nosotros volamos como el águila. 

Así que tenemos que decidir, no habrá leyes favorables aquí, a pesar que en este Congreso ya no hay señores y dones sino indígenas y campesinos y obreros y gente que ha estudiado y gente que ha luchado durante toda su vida al lado de otros y otras. Algunos se les acercan otros dicen va de retro Satanás y no saben si ellos mismos son Satanás. No han podido descubrirlo.

Pero no pasarán las reformas si no hay campesinado en las calles, si no hay movilización, si no hay organización. Yo sé, no lo conozco bien, que hay innumerables organizaciones campesinas con disputas entre sí. Yo sé que hay una disputa étnica armándose sobre todo en las tierras del Cauca, que no puede ser. 

Un gran dirigente como Mao (Zedong) decía, son contradicciones en el seno del pueblo y no son las fundamentales, porque hay que saber quién es el verdadero rival social, que no nos permite la prosperidad ni la libertad, y no es el negro, ni es el indígena, ni es el campesino, ni es el obrero, ni es el joven, ni es la mujer. Es los dones, los señores que se creen herederos divinos por designio divino de la tierra y de la gente, porque aún creen que son dueños de esclavos y de siervos, y eso hace mucho tiempo pasó en Colombia. 

Somos hombres y mujeres libres y tenemos que volver esa libertad institucional. 

Así que les propondría, porque me ha alargado y nos esperan, precisamente en una tarea de dignificación campesina muy importante. Nos esperan para cerrar una brecha de inequidad, de injusticia, y por eso me permito invitarlos a que se organicen, porque van a querer sacarnos de este gobierno rápido, no porque me quiera reelegir, como dijo la señora por aquí, la que siempre dice mentiras, la reina de la mentira, hay reyes y reinas de la mentira, no porque me quiera reelegir, sino porque no quieren que sigan las reformas, se vuelvan realidad y se profundicen. 

No quieren que Colombia sea democrática, sino que siga siendo su hacienda, para heredarla a sus hijos y a sus nietos y a sus bisnietos a perpetuidad, y no permitirle a nadie de Colombia, que no sean ellos, que pueda disfrutar de este paraíso. 

Pues nosotros sí queremos seguir, pero yo no como presidente, sino el pueblo en el poder, y para eso, ellos van a intentar decir que aquí no entremos más. Van a intentar decir allá en ese otro palacio horrible que hicieron, parece de reyes y aristócratas, y ninguno de ellos tiene sangre azul, son también hijos de negro y de indígena, sino que no lo quieren reconocer. 

Esos nos quieren sacar del otro palacio también, y de todos los palacios del poder. Pero es que el gran palacio del pueblo no es una construcción fría de ladrillo, sino que es la calle caliente, es la gran, el gran torrente popular, es la multitud nuestro palacio. No lo podemos abandonar, porque si no dejamos a los dones, a los señores hacer la ley, y ellos la harán para ellos, no para ustedes, no para nosotros.

Gracias muy amables por haberme escuchado.

(Fin/for)